Daniel
Sequé el sudor de mis manos en mis pantalones y traté de adoptar una actitud más confiada como si los demás pudieran notar mi nerviosismo. Eché mis hombros hacia atrás cruzándome de brazos con fuerza tratando de evitar que el temblor que sentía saliera por alguna de mis extremidades. La bebida no me había hecho un buen trabajo relajándome.
Miré alrededor para ver cómo iban llegando al gimnasio más y más estudiantes para presenciar el torneo. Nosotros habíamos llegado unos minutos antes para colocarnos en las primeras filas y no perdernos de nada. Nuria y hasin estaban ansiosos, pero de una buena manera porque parloteaban entre risas, incluso habían acordado inventar una posible historia detrás de cada combate que fuera a darse, o sea que deducirían qué tipo de problemas descargarían los protagonistas en el ring. Maren, en cambio, solo se había mantenido en silencio mientras observaba con detenimiento hacia un sector de las gradas con cara de pocos amigos, seguí su mirada para distraerme un poco.
Miraba a los miembros del nivel oro, sus ex compañeros o amigos, no tenía idea de su relación con ellos pero por lo que pude notar años anteriores era bastante popular y andaba casi siempre en el grupo conformado por freya y cristian, quienes se encontraban entre los mejores del nivel oro, ella en el segundo puesto y él en el tercero. No necesitaba ser un genio para darme cuenta de que se habían peleado y maren fue echa a un lado.
De repente las luces del gimnasio se apagaron, todos gritamos con emoción porque significaba que ya empezaría el torneo. Las líneas del piso y las paredes se encendieron de color aqua, a la vez que la iluminación del techo pasó a enfocar especialmente el centro del ring. Éste consistía en un enorme octógono holográfico que era invisible a la vista mientras nada hiciera contacto con el, sus caras solo se hacían visibles cuando alguien pisaba o cruzaba sus límites durante el combate llevándose una pequeña descarga.
El frío me recorrió desde los pies a la cabeza, a pesar de que ya había estado ahí un par de veces, seguía causándome el mismo nerviosismo cada vez.
Todos comenzamos a aplaudir al mismo ritmo como bienvenida al primer combate.
Al torneo generalmente lo abría quien liderada la lista de los diez mejores del nivel oro como demostración de sus habilidades, con mínimo cinco señuelos como oponentes que atacarían a la vez. Luego se daban combates entre dos oponentes de carne y hueso, las parejas solían conformarse por miembros del mismo nivel o diferentes. Lo usual en los combates de diferentes niveles solían ser bronces contra platas, oros contra diamantes, pero nunca faltaba alguien con tendencias suicidas que desafiara a alguien de niveles superiores.
La Xiang caminó ante la mirada de la multitud que la aclamaba, no caminaba, se deslizaba con elegancia entre los mortales ya borrachos y sudados de adrenalina.
Refinada, imperturbable y peligrosa. Todo eso representaba ella, la estudiante que lideraba la lista de los diez mejores de su nivel por cuarto año consecutivo.
La simulación inició y de un momento a otro pasó a estar rodeada por diez señuelos, unos armados y otros no, que la atacaron uno detrás de otro con rapidez. Se notaba que la simulación no estaba programada para un nivel medio ni medio-alto, sino experto. Pero a pesar de eso, la agilidad con la que ella esquivaba golpes y remataba, daba la impresión de que ni siquiera se estaba esforzando demasiado.
Sus golpes eran acertados porque los señuelos no parpadeaban, sino que desaparecían al instante en que ella los atravesaba con sus dagas, lo que significaba que sus cortes precisos aniquilarían a un humano con la misma rapidez. Esto se debía a que los señuelos, a pesar de no intimidar a la vista por ser hologramas, podían infringir el mismo dolor que una persona de carne y hueso en el combate como también podrían ser heridos como tales.
En mis años de entrenamiento solo había podido pelear con dos al mismo tiempo, lo que era un nivel bastante bajo.
La Xiang quedó desarmada quedando acorralada por cinco señuelos, pero no hubo ningún rastro de preocupación en su rostro, parecía que nada podría tomarla desprevenida. Cuando uno de los señuelos se abalanzó sobre ella, tomó distancia con un giro hacia atrás quedando apoyada en una de sus rodillas al mismo tiempo que extraía el palillo metálico que sujetaba su cabello, el cual se desplegó en una especie de espada aguja de mas o menos un metro, mientras su fino cabello magenta caía parejo sobre su espalda. Y como si las feromonas hubiesen inundado el ambiente, todos quedamos anonadados con ella al punto de perder la noción del tiempo como para que no notáramos que ya había logrado a casi todos los señuelos que aparecían y desaparecían con la misma rapidez.
—Madre mía—soltó hasin en un suspiro—, ¿quién es ella?
—Es Jing—contesté—, la mejor del nivel oro y probablemente el amor imposible de toda la academia.
—Y mi futura esposa—dijo haciéndonos reír a maren y a mí.
—Suerte con eso—contestó la nova conociendo aún mejor que yo a la susodicha. Jing había sido compañera de ella, por lo que prácticamente habían crecido juntas en la academia— y con camuflarte en su clan.
—Yo podría ser un Xiang—aseguró el omaira atrayendo miradas burlonas de quienes estaban lo suficientemente cerca de nosotros para escuchar el comentario.
Nuria también se unió a las risas.
Luego de despedir con aplausos y silbidos a jing, subió alguien de nivel diamante para dar una introducción para los nuevos como se hacía todos los años, explicando brevemente en qué consistiría los enfrentamientos y las reglas que debían respetarse, las cuales son consistían estrictamente en dos: Parar la pelea cuando alguien se rindiera y no dejar a nadie inválido.
Una vez que terminó de hablar, todos comenzamos a aplaudir nuevamente en espera del primer voluntario, el cual no se hizo tardar. Quien había saltado al cuadrilátero había sido un miembro del nivel oro, y no cualquiera, sino uno que ocupaba el tercer puesto entre los diez mejores: Cristian.