Katu

CAPÍTULO 13: LA GRAN FAMILIA

Escondidos en el bosque de las montañas, las rocas empezaban a caer y la tierra se fragmentaba. Pero, no parecía importarle a esa niña de ropas sucias, que veía a siete serpientes comer de un monstruo.

Suspiro un par de veces, mientras acomodaba su falda negra y volteaba al oeste de todo, a la capital. Tan cercana como lejana que hasta las luces Led daban mucho que desear entre tanta neblina y edificios desenfocados a simple vista.

Una tremenda curiosidad, pero al mismo tiempo aberración descontrolada es lo que causaba a esa niña que su piel, poco a poco, se fragmentara hasta convertirse en una mujer.

— Algún día todo volverá a ser como antes — susurro para si misma. Triste, para luego ver a las serpientes comer.

En la noche. El grupo bajó del carro. Kaia con una vaga expresión, tomando de la manos a su sobrino. Sin dejar de ver todo lo que parecía tan familiar, pero a la vez, tan diferente. El edificio de cuatro pisos, tan antiguo de rocas, antes parecido a una moderna exhibición, se acercaba mucho a ruinas y los edificios residenciales, cubiertos por telas.

Posiblemente, habían sobrevivido a un ataque de monstruos.

Por un instante se sintió aliviada, viendo a esa escuela en donde había pasado las peores etapas de su vida, ahora la representaban por completo.

— Les daré un recorrido antes de mandarlos a sus casas.

— ¿Puedo dormir en la misma habitación de Kaia? Desde que salimos no he dormido solo — explicó Daniel, mientras un par de personas se acercaban con toallas limpias.

— Perdón, pero aquí separamos a los hombres de las mujeres — dijo Matias.

— ¿Nathaniel? ¿Kaia? — se escuchó de otra voz. Tan familiar que asombró a los dos adolescentes.

Volteando ante la presencia de un adulto vestido con buzo deportivo. Trotó hacia ellos y acompañado de una gran alegría, los abrazo. Aunque no fue correspondido.

— que maravilla, ¡están vivos! ¿Vinieron por el mensaje que dejamos en la radio?

— ¿Qué mensaje? — preguntó Nathaniel.

— Se promocionaron dos días después de empezar este infierno — respondió Linda cabizbaja al acomodar al bebe en sus brazos — La verdad como estaban cerca, pensé que vendrían.

— Entonces son estudiantes del internado — concluyó Matias, con una suave sonrisa.

— fueron buenos estudiantes — respondió el profesor — Kaia, deberías unirte al equipo de búsqueda. Fuiste una gran atleta, seguro tu cuerpo aún recuerda cómo correr —comentó emocionado al golpear la espalda de la chica — Nathaniel, ¿porque no vas al equipo reparaciones? Recuerdo que te gustaban las máquinas. Andando, los demás estarán felices de verlos.

Después de eso, los empujo al interior de la torre. Mientras Kaia jalaba a Daniel consigo. Sin saber que una pequeña barrera de tres hombres cubrió a Linda y al bebe.

— Tú. No eres del internado — susurró uno de los hombres

Linda nego.

— Entonces, bienvenida a casa.

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Kaia se encontraba en la cafetería al frente de un ambiguo lonche de solo una tostada y mantequilla, rodeada de una multitud bulliciosa que parecía ahogarla. Sentada en una mesa, con los auriculares puestos, intentaba bloquear el ruido, pero no podía evitar que su mente divagará hacia un lugar de incertidumbre y preocupación.

De vez en cuando, su mano pasaba por su cabello, tan limpio como su nueva ropa. Al fin dejando el olor a sangre y sudor. Sus ojos viajaban de un lado a otro, ocultando su rostro y buscando a alguien.

« Por favor, que no estén aquí » rogaba en silencio, su corazón latiendo con fuerza mientras intentaba ocultar su miedo tras una máscara de tranquilidad.

Entonces, una voz la sacó de sus pensamientos.

— Kaia — escuchó a su espalda. De Daniel, con una bandeja de comida y una suave sonrisa, mientras se sentaba a su lado — ¿como estas?

— Bien — respondió y volteó al chico — ¿Pasó algo bueno? ¿Todo normal?

Podría ser una pregunta simple, como compañeros desde hace una semana. Aunque, su expresión preocupada alarmó a Nathaniel.

“ ¿Todo normal? “ pasó de nuevo en la mente del chico.

— Todo normal — respondió él — el profesor me llevó al equipo de reparaciones con Daniel. Ah … y Oliver está ahí. Y al parecer, Emma también.

— ¿Comparten la misma habitación? — preguntó Kaia. Un poco más desesperada.

— No, no

— Ya paren — intervino Daniel. Muy serio — Podemos escapar por las rejas hacia el bosque. Pero …

Su pausa, creó incertidumbre en el grupo. Viendo al niño genio que siempre buscaba respuestas, Kaia no pudo evitar sentir una terrible presión en su pecho.

— Por lo que vi, solo el grupo de atletismo puede entrar y salir — siguió hablando.

Ella apretó sus labios. Al fin, demostrando su preocupación.

— Te invitaron a ese grupo, es nuestra oportunidad — volvió a hablar el menor.

Kaia iba a responder, un poco triste. Cuando, fue interrumpida por una voz que escarapelo su espalda.

— ¡Nath! — era un grito estrepitoso de un adolescente.

Oliver Drake, un ex estudiante del internado, un amigo cercano de Nathaniel y uno de los acosadores Kaia. Con su cabello negro, y ropa sucia, se acerco.

Sus brazos se extendieron en un abrazo que duró unos segundos hasta que sus ojos se posaron en Kaia.

— Wow … sigues viva, campesina.

Fue lo único que logró articular, retrocedió un paso y dejó a Kaia con un nudo en la garganta. Su expresión, que siempre parecía cargada de malicia, se clavó en ella.

— Que bueno — respondió con sarcasmo, mientras esbozaba una sonrisa — Se estaba poniendo aburrido la nueva “vida”

Después de la provocación de Oliver, Nathaniel sintió una oleada de enojo recorrer su cuerpo. No quería volver a quedarse en silencio e impotente mientras, kaia era tratada de esa manera.

— Ahora somos familia — declaró Nathaniel con determinación, su voz resonando con una fuerza que no había mostrado antes — Nuestros padres se casaron antes de este apocalipsis.



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En el texto hay: mitologia, romance, aventura

Editado: 15.09.2025

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