Kristeen

9

Respiro profundamente antes de mirar por segunda vez a Klaus, pero aún sigue absorto en lo que sea que este pasando por su mente ahora mismo.

Poso mi mano en su hombro con delicadeza. Para seguidamente intentar reanimar a Klaus.

- Oye Klaus, ¿estás bien? - muevo mi mano frente a su cara, mientras aplico un poco más de fuerza en su hombro.

Como sigue sin reaccionar y no me gustaría gritarle. Puedo ser insensible a veces, pero el caso de Klaus para mí es más grave. Con mis manos sujeto sus mejilla con delicadeza.

- Klaus mírame, por favor. - creo que por primera vez en mi vida estoy suplicando. Veo sus ojos que se quedaron estáticos, apenas y pestañea.

Él está en un trance.

En un acto de desesperación, dirijo mi mano derecha a su nuca y pego mis labios con fuerza contra los suyos. Espero unos segundos sin moverme, antes de sentir los labios de Klaus meneándose en mis labios con lentitud, como si estuviera nervioso.

Sentir el sabor y tacto de sus labios sobre los míos es simplemente la gloria, esto se siente como si estuviera cometiendo un pecado, él para mí debería haber sido prohibido. Sus labios tienen un sutil sabor a menta fresca. Son suaves, como el terciopelo, dulces y adictivos.

Esto se siente un pecado, sólo porque él es un ángel y yo un demonio. Aún así, por primera vez en mi vida, voy a ser una egoísta. Una pecadora.

Sus movimientos son torpes, eso me hace pensar que acabo de robar su primer beso. Oh. Mierda.

Me separo lentamente de él mirándolo a los ojos.

- Kristeen... - intenta hablar, pero su respiración acelerada no se lo permite. Lágrimas empiezan a caer de sus adorables ojos.

- Está bien, Klaus. Ya pasó, estoy contigo. - trato de tranquilizarlo, mientras reparto leves caricias por sus mejillas.

- Perdóname, por favor. No quería que vieras eso, ahora ya no querrás acercarte a mí y yo... - lo corto antes de que pueda continuar.

- Klaus. Mírame. - ordeno. Él alza la vista despacio, como si estuviera avergonzado. - Yo decidí sacarte de ahí, desde hoy tú estarás conmigo, ya no estarás solo, no sufrirás más, ya no caerán lágrimas de tus preciosos ojos y juro por mi vida que te protegeré, aún así sea de mí misma. - termino dándole un casto beso en los labios.

- ¿Me lo prometes? - susurra con las mejillas teñidas de color carmesí.

- Te lo prometo, Klaus Friedman. - sonrío viendo sus cachetes rojos. - Ahora larguémonos de aquí antes de que vuelva y mate a tu hermano. - digo seria.

***********************

Finalmente, decidí traer a Klaus a mi cafetería favorita. Así que ahora mismo estamos sentados frente a frente, separados por una pequeña mesa.

- ¿Qué desean pedir? - una chica se acerca a nuestra mesa. Su vista se dirige a mí y su cara cambia a una mueca de asco. Oh. Ya entendí.

Esta tipa es nueva, ya que vengo casi todos los días aquí y nunca la había visto. Que pena que pronto vaya a ser despedida.

- ¿Qué quieres tú, Klaus? - pregunto, mirándolo.

Siento como la camarera desvía la mirada de mí para mirar a Klaus. Me fijo en como muerde su labio, coqueteando con él. Oh no bonita, eso sí que no.

- Lo que tú quieras Kristeen, me da igual. - dice con una pequeña sonrisa, incómodo por la presencia de la chica, que sigue mirándolo, con un mechón de pelo entre los dedos.

- ¿Puedes dejar de coquetear con mi chico? - suelto de repente. - Lo estás incomodando.

Inmediatamente me arrepiento cuando veo a Klaus con la cara completamente roja y una expresión de sorpresa. Dejo eso de lado y observo el rostro de la camarera, tiene el ceño fruncido. Está enfadada.

- Dos batidos de chocolate con una tarta de fresa y otra de limón. - termino mirándola a los ojos, con los labios en una línea fina.

- Enseguida se los traigo. - dice con los dientes apretados, marchándose.

Suspiro.

Dirijo mi vista a Klaus, que mira la mesa como si eso fuera la cosa más interesante del mundo ahora mismo.

- ¿Qué ha sido eso? - su pregunta me toma por sorpresa, tan así que no puedo evitar sonrojarme.

En realidad querido, eso había sido una escena de celos. Pero tú eres demasiado inocente como para saberlo.

- ¿Por qué me preguntas eso? - pregunto de vuelta.

- No lo sé. Has mentido a esa camarera. - dice tímido. Frunzo el ceño.

- ¿Te gustó? - pregunto apretando los dientes.

- ¿Ah?

- ¿Que si te gustó la camarera? - pregunto con la vista clavada en sus ojos.

- N..No - tartamudea. 

- ¿Entonces? - esto me saca de quicio. Como me diga que la zorra de la camarera le atrae, juro que me largo.

- Tendrías que haber pasado de ella. No me gusta y puede tontear conmigo todo lo que ella quiera, no me importa. Ya me gusta una persona. - dice encogiéndose de hombros.

No sé por qué, pero su comentario me ha molestado. Sus palabras no deberían de afectarme, él puede estar enamorado de la persona que quiera y siempre mejor que yo. Tampoco esperaba que se enamorara de mí. Quizás y solo quizás tenía la esperanza de gustarle a alguien por primera vez.

Suspiro.

La camarera llega luego de unos minutos de silencio incómodo. Klaus coge un batido de chocolate con la tarta de fresa y yo el resto. Empezamos a comer en silencio hasta que él lo interrumpe.

- Gracias. - dice. 

- ¿Por? - pregunto frunciendo el ceño.

- Por sacarme de ahí. - dice con vergüenza.

- Ah. De nada. - digo para seguidamente beber de mi batido.

¿Se enfadaría si le dijera que mi madre me obligó a esto?

 Pero claro, omitiría la parte en la que me gustó verlo sonrojado después de que le sacara el primer beso o en la que me gustó ver su cara luego de dejar medio inconsciente a su madre. Así como también dejaría de lado la razón por la que adoro su sonrisa o las pequeñas pecas que descansan en sus mejillas y parte de su nariz. 




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