Cuándo Esteban era niño, su madre le había dicho que debía medir sus palabras. Constantemente metía la pata donde no debía y eso terminaba con un sermón y sin juguetes por semanas. Pero aún así y aunque intentó, nunca logró cerrar su boca.
Ahora, estaba sintiendo una nostalgia por aquellos momentos. Absolutamente todos estaban mirándolo con una mirada que no prometía buenos deseos.
- Lo quiero fuera de mi reino, en este instante.-
Nunca habían escuchado una voz tan potente, tan decidida. La reina estaba expulsando a Esteban del Territorio Hadas.
Kilian sintió que debía intervenir, antes de que Esteban metiera más y más la pata.
- Nos iremos sin causarles más problemas su Majestad, perdonenos la vida por la imprudencia de mi acompañante.
Luego de decir aquello, hizo una delicada inclinación ante la reina, demostrando respeto. Pero no fue hasta que escuchó lo que dijo la fémina, que levantó su cabeza con brusquedad.
- Me has entendido mal, joven. El que es expulsado de mis tierras es tu amigo, no tú. Te quedarás aquí hasta que yo deseé que te retires.-
Esteban, al escuchar esto replicó instantáneamente. Pero los soldados se lo llevaron demasiado rápido, para que no haga más revuelos.
- Si intentas escapar o ayudar a tu acompañante, tu manada no sobrevivirá a mis ataques.-
Eso logró enmudecerlo, pero sólo por un instante.
- ¿Por qué me quieres aquí?-
- Porque siento algo especial en ti que llama mi atención.-
La reina ya había distinguido el tipo de sangre que tenía Kilian, pensó que no llegaría a vivir por tanto tiempo para ver al ser que destruiría a todas las criaturas en un futuro.
No dejó que Kilian siguiera preguntando, porque le dio una propuesta - que sonaba más a una orden- que no podría rechazar.
- Te daré un recorrido por el castillo.-
A Kilian no le quedaba más opción que seguir a la robusta mujer y a los soldados que caminaban firmemente.
Pasaron por tantos pasillos que su mente no lograba recordar por dónde habían empezado ni por dónde estaban yendo. Vio pasar tantos cuadros, con rostros desconocidos y con narices que no parecían naturales. De todas formas, se deslumbró con la belleza de cada ser enmarcado en las pinturas.
Mientras tanto, la Reina buscaba la forma de darle a conocer a Kilian su verdadera naturaleza.
Se le ocurrió una idea, que rompía con varias reglas del reino, pero que valía la pena.
- Acompañame joven, quiero mostrarte algo.-
- Mi nombre es Kilian, Majestad.-
- Kilian. Interesante nombre. Ese le perteneció al primer Farkas en pisar la tierra, según las leyendas.-
Kilian desconocía ese dato, desconocía todo sobre su sangre.
- Por aquí.-
Se adentraron a un largo y angosto pasillo, falto de luz y calor.
Si Esteban estuviera ahí, estaría muerto de miedo.
《《•》》
Mientras tanto Esteban:
Luego de ser golpeado por varios soldados, escupido por varios nobles y tener el orgullo herido por las miradas de desprecio de las damas; fue sacado del Territorio Hadas a rastras.
Pero su instinto seguía intacto. Sabía que la reina tenía otras intenciones, tenía la sospecha que ella sabía quién era Kilian. Y eso, no prometía nada bueno.
Su cuerpo "humano" se transformó en un gran lobo gris, a una gran velocidad corrió en cuatro patas. Debía llegar rápido a su territorio, para avisarle a Maat lo que estaba ocurriendo y lo que se podría desatar.
El trayecto fue largo, su respiración era entrecortada. Apresurado entró a la guarida, donde divisó a Maat sentado cómodamente en un sillón con taza en mano.
- Maat, tenemos un gran problema de color rosa, robusto y con intenciones de despertar el desequilibrio de la naturaleza en Kilian.
- Primero, buenas tardes. Segundo, espero que estés bien, yo lo estoy. Tercero, lindos moretones. Cuarto, ¿¡Qué mierda está pasando con Kilian!? Te dije que lo cuidaras, Esteban.
- Lo sé, Maat. Eso estaba haciendo, pero una mujer me deslumbró con su belleza y pum...me clavó un cuchillo.
- Cuántas veces te he dicho que no te embobes con las mu...¿Te clavó un cuchillo?
Maat miraba con desconcierto a Esteban, no entendía lo que estaba sucediendo y la lenta explicación de su amigo lo estaba desesperando.
- Sí, luego llegó Kilian y también se quedó embobado. Pero ella fue rápida y lo golpeó en la nuca. Al rato vinieron dos mujeres más y nos llevaron por un camino que desconozco. Desde ahí perdí el conocimiento, hasta que desperté en Territorio Hadas. Ahí fue cuándo...-
- ¿¡Territorio Hadas!? ¿¡Qué carajos Esteban!?
- ¡Ya déjame terminar mi explicación! Joder Maat, te pareces a tu tía la chismosa.
- ¡Entonces apúrale con la explicación!
- Ya va, ya va. Como te decía, llegamos a ese territorio y recuperé la conciencia. Había un gran banquete a mi izquierda, del lado derecho tenía a Kilian sentado en una silla y atado de manos y pies. En frente mío estaba la mujer que me había herido, me dijo algo que hizo que mi apetito cobrara vida.
- ¿Qué te dijo?
- Que se llama Adelia, que es la hija de la reina y que será la futura esposa de Kilian.
- ¿Cómo que "futura esposa"?
- Si no aceptamos esa unión, el Territorio Hombres Lobo dejará de existir, completamente.
El poder de las Hadas, aunque cueste creer, es mayor que el de los lobos.
Si un hombre lobo se encuentra con un pequeño hada, su muerte es asegurada. Desde que evolucionaron, su poder es inmenso. Se creé que cuándo asesinaron a los Farkas, el poder de estos fue transmitido a las criaturas que ejecutaron los asesinatos y se fue pasando de generación en generación.
Las hadas y los vampiros compiten por el poder, están igualados. Uno se lleva toda la sangre de un cuerpo, mientras el otro logra entrar en él y romper sus huesos en un segundo. Adivinen cuál es cuál.
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Editado: 13.02.2021