Corría sin sentido a ninguna parte, esto no llegaba a ningún lado ¡Ni siquiera tenía salida! Frené en seco y miré a mi alrededor. Todo se veía tan triste y desolado, este lugar me daba escalofríos. Había árboles que ni siquiera tenían hojas en sus ramas, y tampoco había rastro de alguna persona, estaba parada en una carretera, pero no tenía a ni un solo coche pasando por su autopista. Pero el verdadero terror era que no se podía ver nada que no estuviera cerca de tus ojos, la niebla sobresalía de entre todo lo que había a mi entorno.
- ¿Pero dónde me he metido yo ahora?- pregunto.
Lástima que mis palabras se las llevara el viento, que de un momento a otro empezó a soplar con tanta fuerza que logró hacerme perder el equilibrio y caer al suelo. Me hago bolita y me cubro la cara con los brazos. De repente, aquel aire tan firme paró de golpe.
Levanto la vista cuando oigo un sonido extraño cerca, son pasos silenciosos y lentos, como si tuvieran miedo a acercarse. Siento una mano fría tocar mi hombro con delicadeza, su tacto solo transmite calidez y ternura. Abro los ojos y levanto la cabeza de golpe, lágrimas rodando por mis mejillas color carmesí.
- Hola ángel.- dijo ella.
Su cara era muy pálida, no tenía rastro de color en su rostro, excepto por sus grandes ojos color verdes. Era casi imposible apartar la vista de sus dos esferas esmeraldas. Levaba una túnica blanca larga que le llegaba a los tobillos y sus cabellos rubios estaban sueltos, libres. Ella era un ángel.
- Mami.- dije liberando las lágrimas, que caían como cascadas.- Te he echado de menos.- digo entrecortadamente.
- Lo sé, ángel, pero tienes que ser fuerte. Aún te queda alguien por quien seguir luchando.- dice con una sonrisa y acariciándome la cara con su dedo pulgar.
- Pero ya no quiero sufrir más mami, ya no quiero estar aquí, no quiero estar sola .- digo suplicándole, sin parar de llorar.
- Todavía te queda mucho, cielo. Tienes que buscar ayuda y salvar a tu hermano. No confíes en las personas, solo en las que de verdad se hayan ganado tu confianza. Te daré una pista del lugar dónde tienen a tu hermano, pero primero debes encontrar a esa persona en la que puedas apoyarte cuando ya no puedas más. No necesitas buscar mucho, está cerca de ti y también ha sufrido mucho, sácalo del infierno en el que vive y él te ayudará a ti en la busqueda de tu hermano. Luego huid lejos de aquí, os están buscando.- dice demasiado rápido.
- Pero mamá...- digo intentando hablar.
- Nada de peros, Kristeen. - da un suspiro largo antes de seguir hablando.- Cuando tu hermano nació, lo envié a un orfanato en Rusia, nuestro país natal, lo sabes. Él está ahí, esperando por ti. No quería dejarlo en adopción, ya que sería más complicado para ti dar con su paradero, pero no había otra opción. Hasta ahora nadie lo ha acogido, sin embargo no van a tardar en encontrarlo. Solo quiero que salgas de Alemania y vayas a Rusia con esa persona que esté dispuesta a ayudarte. No tienes mucho tiempo, mas estoy segura de que podrás lograrlo, tu padre y yo confiamos en ti y te aseguro que estamos muy orgullosos.
- Gracias mamá. Te juro que encontraré a la persona, daré con el paradero de mi hermano y lo sacaré de ahí. Mataré a la persona que acabó con sus vidas. - digo con una sonrisa ladina. - Y, ¿cuánto tiempo tengo para encontrar a esa persona y a mi hermano? - pregunto con interés.
- Tienes un mes y medio para encontrar a tu hermano o ellos lo harán primero.- dice con la mirada clavada en mis ojos.
Suspiro. Eso es muy poco tiempo para lo que ella me pide, pero si confía en mí, está más claro que el agua que lo haré.
- Está bien mamá.
- Eres la mejor Kristeen, siempre lo he sabido. Ahora tengo que irme, no me queda mucho tiempo, te volveré a visitar dentro de tres semanas para ver cómo lo llevas, ¿si?- dice poniendo su fría mano en mi mejilla.
- Te estaré esperando.- le digo con una sonrisa.
- Te quiero, mi pequeña ángel.- dice abrazándome.
- Yo también te quiero, mami.- digo devolviéndole el abrazo
- Ahora tienes que despertar que llegas tarde para el instituto.- dice con una mirada graciosa, separándose de mí.
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Abro los ojos de golpe y clavo mis ojos en el reloj de mi habitación ¡08:06!
- Mierda, llego tarde.- digo levantándome de golpe de la cama, consiguiendo caerme.- ¡Ay, carajo! - maldigo.
Pienso en el sueño del que acabo de despertar. Una sonrisa se me escapa.
-Te quiero, mami.