Yasuhiro

De vuelta a su habitación, con la noche ya cerrada sobre Tokio, Hikaru se sienta frente a su ordenador. Introduce todos los datos que tiene en el buscador. Los resultados comienzan a llenar la pantalla, trayendo consigo imágenes y artículos sobre el empresario desaparecido, un hombre cuya presencia en el mundo de los negocios parece tan grande como su repentina ausencia.

Las fotografías de Yasuhiro lo muestran como un hombre de porte distinguido, su cabello plateado peinado meticulosamente hacia atrás, sus ojos agudos y calculadores. Las páginas web de sus empresas hablan de su éxito, de la expansión y diversificación de sus negocios bajo su liderazgo. Yasuhiro no es solo un hombre de riqueza, sino también de influencia y poder.

Hikaru se recuesta en su silla, tocándose las sienes mientras intenta conectar los puntos. ¿Podría la desaparición de Yasuhiro estar de alguna manera relacionada con la carta que le fue entregada en la boda? ¿Es posible que la amenaza implícita en la carta y la desaparición de este magnate de los negocios formen parte de una conspiración más grande?

La carta hablaba de un cadáver y un pago pendiente, de consecuencias si no se seguían las instrucciones. La mente de Hikaru trabaja frenéticamente para desentrañar el misterio. La desaparición de Yasuhiro podría ser un secuestro con un rescate exigido o, peor aún, algo que ya ha ido terriblemente mal. Y ahora, con la muerte accidental del hombre en el onsen, Hikaru teme que cualquier acción que tome pueda tener consecuencias imprevisibles.

Yasuhiro, de 71 años y patriarca de una prominente familia de Tokio, es un hombre cuya vida y legado se entrelazan con los cimientos de la economía japonesa. Como dueño de varias empresas exitosas, ha forjado un imperio que abarca desde manufactura hasta tecnología avanzada, y su influencia se extiende a cada rincón del tejido empresarial del país.

Su hogar es un reflejo de su estatus: una residencia espléndida situada en una de las zonas más lujosas de Tokio, donde las calles están bordeadas de otros hogares lujosos y jardines meticulosamente cuidados. La casa de Yasuhiro, con su arquitectura tradicional japonesa que se fusiona con toques modernos, se erige como un santuario de éxito y prosperidad.

Viudo desde hace años y sin hijos que lleven su legado, Yasuhiro ha volcado su atención y esperanzas en sus cuatro sobrinos, quienes han crecido bajo su sombra y tutela. Kaori, uno de ellos, comparte la dignidad y la discreción que tanto caracterizan a su tío, aunque siempre ha mantenido un perfil más bajo dentro de la dinámica familiar.

Dos de los sobrinos de Yasuhiro ocupan puestos directivos en sus empresas. Han sido cuidadosamente seleccionados y preparados por él para continuar su legado, supervisando operaciones en dos de las fábricas más rentables y estratégicas del conglomerado de Yasuhiro. Estos sobrinos no solo heredaron responsabilidades corporativas; se espera que también hereden la perspicacia en los negocios y la ética de trabajo incansable que él siempre ha valorado.

La desaparición de Yasuhiro sacude los cimientos de esta estructura cuidadosamente construida. No solo sus empresas sienten la ausencia de su liderazgo, sino que la dinámica familiar también se ve afectada. Las preguntas sobre la sucesión y el futuro de sus negocios comienzan a surgir, y con ellas, las tensiones entre los posibles herederos. Yasuhiro no era solo un hombre de negocios, era el eje alrededor del cual giraba una extensa red de relaciones y lealtades. Su ausencia deja un vacío que va mucho más allá de lo personal, planteando interrogantes sobre la continuidad de su legado y la estabilidad de la familia.

Justo en ese momento la televisión, que había dejado Hikaru encendida, de repente capta su atención con el sonido distintivo de un boletín de noticias urgente. Se gira hacia la pantalla donde las palabras "Última Hora" parpadean seguidas por la imagen de Yasuhiro.

El presentador informa con un tono grave: "El empresario Yasuhiro, desaparecido hace días, ha sido hallado muerto en su coche en la prefectura de Chiba." Hikaru se acerca al televisor, su corazón latiendo con fuerza en su pecho. La imagen muestra una zona boscosa, una carretera estrecha y sinuosa que serpentea a través de colinas antes de desaparecer en un barranco profundo.

El presentador continúa, "El vehículo fue encontrado en un barranco cerca de Funabashi, donde Yasuhiro tenía una de sus fábricas y a la que solía visitar todos los jueves. Un vecino alertó a la policía después de avistar el coche oculto entre la maleza." La imagen cambia a una toma aérea del lugar del accidente, el coche apenas visible bajo la densa vegetación.

Hikaru se siente aturdido. La confirmación de la muerte de Yasuhiro le golpea como un mazazo. Las piezas del rompecabezas que ha estado intentando armar de repente parecen caer en un patrón más oscuro y peligroso de lo que había imaginado. La policía cree que fue un accidente, pero Hikaru no está seguro.

Con un profundo suspiro, Hikaru apaga la televisión. La oscuridad de la habitación refleja la oscuridad de sus pensamientos. Envía un mensaje de buenas noches a su mujer e intenta dormir un poco.

La oscuridad de la medianoche envuelve la pequeña habitación de la pensión, y Hikaru, exhausto por los acontecimientos del día, cae en un sueño inquieto. El repentino tono de una llamada de su teléfono lo saca abruptamente de su letargo. El destello de la pantalla en la penumbra muestra una llamada entrante, pero el identificador de llamadas simplemente lee "Desconocido". Hikaru se sienta en la cama, el corazón palpitando en su pecho, y duda durante un segundo que parece eterno antes de contestar.

"¿Hola?" Su voz es apenas un susurro en la quietud de la habitación. No hay respuesta, solo el vacío del silencio en el otro extremo de la línea. "¿Quién es?" insiste, pero el silencio persiste, implacable y ominoso. Finalmente, con una sensación de desasosiego creciendo en su interior, Hikaru cuelga.