Kilian

Capítulo 4.

El frío pasillo conducía a una puerta grande y gruesa, donde Kilian y la reina caminaban lado a lado para llegar a ella.

La incomodidad era palpable, la ansiedad de Kilian era percibida por la reina, y el entusiasmo de ésta era apenas demostrado.

- Detrás de esa puerta, se esconden secretos que ninguna otra criatura podría descifrar. Sólo los grandes valientes de corazón lograrían seguir respirando luego de cruzar esta puerta. Para mi suerte, aún puedo seguir pasando por ella.

Bastó con un chasquido, para que la puerta se abriera.

Kilian no tuvo miedo, la incomodidad y ansiedad se esfumaron. Sintió un sentimiento de familiaridad en su pecho, una calidez lo desbordaba. Desconocía todo, se desconocía a sí mismo.

Se adentró a la habitación y logró divisar pilas de libros, cofres y vestimentas antiguas.

Cada paso que daba, lo conducía a un futuro que nadie imaginaría, sólo aquel que trazaba su destino.

- Aquí yacen las historias de seres que han sido asesinados por su naturaleza, criaturas que no pidieron nacer con esa forma de ser.

Kilian notó que por la mirada de la reina un sentimiento cruzó, la pena inundó el rostro de la anciana al verse vulnerable por un momento. Carraspeo un poco, para continuar con lo que planeaba decir.

- Cada libro contiene todos los detalles de la vida de un Farkas, sus poderes y cómo lograban manejarlos, sus costumbres e ideales. Quiero que los leas y me informes cada detalle interesante que pueda servirme, antes de que caiga la noche.

- ¿Por qué haría eso?

- Porque dudo que quieras que esos lobos queden rodeados de fuego y que lo que quede de tu manada sean cenizas.

Ya no había rastro de vulnerabilidad, sólo el cinismo en carne.

Ninguno de los dos dijo nada, la reina soltó una sonrisa de soslayo y dio media vuelta para marcharse, pero se vio interrumpida por Kilian.

- ¿Por qué me hace hacer esto, qué quiere de mí?

Aún sin darse la vuelta, la reina respondió:

- Todo a su tiempo Kilian, no apresures lo que no se debe.

¿Qué ironía, verdad?

Dicho eso, se marchó por el mismo pasillo por el que ambos habían entrado rato atrás.

Kilian quedó solo en aquella habitación, solo con miles de historias sin contar.

- No permitiré que una anciana decida qué debo hacer, a la mierda con su poder. No leeré esos libros.

 

Tres horas después. 

- Puede creer que todos los Farkas tenían los ojos celestes, porque así como nos hipnotiza el cielo con sus colores, sus ojos adquirían las tonalidades de éste a medida que iba cambiando el horario. Pero sólo cuando eran mayores de edad y tenían adquiridos sus poderes.- Kilian tomó un largo respiro, para poder continuar con su relato- Pero desde que nacían hasta ese momento, tenían los ojos negros como la noche, listos para llevarte al abismo.

- Dime más, Kilian.

- Los Farkas tenían el cabello negro, su tez era blanca como la luna y sus hoyuelos dignos de enamorar a todas las criaturas. Pero esa era la máscara de la frívola naturaleza que los caracterizaba.

- Eran asesinos a sangre fría, monstruos para todas las criaturas. Eran seres que tenían oscuridad en su alma.

- En su oscuridad encontraban luz sólo aquellos que tenían su misma sangre, eran malvados para ocultar sus debilidades.

Eso capturó toda la atención de la reina, algo estaba por suceder.

- ¿Qué debilidades tenían, Kilian?

Los grandes ojos de la reina lo miraban atentamente, listos para observar cada movimiento que hiciera el joven.

- Sus seres queridos.-  Kilian miró el suelo con angustia, pues empatizaba con aquellos seres fallecidos.-  Cada día debían ver cómo la naturaleza de su especie se apoderaba de las vidas de lo que amaba, convirtiéndolos en monstruos, sin poder objetar nada.

-¿Dices que ellos eran víctimas de la naturaleza?

-Todos lo somos, pero ellos lo fueron más. En sus libros narran el sentimiento de estar encerrados en sus cuerpos, el sentir que alguien los controlaba y que ellos no podían hacer nada para evitar los asesinatos》

La reina notó un importante detalle, Kilian se estaba conectando profundamente con los sentimientos de sus antepasados. Eso aceleraba el proceso.

《Ellos no manejaban sus poderes, ellos eran manejados. Sólo podían estar en paz cuando entraban al bosque en el que habitaban en la noche, lograban estar con sus amigos y familiares con gran felicidad. Pero cuando el día llegaba y el sol hacía su aparición, las cuerdas que los manejaban, también. 

Una tormenta se acercaba sigilosamente.

- Kilian, esos libros que has leído fueron escritos por Farkas en su época y sólo ellos podían leer sus escritos.

El primer relámpago iluminó toda la habitación en la que se encontraban.

- Sí, eso se cuenta en uno de los libros, se llama El llanto del Monstruo o algo así. 

El primer trueno fue escuchado. 

- Oh, así que ahí se habla de eso.

Las primeras gotas tocaron el vidrio del castillo. 

- No tanto como me gustaría, sólo mencionaba eso.

Le siguieron más gotas.

La reina fijaba cada vez más su vista en Kilian.

- Me extraña, puesto que sólo un Farkas podría leer todos los libros que has leído, cuando vos has podido con solo ser un hombre lobo. ¿Por qué eso eres  verdad?

La tormenta se desató. El viento sacudió los árboles y las aves volaron buscando refugio.

La reina tomó la taza de té que tenía en mano, acercandola a sus finos labios. Con tranquilidad tomó el líquido, para luego llevar su vista al joven.

Kilian ya no tenía sus ojos de color negro, tenían la unión del relámpago y el cielo, tenían el desorden de la naturaleza. 
 




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