Knoxem

Capítulo 3: Entre pasillo y pasillo.

—La Academia se conforma por cuatro niveles y a cada uno se le adjudica una estrella como insignia para diferenciarse—comencé a explicar mientras unos veinte pares de ojos me miraban atentos—. El Nivel Bronce, en el que están ustedes ahora, es el nivel básico y les corresponde una estrella de tres puntas color bronce que deben llevar a la vista todo el tiempo que estén aquí.

—¿La estrella nos la entregarán a fin de año?—preguntó una chica pecosa que estaba al frente del grupo grabando con su dispositivo de muñeca. Noté que desde que salimos del sum me seguía muy de cerca, al punto en que si frenaba de golpe podría chocar contra mi espalda.

—No—dije sacando el estuche en donde estaban las estrellas para entregárselo a ella—. Se los iba a dar cuando termináramos el recorrido pero para economizar el tiempo, vayan pasándoselas entre ustedes.

—¿Así nada más?—se quejó la misma chica mientras se colocaba la insignia arriba del pin de su clan.

—Solo se hace una ceremonia para la entrega de las demás estrellas porque esas se ganan, ustedes para conseguir la de bronce solo se inscribieron—expliqué—. Notarán que conforme vayan subiendo de nivel, se les irá agregando una punta a su estrella, como pueden ver—señalé la que yo traía en el pecho izquierdo—, la mía es de plata y tiene cuatro puntas porque pertenezco al Nivel Plata. Cuando asciendan al Nivel Oro será una estrella dorada de cinco puntas, y por último, el que le sigue es el Nivel Diamante con una de seis puntas echa del mismo material, a esta estrella la verán seguido en la mayoría de sus instructores.

Volví a retomar el camino por el largo pasillo mientras intentaban seguirme el ritmo. 

—Entonces tú solo estás a un nivel por encima de nosotros—oí comentar a mis espaldas. Sabía que esa voz correspondía a uno de los chicos grandulones que se reían y burlaban de vez en cuando del funcionamiento del lugar, por lo que no necesité voltearme ni detenerme a dirigirle una sola mirada.

—Sí—contesté secamente sabiendo hacia dónde iba con ese comentario.

—Así que no será gran cosa ascender—dijo burlonamente como si el hecho de que yo haya podido subir de nivel significara que cualquiera podría hacerlo sin problemas. Se oyó unas risillas masculinas acompañar su comentario. 

—No voy a negar que tu confianza te ayudará aquí—decidí contraatacar sutilmente—, porque eres grande y fuerte, pero también estúpido y hablador. Si no cierras la boca cuando se debe serán los instructores quienes te enseñarán a hacerlo, se hacen un pícnic con los de tu clase.

—Que lo intenten—respondió soberbio haciéndome soltar una risilla.

—Y por cierto—añadí—, el sistema de nivelación al que pertenezco exige diez años de formación solo para el Nivel Bronce, ya que se divide en sección A y B, luego cinco años en los niveles restantes. Así que me encantaría verte intentar echar a la basura mis quince años de entrenamiento.

No lo oí responder nada más.

—Este es el comedor-dije cruzando la puerta una vez que se deslizó apenas me acerqué—, esta conectado a la sala de estar, donde pueden descansar en los recesos si no van a consumir nada. Pero si lo hacen, todo lo tienen que sacar de la máquina expendedora—dije girando hacia ésta que ocupaba una pared entera por estar divida en sectores de dulces, salados, picantes, ácidos y otros—. A diferencia de aquellas que están colocadas en los lugares públicos, estas cobran los alimentos y bebidas con ejercicio.

Pude ver a algunos sorprendidos y a otros emocionados por la idea de que no costaría nada. Podría decir que también era uno de mis lugares favoritos de la Academia. 

—Eligen del sector que quieren consumir—procedí a explicar su funcionamiento—, se paran individualmente sobre el censor que abarca este cuadrado de dos por dos—me coloqué en el censor de los dulces e instantáneamente apareció a la altura de mis hombros un teclado holográfico color celeste con el registrador de huella a un lado—, marcan su huella, escriben lo que quieren. Yo pediré una coca, por ejemplo—procedí a escribir mi pedido y el teclado fue reemplazado por el holograma de dos mujeres en miniatura, la de arriba estaba trotando con el número 2M a su lado, la de abajo estaba caminado con el número 3M.

>> Como pueden ver, para conseguir la coca tengo que trotar en mi lugar por dos minutos y caminar otros tres, si accedo a hacerlo tengo que presionar "Aceptar", o "Rechazar" si prefiero consumir otra cosa. Recuerden que los ejercicios que les pida la máquina va a depender de qué elijan, obviamente aquellos alimentos o bebidas que sean más perjudiciales para la salud serán más difíciles de conseguir—algunos soltaron bufidos en respuesta—. Tengan en cuenta también que una vez que registran, el sistema lleva un control de su consumo semanal para evitar que caigan en excesos. Si esta fuera la tercera vez que pido coca en la semana, automáticamente me expulsaría una botella de agua. ¿Todos entendieron?

—Sí—respondió la mayoría al unísono. Pasé entre ellos para rodear las mesas que estaban repartidas estratégicamente por el espacio, permitiendo una libre circulación. Las mesas eran redondas y de apariencia metálica al igual que las ochos sillas giratorias a su alrededor con asiento y espaldar aqua. Lo que daba el toque eran los árboles de metro y medio que estaban en el centro de cada mesa, expandiéndose hacia arriba con elegancia, permitiendo que todos los que se sentaran a su alrededor pudieran verse los rostros.

—No está de más recordarles que aquellos que perjudiquen de alguna manera todo lo natural, se llevan una sanción a su casa—comenté mientras ingresaba a la sala de estar, pasando del impecable piso negro de mármol al césped en dónde se ubicaban sillones de diferentes formas y colores nudes. Los más grandes eran semicirculares y estaban alrededor de una gran mesa de centro que en realidad era una maceta de dónde sobresalía un majestuoso tronco de más o menos tres metros de altura, con numerosas ramas que se enredaban entre sí extendiéndose hacia los costados dando sombra y recibiendo la luz solar que inundaba el lugar.




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