Kristeen

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Después de clases, fui directamente a mi casa, ignorando las miradas curiosas, y algunas de pánico, que me daba la gente. Me miran así desde la escena en la cafetería, no tenía que haberlo hecho, pero me da igual. Una vez hecho, no vale la pena arrepentirse.

Cuando llegué a casa, lo primero que hice fue subir a mi habitación, lanzar la mochila a la cama, cojer una toalla y meterme a la ducha a relajarme.

El agua calma los nervios, el estrés y el malhumor que llevo encima desde hace algunos días ya. Duro veinte minutos más y luego salgo con la toalla enrollada a mi cuerpo.

Me dirijo hacia el armario y cojo lo primero que encuentro.  Un top corto, unos pantalones negros y unos zapatos del mismo color.

Me hago una coleta alta un poco despeinada, me pongo rimel y vaselina, y ya estoy lista.

Me decido por salir a dar un paseo.

Ahora mismo no llevo puesta la sudadera, ya que me da igual lo que la gente diga; el instituto es un tema aparte, no me gusta tanto llamar la atención y ahí si que lo haría, y todo por culpa de la enorme cicatriz que tengo en la cara. Nunca lo he odiado, de hecho pienso que es lo que me caracteriza, ya que las personas tienen que tener algo, por muy pequeño que sea, que los haga diferentes.

Voy a ese parque que me trae tantos recuerdos. Intento no llorar al ver el columpio en el que mi padre me empujaba o el tobogán en el que mi madre me decía que no tuviera miedo, que ella estaría ahí para sujetarme cuando cayera.

Cuando me doy cuenta, las lágrimas caen como cascadas, y estoy corriendo en dirección al cementerio. Me prometí a mi misma no llorar por ellos, tengo que ser fuerte.

Me paro justo enfrente de sus tumbas y caigo al suelo de rodillas, pudiendo no detener las malditas lágrimas.

- Hola mami, hola papi. Soy yo, Kris, solo quería visitarlos. Los extraño demasiado. Sé que no vengo muy seguido, pero no puedo evitarlo, cada vez que vengo, lo hago con las manos vacías. Perdonadme padres, porque aún no podéis descansar en paz. Os he vuelto a fallar, como siempre. No lo he encontrado. No he encontrado al causante de vuestra muerte. Pero juro por mi vida que lo haré. Cuando lo encuentre, le haré pagar cada sufrimiento que él os hizo pasar.

Me levanto del suelo con dificultad, me despido de ellos y voy caminando silenciosamente por las calles del pequeño pueblo en donde vivo.

Observo de reojo como alguien me sigue, justo lo que necesitaba. Paro abruptamente, sé donde se ha escondido, sigo caminando como si nada hubiera pasado. Me dirijo hacia un callejón y me detengo. Espero a que la persona que me sigue haga su primer movimiento.

Y tal como lo había deducido, alguien puso una navaja en mi cuello, muy típico, demasiado diría yo.

- Pero mira nada más quién es, Kristeen Lavrov. ¿No decían que eras muy inteligente y ágil? No sirves para nada pequeña zorra. Te has conducido hasta tu propia muerte. - dice el hombre, sé que es uno de los que trabaja para la persona que mató a mis padres, así que solo sonrío sin que se de cuenta.

Con la mano libre empieza a tocar mi abdomen al descubierto. Este hombre se ha pasado, iba a darle una oportunidad de vida, pero él se lo buscó.

A quién engaño, no iba perdonarle la vida de todos modos.

Cojo su mano con fuerza, mientras él se deleita con mi cuerpo, obviamente eso lo tomó desprevenido, ya que no lo vio venir, doblo su brazo hasta dejarlo fijado a su espalda, lo empujo hacia una pared con fuerza, acerco mi boca a su oído y hablo despacio:

- Ahora mismo me dirás quien te manda y para qué. - digo con voz escalofriante, eso lo asustará.

- Me niego. - dice con dificultad y miedo.

Me río de la supuesta valentía que tiene y lo empujo más fuerte contra la pared.

- Estás agotando mi paciencia, pedazo de animal. O me lo dices o tú mismo. - digo sacando la navaja que le quité y colocándoselo en el mismo sitio donde él me lo había puesto.

- Vale. Vale, está bien te lo diré. - sonreí satisfecha y escuché lo que tenía que decir. - Me mandó la mano derecha de un tal "R.B", juro que no sé sus nombres, solo me dieron instrucciones de venir a vigilarte y secuestrarte, hablaron de secuestrarte a ti y buscar a tu hermano perdido, creo. Quieren acabar contigo y tu familia, por eso mataron a tus padres.

Me quedo en shock, ¿dijo hermano? Eso es imposible, yo nunca tuve un hermano. ¿Por qué yo no sabía nada de eso?

- ¿Cuántos años tiene el niño? -pregunto seca.

- Pues creo que tendrá como, ¿2 años? Sí, creo que 2 años.

- Esta bien, gracias por la información. - digo con voz escalofriante, lo siguiente que veo es al hombre tirado en el suelo, con un gran charco de sangre saliendo de su cuello.

- Hasta nunca, hijo de puta.- digo despidiéndome con pasos lentos hacia mi casa.

Ya anocheció, así que ya nadie deambula por las calles. Mi casa quedaba cerca del callejón, por eso no tardo mucho en llegar.

Me dirijo corriendo al baño, me doy una ducha rápida y salgo. Me pongo la ropa interior y una camiseta grande y me acuesto a dormir.
 




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