Hikaru mira a su alrededor y contempla su amplio y lujoso apartamento en Lima. A sus 50 años, se siente atrapado entre dos mundos, dos culturas que han definido su vida. Nació en Tokio, hijo de madre japonesa y padre peruano. Su familia se trasladó a Lima cuando él era
aún un niño. Tras el fallecimiento de su padre hace 30 años, su madre decidió regresar a Japón, permitiéndole a él concluir sus estudios en Lima. Ahora, como directivo de una importante empresa multinacional, está a punto de regresar a su ciudad natal por motivos de trabajo.
Ana María, su esposa, lo observa con una mirada llena de emoción y preocupación mientras le ayuda a hacer sus maletas.
—¿Estás seguro de que esto es lo correcto? —le pregunta Ana María mientras dobla con cuidado una camisa y la coloca en la maleta.
Hikaru suspira y se acerca a ella.
—Sabes que es una oportunidad que no puedo dejar pasar. Y no sólo por el proyecto de la empresa. Tokio es donde nací, donde crecí. Me hace mucha ilusión ver a mi madre y a mi hermana, después de tantos años.
Ana María comprende la importancia de este viaje para él.
—Lo entiendo, cariño, pero estarás lejos de casa durante varios meses. Te extrañaré mucho.
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—Yo también te extrañaré, pero prometo que estaremos todos los días en contacto. Además, podría ser una gran oportunidad para que vuelvas a Tokio, ¿qué te parece? Hace muchos años que fuiste.
—Eso suena emocionante. Cuando te hayas instalado, ya veremos.
Unas horas después, Ana María, que ha insistido en llevar a su marido al aeropuerto de Lima, conduce su coche por las calles de la ciudad. El tráfico es caótico a esas horas, pero ella conduce con destreza, asegurándose de llegar al aeropuerto a tiempo para el vuelo a Tokio.
Hikaru mira por la ventana del automóvil, contemplando las calles que ha recorrido tantas veces en su vida. Lima ha sido su hogar durante décadas, y aunque está emocionado por la nueva oportunidad que lo espera en Tokio, siente una punzada de nostalgia por dejar atrás su vida en Perú durante unos meses.
Finalmente llegan al aeropuerto internacional de Lima. El momento de la despedida se acerca, y Ana María estaciona en el área de salidas internacionales. Ambos salen del vehículo y se abrazan con fuerza.
—Te extrañaré mucho —susurra ella, luchando por contener las lágrimas —. Te he traído un regalo. Toma.
—¡Un libro! Muchas gracias. Empezaré a leerlo en el avión.
—A ver qué te parece.
Con un último vistazo atrás, Hikaru se dirige hacia la entrada del
aeropuerto. Ana María lo observa hasta que desaparece entre la multitud, y luego, con un suspiro, regresa a su automóvil.
Después de la emotiva despedida, Hikaru se dirige hacia el mostrador de facturación. La fila es larga. Mientras espera su turno, saca su teléfono y decide enviar un mensaje a su mujer.
Hikaru: Ya voy a facturar.
Ana María: Acabo de llegar a casa, cuídate mucho. Hikaru: Lo haré.
Ana María: Y no te olvides de leer mi libro.
Después de facturar sus maletas y pasar por el control de seguridad, se encuentra en la zona de espera del aeropuerto. Busca un lugar tranquilo para sentarse. Saca el libro que le ha regalado su mujer, abre
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el envoltorio y se sorprende al ver el nombre de la autora. El libro se titula Érase una vez un matrimonio. El título le llama mucho la atención y se pregunta si Ana María ha escrito ese libro basado en su propio matrimonio.
Empieza a leer las primeras páginas. El suave murmullo de la sala de espera desaparece mientras se sumerge en la historia. A medida que avanza, se da cuenta de la habilidad que tiene Ana María para captar emociones y relaciones complejas.
Cuando anuncian el embarque para su vuelo a Tokio, sigue inmerso en el libro. Lo cierra con cuidado y lo guarda. Sabe que tendrá tiempo durante el largo vuelo para seguir disfrutando de la lectura.
El avión comienza a moverse por la pista de despegue y Hikaru siente una mezcla de emociones. Se acomoda en su asiento de clase business, disfrutando de la comodidad y el espacio adicional que ofrece. Coloca su equipaje de mano con cuidado en el compartimento superior y se asegura de que sus pertenencias personales estén a su alcance.
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