Kathy: La historia de un ángel

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Entonces se sentó a su lado y le entregó un dibujo que ella misma había hecho. —Buenas tardes, está bonito pero muy oscuro —dijo Adolfo contemplando aquel papel. 
—Buenas tardes —respondió cortésmente ella y esbozó una sonrisa. 
—Eres la nueva del grupo ¿verdad? —preguntó Adolfo— ya me habían hablado de ti.
—Soy Kathy —dijo ella. 
—Como te decía, el dibujo es bonito pero está muy oscuro —y miró atento el papel— además... Yo no tengo ese color. 
—Pero la alegría sí —afirmó Kathy— tus ojos marroncitos están más negros que los mios. 
—Ah ¿perdón? —la observó medio molesto— apenas me conoces y ya te tomas esa confianza. 
Pero después de reflexionar, agregó:
— ¿Por que crees eso? 
—¿Tienes algún talento? —Preguntó Kathy— tal vez puedas sorprenderme.
—Me gusta escribir —dijo Adolfo— ¿por qué dices que mi alegría es negra?
—¿Escribir? —profirió Kathy— los escritores son pedantes y se mueren de hambre ¡También saben enamorar! Es lo único de bueno. ¿Te has enamorado alguna vez?
—Sí —respondió Adolfo.— Y ayer la pasé con ella. Mi primer cumpleaños con una chica. ¿Pero por que crees que soy triste?
—yo no mencioné tal palabra —dijo Kathy— eres tan afortunado pero te sientes desdichado.
—¿Afortunado? Ja.
—Claro —comentó Kathy— se, por ejemplo, que tienes padres que te quieren mucho ¡Y mira! una chica que acompaña tu cumpleaños. Yo en cambio estoy sola, mis padres lejos y con un miedo grande a la compañía. 
—Que trágico. —comentó Adolfo sarcástico— no creo que sepas nada de mi vida como para opinar.
—Es posible— dijo Kathy— pero comiendo más y dejando crecer un poco tu cabello ya no serías tan triste —sonrió— quizá nuestros ojos negros, quien sabe, vuelvan a su color natural algún día. 
—Nunca habría pensado en ocultarme con el cabello. No me avergüenzan mis defectos. 
—¡Oh! pero tal vez querrás mejorarlos.
Adolfo pareció muy intrigado
—Tú eres bastante guapa. 
—Lo sé.
—¿Por que entonces dices ser infeliz? 
—Ya lo debes saber, la belleza no lo es todo.
—¿Te enamorarías de un chico feo entonces?
—Yo creo que no —Respondió ella con una sonrisa coqueta. 
—Nada puede ser perfecto —Suspiró Adolfo.
Pero Adolfo volvió a comentar:
—Adoro escribir, pero no me sala nada. Nunca he escrito más que tonterías. La chica que me gusta, dicen que me corresponde pero no me le puedo declarar. Generalmente recibo burlas y yo sueño con callarlos escribiendo. Una ilusión tonta pensarías. Pero si la chica que me gusta me hiciera caso, mi vida cambiaría para bien, tendré las fuerzas para enfrentar las bromas pesadas y viviría lo que siempre he soñado hacer: besar, salir, rimar.
Adolfo se calló y miro atentamente a la joven. 
—¿Y que hay de ti? —le preguntó. 
—Me parece bien —respondió ella. —Si yo no fuera tan triste te amaría, pero tengo tantos miedos así como problemas. Nadie aguantaría mi mal carácter.
—Ella tiene buen carácter —dijo Adolfo— pero yo la callo cuando algo no me gusta. Solo eso creo hago mal. Quizá sea el miedo que tengo de que la molesten cuando está a mi lado lo que me hace tan así. Tal vez, ella no sea para mi. Y yo solo necesite una persona de carácter fuerte.
—Te has preguntado que deberíamos hacer para superar nuestros complejos —dijo Kathy.
—Tal vez amar como yo quiero hacerlo. Creo que al querer a alguien y ser correspondido, el autoestima se fortalecería y uno intentaría ser mejor a diario para merecer a esa persona.
—Muy interesante lo que hablas. Pero y si esa chica no te corresponde como dices que te han dicho.
—No seria la primera vez que me pase. —Pues decláratele entonces —Intentó animarlo— El año escolar acabará y por lo que sé, para ti ya se termina la secundaria. No creas eso de que las promociones se reunirán luego, nunca pasa. No esperes mucho el momento. Hazme caso, soy mayor que tu cinco años.
—No parece.
—Pero lo soy.
Adolfo se levantó de su asiento, cogió el papel en el que Kathy lo había retratado a lápiz, lo dobló y guardó en el bolsillo. Intentó retirarse con un apretón de manos.
—Así no se despide un chico de una chica, joven Adolfo.
Kathy acercó su rostro al de él y le dio un beso en la mejilla. Quedó anonadado.

 



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En el texto hay: romance, amor, primer amor

Editado: 16.07.2020

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