Katana: La leyenda de un Samurai

Capítulo 3: La Fábrica

Nos estábamos acercando a la fábrica. Pero habían varios Penitentes rodeando el lugar.

Los trabajadores estaban muertos. Sus órganos derramados en el suelo.

Los malditos ni se los comen... solo matan por deporte.

Teníamos que ser cuidadosos.

Las Katanas Elementales son diferentes a las que fueron forjadas al principio. A diferencia de las primeras. Las Katanas Elementales usan en Aura y Energía tanto del Espadachín, como de la Naturaleza para generar el Elemento y poder manejarlo. Es decir, la Katana es forjada únicamente para un Espadachín. El color del Aura determina el elemento que posee. Si su Aura es Roja, su elemento es Fuego. Si es Azul, su elemento es Agua.

Para comprobar el color del Aura, se usa una piedra muy rara y especial llamada Astralita. Una roca de forma irregular semitransparente. Provenientes del espacio; caen junto con los meteoritos. Sin embargo hallarlas es muy raro.

Con la Astralita no solo se puede ver el color del Aura. También su potencia. Entre más brillante sea el color más potencial tiene el Aura.

En la Academia, no hemos aprendido a usar Katanas Elementales, ese tipo de clases se ven en las Academias de Nivel Medio y Superior.

Los Espadachines de clase C usan Katanas de hierro. Sin la capacidad de usar elementos. Por lo general se usan a estos Espadachines para manejar el control social.

- Hermanito, tengo miedo...

La miré y le sonreí.

- Todo estará bien. Te cuidaré, y no dejaré que te suceda nada malo.

Ella asintió con una sonrisa tierna.

Me acerqué lentamente por la parte trasera de la Fábrica. No se veían demasiados Penitentes en ese lado.

Todos tenían formas y tamaños diferentes. Algunos eran peludos, otros con caparazón, otros con Plumas. Pero si tenían en común su color. Color negro azabache.

Absolutamente todos los Herreros estaban muertos. No se veían rastros de vida. Solo sangre.

Entre sin hacer ruido ingresé a la sala de Armas. Donde ya tendrían las Katanas listas.

El único problema...

Aún no se que Aura tengo. Y si no elijo la Katana correcta no seré un obstáculo para los Penitentes...

Miré a Rem.

Debo elegir la correcta.

El color de la Hoja determina el elemento. Comencé por una Katana Azul.

La agité algunas veces pero no ocurrió nada.

Maldición!... no nos han enseñado a manejar nuestra Aura. De nada me sirve intentarlo. Que debo hacer?....

Entonces recordé.

- El conserje... el señor Hashida... el dijo que me enseñaría. Debo hallarlo. Pero la Montaña Tosaki está a un par de días de la Aldea. No se si sobreviviremos...

Traje conmigo 5 Katanas Elementales. Rayo. Fuego. Agua. Viento. Tierra.

Alguna de estas me debe servir. No tengo tiempo. Por el momento debería refugiarme en la Academia y tomar algunas provisiones antes de partir.

Al intentar salir. Un Penitente merodeaba. Su forma era como la de un Lobo completamente negro y muy robusto.

No abrí la puerta más allá de lo que debería.

- Debo esperar... debo ser paciente...

El Penitente estaba buscando algo. Usaba su olfato para rastrear a su presa.

Elevaba su hocico y...

Nos miró directamente.

- Mierda!... ya sabe que estamos aquí... debemos correr... Ya!.

Tomé a Rem en mis hombros y corrimos lejos de la puerta que cerré inmediatamente.

La puerta fue atravesada por las zarpas del Penitente como si nada.

Usé la escalera que llevaba a la zona de almacenamiento de minerales.

Subí por las escaleras rápidamente antes que nos encontrara.

Nos ocultamos un rato.

Luego, un hocico se asomó por el conducto de ventilación.

El Penitente comenzó a morder todo lo que veía.

Rem gritaba del miedo.

Yo intentaba encontrar una salida.

- Piensa... piensa... - Murmuré.

No había salida más que una pequeña ventana por la cual sólo cabría Rem.

- Rem, necesito que salgas por esa ventana.

- No... no Hermanito. No otra vez. Me dejarán sola.

Estaba llorando.

Las mordidas hacían un orificio en el suelo donde nos encontrábamos. Se hacía más grande a cada mordida. No faltaba mucho para que cupiese el Penitente.

- Confía en mí Rem... tengo un plan.

Ella me mira a los ojos. Limpié sus lagrimas y ella asintió.

Se metió por aquella ventana que llevaba al exterior de la Fábrica. También le di 4 de las 5 Katanas. Ella en este momento se encontraba a 3 pisos del suelo.

Cerré la ventana y suspiré.

- Bien... es mi turno... - Murmuré.

En cuanto en Penitente intentó insertar sus garras en mi cuerpo, me deslicé por la superficie e incrusté la Katana Roja en su ojo. Ojo amarillo. Este se balanceó a un lado y otro por el dolor. Dándome espacio para salir.

Salté de la Zona de minerales y rodé al caer.

Corrí. Corrí tanto como pude.

La puerta estaba hecha añicos. No hubo necesidad de abrirla.

El Penitente se percató de mi huida y corrió detrás de mí.



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En el texto hay: demonios, novelaligera, samurais

Editado: 20.01.2020

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