Konan y Noah

1

 

Konan

 

Todos estamos bien en el mundo, viviendo como otros, pero en este momento… hay muchas personas que están siendo enterradas o atendidos en el hospital por un paro cardiaco, oh, los doctores están diciéndoles a su familia que han muerto o que la operación salió mal.

Es una mala suerte para unos, pero para mí, sería un privilegio.

El mundo es una mierda.

La vida… también es una mierda.

¿Qué pasaría si no estuviera aquí?

Fácil. Sería muy feliz del otro lado.

Pero hay una ventaja de seguir aquí y esa es Noah.

Un chico dos años mayor que yo que ha estado conmigo desde que yo pise esta maldita y estúpida escuela de niños mimados y tontos.

Como siempre, he estado sola, sin amigos ni nada.

Estoy del carajo.

―¿Cómo estás? ―dice Noah.

―Aquí, sobrellevándola, ¿tú? ―contesto, él sabe lo que significa cuando respondo eso.

―¿Quieres un helado? Yo invito ―dice para alegrarme.

―Mejor un disparo en la mitad de la frente ―digo, no es sarcasmo.

―Konan.

―Noah.

―¿Qué pasó?

―Nada, solo que mis padres volvieron a pelear.

―¿De nuevo?

―Sí, ¿qué rápido verdad? Pelearon ayer.

―No eres culpable.

―Si lo soy.

―¿Por qué?

―Porque en vez de hacer algo de provecho me pongo a leer o dibujar.

―¿Por dinero de nuevo?

―Por dinero de nuevo ―afirmo.

Creo que, si sus ojos miel no estuvieran frente a mí, ya hubiera saltado de un edificio y para terminar que un tráiler de 40 kilogramos me pasara por encima.

―¿Cuánto quieres? Puedo darte, sabes que…

―No ―interrumpo―. No quiero que me des dinero, papá es muy preguntón y seguro iniciará un interrogatorio: ¿Dé dónde lo sacaste? ¿Quién te lo dio? ―imito su voz―. Ho, ya sé: “Te fuiste de puta con varios chicos y te pagaron la virginidad” ―termino―. Sabes como es papá con todo lo que te he contado.

―Se lo puedo dar yo ―dice.

―No.

―¿Por qué? ¿Quieres que no me conozca? ¿Desde hace cuando te pregunto eso y tu respuesta es un rotundo: NO?

―Siempre será esa mi respuesta.

―En serio te amo, Konan, no sé por qué sigues en esa casa que te llena de inseguridades ―toma mi cara y hace un gesto de desagrado―. ¿Ojeras otra ves? Tus ojos están hinchados, ¿lloraste? O peor aún, ¿Te golpearon?

―Creo que sabes las respuestas, Noah.

Y así, sus ojos oscuros nadaron en la furia, no, rabia. Su cabello rubio está desordenado y su cara roja. Reí al ver que su cara estaba más roja que un tomate, más bien como una fresa, sus pecas hacen contraste, de tan blanco que está es muy fácil ver que está sonrojado desde 100 metros de distancia.

―Me encanta verte reír ―dice.

―Creo que me gusta verte enojado, te pones todo rojo. Fresa.

―Cállate. Me estoy enojando porque me estás diciendo que tu madre y tu padre volvieron a golpearte, lloraste de nuevo por culpabilidad, ¿cuándo terminará esto?

―No lo sé, quizá si muriera todo terminaría, fácil, ¿no?

―En serio no tienes remedio ―dice.

―Gracias.

―No es un cumplido.

―Ya sé ―digo―, gracias por escucharme.

―Sabes que siempre lo haré.

Sonrío y él me devuelve la sonrisa.

Bueno, él ha sido muy comprensivo, me apoya en todo, y ha sido como mi psicólogo personal.

―¿Sabes? ―hablo.

―¿Qué?

―Si no estuvieras aquí, yo estaría allá ―señalo la tierra del patio de mi casa.

―¿Tirada en la tierra?

―Bajo de ella.

Sonríe y dice:

―Sería hasta uno de tus personajes favoritos de tus caricaturas o animés para que tú estés sonriendo siempre ―acentúa la “é” de animes porque sabe que me cabreo y luego rio.

―¿Serías Itachi?

―Como el mismísimo Bad Bunny.

―En serio te amo ―reímos los dos juntos.

 

 

Creo que sigue habiendo personas buenas en éste jodido planeta.

Noah es uno de ellos, y me enorgullece que sea mi amigo y que cambiara a su estúpido equipo de futbol por mí.

 

 

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Aquí Kari, la autora de este libro. Bueno, no soy muy buena aquí en Booknet, pero espero se queden conmigo.

Mis redes sociales, twitter e instagram son: sckariiixx por si me quieren seguir. <3




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