— ¿La conocen?
Se dice que en las profundidades de la isla, mucho antes de que los cementerios fueran levantados, antes de que el ejército estableciera sus bases, e incluso antes de que la ciudad moderna se alzara en sus cimientos, una figura misteriosa vagaba por los barrios y cerros como una sombra inquietante. Se decía que esta figura, esta bruja, era la verdadera dueña de aquellos territorios olvidados por el tiempo.
Pocos afirmaban haberla visto, y aquellos que lo hacían, lo hacían a riesgo de sus propias vidas. La describieron con faldas negras que rozaban el suelo, una camisa, y un manto blanco que velaba su rostro, dejando al descubierto solo uno de sus ojos. Un ojo que parecía penetrar el alma de quien se atrevía a mirarlo.
— Era como esas tapadas.
— Solo es una bruja.
En ese tiempo se rumoraba que durante las noches oscuras y silenciosas, la bruja recorría los vecindarios, acompañada de un sonido agudo de garras rasgando la tierra o del susurro de la tierra misma cediendo a su paso. Hablaban de su poderío, decían que era capaz de controlar el aire y la tierra con un simple movimiento de su mano.
Y en poco tiempo. Se convirtió en un mito urbano, una leyenda que fascinaba y aterrorizaba a partes iguales, especialmente para aquellos jóvenes en búsqueda de emociones nuevas y peligrosas.
Fue así como la leyenda tomó una nueva forma, un desafío que prometía la realización de un deseo si se cumplía con éxito.
“Si cumples el reto de la bruja, te regala un deseo”
— Te reto al juego de la bruja — declaró alguien con tono desafiante.
— ¿En serio? ¡Qué tontería! — respondió otra chica, llena de incredulidad.
— ¿Tienes miedo? — insistió la misma primera voz, con un toque de burla.
— No seas ridícula — contestó otra, tratando de sonar firme a pesar del nerviosismo que se notaba en su voz.
— Cobarde.
— ¡Bien! No tengo miedo — dijo otra chica al entrar al baño junto a un golpe de la puerta.
La atmósfera parecía cargada de tensión, como si la misma oscuridad del baño, fuera la incertidumbre que varios sentían cuando se hablaba de la bruja.
Así fue como la gran leyenda desorbitado en las mentes de los adolescentes, paginas web, periódicos y noticieros daban registro de personas que lograron escuchar o sentir su presencia, largas garras arrasaban por sus oídos y un húmedo movimiento pasaba por sus cuerpos.
— ¿Y bien? ¿Qué pediste? O, ¿fuiste una cobarde? — preguntó la joven al ver a su amiga salir del baño.
— Esa bruja no existe, ¡No pasó nada! — grito aquella adolescente— Solo es una tontería de niños.
— JAJAJA.
Aunque para algunos fue una maligna realidad, aquellos que se atrevían con el desafío simplemente desaparecían junto con la leyenda. Y aquellos que llegaban a sobrevivir, podían vivir sus vidas con tranquilidad.
¿O no?