Kami

Koishigure

El teléfono de Hikaru suena, rompiendo el silencio tenso de su huida. Al ver el nombre de su madre en la pantalla, una mezcla de alivio y ansiedad lo inunda. Contesta, intentando mantener la calma en su voz.

—Hikaru, querido, tu prima Haruko y su esposo nos han invitado a cenar esta noche en el restaurante Koishigure en Shinjuku —dice su madre con un tono de alegría que contrasta agudamente con el estado de ánimo de Hikaru—. También vendrán tu hermana, su marido y Tetsuo. Será una bonita reunión familiar.

Hikaru, consciente del peligro que ahora lo rodea, intenta declinar la oferta.

—Mamá, realmente no creo que pueda —comienza, pero su madre, con la determinación que siempre ha caracterizado sus decisiones, lo interrumpe.

—No aceptaré un no por respuesta, Hikaru. Ha pasado mucho tiempo desde que estuvimos todos juntos. Además, Haruko insiste en que vengas.

Con un suspiro resignado y una sensación creciente de inquietud, Hikaru acepta.

—Está bien, iré —dice, mientras su mente calcula los riesgos de aparecer en un lugar público, especialmente en un área tan concurrida como Shinjuku.

La llamada termina, y Hikaru se queda con el teléfono aún en la mano. La cena en Koishigure, un conocido restaurante de Shinjuku, famoso por su ambiente acogedor y su exquisita cocina japonesa, no es precisamente lo que ahora querría. ¿Será una coincidencia esta invitación o algo más?

Hikaru se debate entre el deseo de proteger a su familia y la necesidad de protegerse a sí mismo. La idea de que alguien pueda estar usando a su familia para llegar a él lo llena de un frío temor. Sin embargo, sabe que no puede vivir en las sombras, especialmente cuando se trata de su familia.

Se sienta en la modesta habitación de la pensión a las afueras de Tokio, un refugio temporal que contrasta marcadamente con su apartamento en la ciudad. Rodeado por las paredes desnudas y el mobiliario básico, comienza a repasar mentalmente su situación, intentando hallar un atisbo de claridad en el caos que se ha apoderado de su vida.

Recuerda, con un detalle agudo, el momento en el onsen: el forcejeo, la caída del hombre, la sangre extendiéndose en el agua. Y luego, su huida precipitada. Sin embargo, un detalle le ofrece un pequeño consuelo: la llave que había dejado en la taquilla del hombre. Eso podría, al menos, sugerir que el hombre murió en un accidente, que se resbaló y se golpeó la cabeza. No había señales evidentes de un forcejeo, nada que pudiera relacionarlo directamente con esa muerte.

Este pensamiento le brinda un débil alivio. Aunque no disipa completamente el miedo y la culpa que lo atormentan, le da esperanza de que, tal vez, pueda evitar ser implicado en lo que realmente fue un trágico accidente.

Sin embargo, la sensación de seguridad es efímera. La amenaza que aún pende sobre él y su familia es demasiado real, y la cena en Koishigure se cierne en su mente como un posible movimiento intencionado. ¿Debería arriesgarse a ir y exponerse? ¿O debería mantenerse alejado y proteger a su familia desde las sombras? Cada opción lleva consigo sus propios peligros y posibles consecuencias.

Con un suspiro, Hikaru se pone de pie y comienza a prepararse para la cena. Decide que debe enfrentar la situación con cautela, pero también con la determinación de proteger a su familia a toda costa.

 

La entrada del restaurante Koishigure transporta a Hikaru a una época pasada, evocando la imagen de un Kioto medieval. La fachada está adornada con farolillos colgantes que emiten una luz suave y cálida, invitando a entrar y dejar atrás el bullicio de la moderna Shinjuku.

Un pequeño tori, como los que se encuentran en la entrada de los santuarios sintoístas, marca el umbral del restaurante, sugiriendo que cruzarlo es entrar en un espacio sagrado y apartado del tiempo. La vegetación que bordea la entrada, meticulosamente cuidada, pero dispuesta para parecer salvaje y natural, añade un encanto al lugar.

Al lado de la puerta, una pequeña fuente de piedra burbujea tranquilamente, y los árboles artificiales de cerezo en flor están iluminados con delicadeza, creando una ilusión de eterna primavera. La piedra y la madera se combinan para formar un camino que parece conducir hacia el pasado, hacia una versión idealizada y romántica del antiguo Japón.

La señalización en japonés, con sus caracteres tradicionales, promete una experiencia culinaria auténtica y una inmersión en la historia japonesa. Es un escape, un lugar donde la modernidad se encuentra con la historia, creando un refugio para aquellos que buscan un respiro del mundo exterior.

Al acercarse a la entrada, Hikaru no puede evitar sentirse cautivado por la atmósfera. A pesar de la ansiedad que lo acompaña, la promesa de una experiencia que rinde homenaje a la rica cultura japonesa es reconfortante. Con cada paso hacia el interior del Koishigure, se siente como si estuviera dando un paso atrás en el tiempo, hacia un periodo de Japón que solo ha conocido a través de los libros y las historias.

La familia ya está allí, esperándolo. Su madre le da la bienvenida con una sonrisa. Su hermana y su cuñado le ofrecen cariñosos saludos, y Tetsuo, su sobrino, corre hacia él con la inocencia y el entusiasmo que solo un niño puede tener.

Luego está Kaori, el marido de Haruko. Se presentan formalmente, y aunque Hikaru ofrece una sonrisa educada, su mente está en otra parte, evaluando si Kaori pudiera estar involucrado de alguna manera en los eventos recientes o si es simplemente otro familiar ajeno a la trama que se desarrolla.

Una vez completadas las presentaciones, un camarero con kimono los conduce a una mesa reservada, apartada y discreta. El ambiente del restaurante es íntimo, con luz tenue y decoración tradicional que refuerza la sensación de haber retrocedido en el tiempo a una era más sencilla y refinada.

La mesa reservada para la cena de Hikaru y su familia en el restaurante Koishigure es un enclave de intimidad y delicadeza. El espacio está delineado por paredes de madera oscura que realzan la sensación de privacidad y aislamiento del bullicio de la ciudad. Sobre ellos, una serie de estampas japonesas aportan color y vida, cada cuadro es una ventana a historias y mitologías tradicionales, y en el centro de atención, una gran imagen de un Tengu, una criatura mítica del folklore japonés observa la sala con su expresión enigmática.



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En el texto hay: crimen, japon, tokio

Editado: 05.05.2024

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