Kami

Hiroko

Hikaru se acomoda en su asiento, cautivado por la presencia de la mujer conocida como Hiroko. Su nombre resuena en su mente, tan familiar y a la vez envuelto en misterio. La lluvia sigue cayendo.

—Hikaru Inaba —se presenta, extendiendo su mano en un gesto de formalidad que se desvanece rápidamente con la calidez de la conexión humana.

Hiroko toma su mano, y Hikaru nota la firmeza de su apretón, la seguridad que emana de ella.

—Inaba... un apellido interesante —dice Hiroko con un destello de conocimiento en sus ojos—. Tiene raíces antiguas.

La conversación fluye naturalmente, y Hikaru siente cómo la tensión que ha cargado desde la boda comienza a disiparse. Hiroko habla con una confianza que sugiere una vida vivida lejos de las convenciones y expectativas tradicionales.

—Permíteme que te invite a una copa –le dice Hikaru al ver su consumición acabada.

—Tomaré lo mismo, gracias.

—Un bloody Mary y otro Hibiki doble para mí, por favor –le dice Hikaru al camarero.

Hikaru, tal vez animado por el alcohol, se siente tentado a compartir detalles de la carta recibida, inicialmente reacio, pero algo en Hiroko lo incita a confesar lo que le atormenta. No conoce a nadie con quien pueda hacerlo. Tiene que arriesgarse, quizás Hiroko pueda ayudarle.

La confesión de Hikaru sobre la carta recibida por error es recibida no con sorpresa, sino con una comprensión que lo deja perplejo.

—Hikaru, Tokio es una ciudad muy grande —dice Hiroko, mirándolo con una intensidad que corta la distancia entre ellos—. Detrás de cada rostro hay una historia, y algunas son más oscuras de lo que puedas imaginar.

Hiroko se inclina hacia adelante, su voz se reduce a un susurro confidencial.

—Esa carta que recibiste, ¿podría verla?

—Te la puedo enseñar sí, me ayudaría mucho tu opinión. Está en mi habitación, si me esperas vuelvo en un momento.

—Muy bien, pero no tardes, quiero ir pronto a descansar.

Hikaru apura el último sorbo de su whisky y de inmediato va a su habitación. Un momento después sale y se dirige a los ascensores para subir a la cafetería.

El ascensor asciende silenciosamente, llevando a Hikaru de vuelta al Sky Lounge. La adrenalina aún corre por sus venas, el encuentro con Hiroko ha dejado más preguntas que respuestas.

Se dirige rápidamente a la cafetería, pero el lugar donde estaban sentados ahora está vacío, las únicas huellas son las marcas de agua en la madera donde antes reposaban sus bebidas. Con el corazón latiendo en su garganta, se acerca a uno de los camareros.

—Disculpe, ¿ha visto a la mujer que estaba sentada conmigo? Su nombre es Hiroko —dice Hikaru, tratando de mantener la calma.

El camarero, con una expresión de genuina confusión, se encoge de hombros.

—Lo siento, señor. No recuerdo a ninguna mujer. ¿Está seguro de que estaba acompañado?

Frustrado, pero no disuadido, Hikaru se dirige a la recepción, donde la misma escena se repite. La persona detrás del mostrador comprueba sus registros, sus ojos deslizándose por la pantalla antes de levantar la vista hacia Hikaru.

—No hay nadie registrado en el hotel bajo ese nombre, señor Inaba. ¿Está seguro de que no se ha confundido?

La situación no tiene sentido. Hikaru está seguro de su encuentro con Hiroko, de su conversación y de la intensa conexión que sintió. Pero ahora, parece como si ella nunca hubiera existido.

Regresa a la cafetería y se sienta en el mismo lugar donde estaban, intentando reconstruir la secuencia de eventos. Cada palabra, cada gesto de Hiroko se repite en su mente, buscando una pista, algo que haya pasado por alto. Pero a medida que las horas pasan, la duda comienza a instalarse. ¿Fue real? ¿O fue una alucinación provocada por el estrés y el alcohol?

Hikaru sabe que debe seguir adelante, que debe concentrarse en el mensaje críptico de la carta. Sin embargo, el misterio de Hiroko no puede ser ignorado. Ella sabe algo, algo importante sobre la situación en la que él está envuelto.

Hikaru decide tomar una nueva ruta. Si Hiroko no estaba registrada en el hotel, tal vez haya otra manera de rastrearla. Recuerda su aspecto, su voz, cómo iba vestida y cualquier detalle podría ser clave. Se levanta, listo para adentrarse en la noche, en busca de respuestas en la ciudad de enigmas que es Tokio, donde la realidad parece ser tan maleable como la lluvia que aún cae sobre sus calles iluminadas.



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En el texto hay: crimen, japon, tokio

Editado: 05.05.2024

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