Mi cabeza. Duele.
Supongo que fue un golpe bastante fuerte el que me di.
Me removi entre las sábanas sintiendo al instante un dolor punsante en mi espalda.
Suspire y me incorpore sentandome lentamente en el futon.
Debería resumir el hecho de porque estaba en cama a esta hora, considerando que todavía era temprano para almorzar.
Pensar en comida hace que mi estomago haga sus típicos ruidos extraños cuando tengo hambre.
—Ya estas despierta — gire mi rostro en cuanto oí la puerta ser corrida con suavidad.
—Kasen-san, ¿todavía es necesario que me quede en la cama? — pregunte sin molestarme en ocultar mi frustración.
No era muy emocionante el hecho de tener que permanecer en cama mientras los demás continuaban con sus respectivos labores.
Este me miro frunciendo el ceño, en señal en que no era necesario preguntar lo obvio.
—Estoy seguro que la medicina que te dejo Yagen hará efecto pronto — comentó aquello ignorando mis quejas para luego colocar una bandeja frente a mi.
—Avena de arroz —sonreí con alegría al ver el tazón con lo que más disfrutaba, el humeante aroma dulce que desprendía dejo un agradable sabor en mi boca.
—Huele bien —Acerque el tazón más a mi regazo para poder disgustar con mayor facilidad.
—Sabia que iba a gustarte, por eso Mitsutada lo hizo para ti —
Shokudaikiri-san es muy amable. Debo agradecerselo después.
—Vamos, come. Luego en la cena podrás salir con todos. — Asentí con emoción y comence a comer.
Luego de un rato Kasen-san abandono mi habitación para que pudiera descansar. Yo por mi parte sentía mis párpados cada vez más pesados por lo que – supuse – me quede dormida.
No tuve más conciencia después de haber comido.
•••
Por otro lado el pelimorado después de dejar la habitación de la chica se dirigió a la cocina en donde cierta espada con parche se encargaba de la cena – aunque más que eso parecía un tanto perdido en sus pensamientos al no escuchar la llegada de Kasen.
—Ella esta dormida — comento el pelimorado al notar la expresión del de orbe dorado.
—Ya veo. Eso es bueno — murmuró aquello más para si mismo pero que de igual manera su acompañante logro oír.
—¿Cuando vas a decírselo?— esa pregunta tan repentinamente directa por parte del pelimorado tomó por sorpresa a Shokudaikiri.
—Sabes de que hablo —pro siguió Kasen al no recibir respuesta por parte del peliazul.
—De tus peligrosos sentimientos—su tono de voz era serio pero denotaba preocupación.
«Peligrosos»
Por supuesto que eran peligrosos.
Cómo podía no estar cerca de ella sin sentir que podía hacer algo que no debía, y sobre todo dejar en evidencia sus desbordantes sentimientos.
Fue algo que no pudo evitar que pasara aunque lo deseara.
Ya no era una espada. Ahora era un humano capaz de experimentar ese tipo de emociones.
Sin embargo..
Como dijo Kasen, era peligroso.
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Editado: 24.08.2019