En los años 1450 una solitaria y sencilla cabaña, a las afueras de un pueblo, adentrados un poco en el bosque circundante; vivían un par de hermanos. El mayor, un joven de 16 años, cabellos rojos como el fuego hasta arriba de los hombros, y de ojos rojizos; persona inteligente y pacífica; su hermana menor, una niña de 14 años, cabellos rojizos a la cintura y ojos castaño claro; de personalidad enérgica y risueña. Ambos hermanos lastimosamente repudiados por el pueblo, uno por creerlo un brujo o demonio debido a su apariencia y la otra por vivir bajo el mismo techo.
Aunque llevaban una vida difícil al estar solos desde que tenían uso de razón, disfrutaban lo más que podían cada momento de sus vidas.
-¡Edwin, levántate, vamos!- decía su pequeña hermana con una sonrisa. Ella movía por los hombros a su hermano mayor que permanecía dormido todavía en su humilde cama.
-Katherine, ya voy unos minutos más- se removió en su cama cubriéndose por completo con las sabanas, todavía no quería despertar. Quedando visible solamente sus cabellos ondulados y rojos desparramados por la almohada.
-Pero Ed, hoy toca reabastecernos y si llegamos tarde el mercado se llenará de gente- volvió a sacudirlo para despertarlo nuevamente. Katherine sabía que tenían que ir temprano para no toparse con muchas personas más que a los vendedores y así evitar agresiones a ellos, aunque los vendedores también los veían con desprecio, mientras se les pagara lo pedido no había problema. -¡Además hoy podremos comprar carne y pan! ¡Hemos ganado mucho con la venta de las plantas medicinales!- Katy estaba muy feliz, y es que para sobrevivir habían tenido que aprender de todo; ambos cultivaban un pequeño huerto de verduras. Y Edwin quien era el que sabía leer, además del hecho de vivir siempre rodeado de naturaleza, había logrado hacerse de algunos conocimientos sobre plantas medicinales; las que recogían y Katherine se encargaba de ir al pueblo a venderlas ya que a ella no la atacaban como a Edwin. Claro que él siempre la acompañaba resguardado bajo una capa que impedía que pudieran ver su cabello y ojos.
-Bien, bien, tienes razón, me alistaré y saldremos- dijo Edwin suspirando y sacando su cabeza de debajo de la sabana.
Esto puso muy contenta a Katherine. Una vez listos salieron ambos de la cabaña, Katherine iba con un lindo y muy sencillo vestido, ella cargaba la canasta de compras; en cambio Edwin aparte de su ropa de diario llevaba la capa que lo cubría casi por completo, para así poder evitar que la gente se molestara más.
Llegando al pueblo empezaron a recorrer los puestos comprando solamente lo necesario para ellos y como ya lo habían supuesto, los pueblerinos no tardaron en dedicarles miradas de desprecio, acción que ellos ignoraron como siempre, concentrándose solo en sus compras.
Ya habían terminado y regresaban ambos a su hogar cuando Edwin se dio cuenta que unos hombres los estaban siguiendo, rápidamente tomó la mano de su hermana y empezó a caminar más rápido desviándose del camino.
-Ed, ¿Por qué nos desviamos, a dónde vamos?— preguntó Katherine confundida al ver que se alejaban del camino a su casa.
-Calla, no voltees y sigue caminando, nos vienen siguiendo- habló en voz baja Edwin. –Dame la canasta parece que tendremos que correr dentro de poco.- continuaba hablando en voz baja, dándose cuenta de que sus perseguidores cada vez estaban más cerca.
Caminaron por unas calles más, tratando de perderlos entre el bullicio de la gente, pero no lo lograban, cada vez que avanzaban, se daba cuenta de que les bloqueaban diferentes puntos de salida, entonces en ese instante supo que intentaban rodearlos. Reforzó el agarre en su hermana y al girar por una esquina empezó a correr con todas sus fuerzas con Katherine detrás de él tratando de seguirle el paso. Siguieron corriendo tratando de buscar desesperadamente una salida, sin embargo, Ed sabía que tenían que detenerse un momento a tomar aire pues Katherine ya estaba demasiado cansada.
-Kat descansemos un rato aquí- se detuvieron en una pequeña plaza donde no había casi nadie. No tenían mucho de haber parado cuando un ruido proveniente de una de las calles alertó a Edwin, tarde se dio cuenta de que los habían rodeado. Edwin automáticamente colocó detrás de si a su hermana protegiéndola con su cuerpo, en lo que planeaba como escapar de allí. En eso estaba cuando de pronto sintió un fuerte golpe en la cabeza, acompañado de un insulto; desequilibrándolo y dejándole un dolor agudo.
-¡Ed!- escuchó gritar a su hermana muy asustada. Edwin al recomponerse se dio cuenta de que los que los rodeaban estaban armados con palos y piedras y que más gente se iba acercando, otros solo apartaban la mirada haciéndose los desentendidos mientras que muchos otros daban ánimos a sus agresores y miraban como si todo eso fuera un espectáculo. Esto era serio. Tenían que salir de allí cuanto antes. Una segunda pedrada llegó golpeándole otro punto de su cabeza, quitándole por la misma fuerza del golpe la capucha que lo cubría, revelando así el color de sus cabellos y ojos; esto al parecer enfureció más a la multitud quienes sin compasión empezaron a insultarles y lanzarles todo lo que tenían. Edwin solo atinó a dar media vuelta y abrazar a su hermana para así protegerla con su cuerpo, esto hizo que Katherine se diera cuenta de que su querido hermano sangraba de la cabeza. -¡Ed, hermano, estas herido!- Katherine estaba asustada. Y es que hasta ahora el pueblo les mostraba tal agresión, ella no comprendía como era posible que fueran así con ellos, si ellos no les habían hecho nada, simplemente trataban de llevar una vida en paz sin incomodar a nadie.