A partir de ese día, la situación no fue para mejor. A medida que Kilian crecía, el miedo a que sus poderes lo hicieran con él y la profecía se cumpliera, estaba presente. El secreto que lo envolvía ponía cada vez más en peligro a la manada.
El poder del viento no había ocurrido desde aquella vez cuándo Kilian era pequeño. Pero estaba la posibilidad de que surgiera de vuelta y el clan estuviera envuelto en el problema.
No era nada fácil hacerlo entrenar en secreto por si volvían sus poderes, debía estar en el territorio de sus antepasados sin saber que lo era, para recuperar energía. El recorrido al Bosque Lertas era agotador, debía pasar por todo el Territorio Hombres-Lobo, siguiéndole el Territorio Vampiros, el Territorio Trolls, el Lago de las Sirenas y, antes de llegar a la zona de las Hadas, aquel bosque. Éste les había pertenecido a los antiguos Farkas antes de su aniquilación masiva, dónde sólo aquel que tuviera la sangre característica de ellos sobreviviría, el que no la tuviera; agonizaria con los árboles de testigos.
Esteban había acompañado a Kilian en aquel trayecto cada día, sin importar cómo estuviera el clima. Esperaba fuera del bosque -para no caer muerto sobre el suelo- durante horas, hasta que Kilian salía sudado de entrenar como lo haría si fuera hombre lobo.
Kilian desconocía su verdadera naturaleza, para él era un hombre lobo en desarrollo. Pero los años pasaban, y a Maat y a Esteban se les complicada cada vez más mantener en secreto el verdadero ser del joven. Puesto que sí Kilian lo descubría, podría ocurrir un desequilibrio en su vida que lo afectaría y, probablemente, también a todas las criaturas.
Faltaba un año para que Kilian cumpliera 18 años, edad dónde todos los poderes de un Farkas despiertan. A temprana edad se manifiesta un poco de uno de sus poderes, que comprueba que no es un inválido.
En tiempos pasados, si un Farkas de pequeño no manifestaba su poder, indicaba que era un inválido y una desgracia para la familia. Debían ser apedriados frente a la comunidad y hasta no ver que dejaran de respirar, continuarían los maltratos. Sólo eran niños, pero eran una maldición para la población.
Maat, con el conocimiento de esa vieja costumbre en aquella especie, sentía un alivio al saber que Kilian no estaba en aquel tiempo. Pero sentía terror por el hecho de que no era un inválido en el presente.
Su lado paterno se negaba a permitir que Kilian fuera dañado o dañe a alguien más. No le concedería al destino el honor de destruir a su hijo. Pero entre lo que uno quiere y no quiere, las cosas pueden cambiar para bien o para mal.
《•》
Una espada cortaba el aire con gran voracidad, la agilidad con la que era manejada era impresionante. Era sostenida por un joven que en su interior guardaba un poco de oscuridad, con el pensamiento de que estaba despellejando a alguna criatura, con la intención de querer hacer realidad su deseo de correr sangre. Pero toda esa maldad, era ahuyentada por el recuerdo de Maat y sus frases que te llevaban a la luz.
"La oscuridad nos abraza fuertemente sin querer soltarnos, nos guía hacia la maldad y perversidad, pero la luz con un delicado roce; logra tocar nuestros corazones ennegrecidos. La cuestión es a cuál elegiremos y a cuál rechazaremos"
El recuerdo logró apartar a Kilian de su cegamiento, pero permitió que la confusión lo invadiera. Cómo era posible que cada día en aquel bosque ocurriera lo mismo, que la maldad quisiera apoderarse de su ser y manipularlo para hacer daño. Tenía temor de que algún día ocurriese lo indeseado, no quería lastimar a nadie pero algo en su ser lo empujaba a hacer todo lo contrario a lo que Maat le había enseñado.
Si en un año pasaría a ser de un simple miembro de la manada a ser su líder, debía despejar su mente de toda oscuridad e intentar que la luz ocupara su ser.
Pobre iluso, no se imaginaba que el destino tenía planes totalmente distintos a los suyos.
Un grito ensordecedor lo sacó de sus pensamientos. Corrió hasta salir del bosque para ver a Esteban sangrando, con un cuchillo clavado en su abdomen. A su costado divisó a una bella mujer con un tono de rosa claro en su piel, no logró ojear mucho tiempo su cuerpo, porque sintió un golpe en su nuca que lo dejó en estado de inconsciencia.
5 horas más tarde.
Con dificultad abrió sus ojos y mientras estos intentaban acostumbrarse a la luz del lugar, el dolor en su nuca le dio la bienvenida a la conciencia.
Cuándo sus ojos lograron admirar el lugar en dónde se encontraban, se abrieron con sorpresa cuando lo reconoció por uno de los mapas que había en la guarida de la manada. Estaba en Territorio Hadas, sus criaturas poseían una belleza extrema, al igual que su maldad.
Una voz que desconocía lo sacó de su tormento.
-Veo que despertaste muchacho, bienvenido a Territorio Hadas.
Al guiar sus ojos hacia dónde provenía la voz, sus ojos reconocieron el rostro de la joven hada, era la que había herido a Esteban.
- ¡Dónde está el hombre que heriste, dímelo ahora antes de que te arranque esas pequeñas alas!
Cabreado se expresaba, la furia lo estaba cegando. Pero cómo siempre, uno nunca puede saber lo que va a ocurrir.
- Tranquilízate, pedazo de lobo sarnoso. Tu amigo está disfrutando de los manjares de mi tierra, está sentado a tu izquierda.
Su vista viajó hacia dónde el hada apuntaba, para ver a Esteban devorar todo un banquete cómo si no hubiera comido en años.
- ¡Esteban, estás con vida! Grandísimo lobo pulgoso, pensé que habías muerto, me tenías preocupado.
- ¿Qué onda ser del mal? Deberías probar esto, no sé qué es pero sabe genial.
El hada, que aún Kilian desconocía su nombre, expresó con desprecio:
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Editado: 13.02.2021