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¿Cómo decirle que en realidad yo no necesito su ayuda, que posiblemente solo esté obligada a encontrar a un compañero para viajar conmigo? Admito que Klaus es un chico fuerte, y no lo digo por el físico; admirable e irresistible. Pero es demasiado sensible para lo que voy a contarle y tengo miedo de que al final no me brinde la ayuda que requiero de él.

Suspiro por cuarta vez desde que llegamos a casa.

Llevamos sentados en el sofá de mi casa hace aproximadamente treinta minutos. Lo tuve que obligar a subir a la moto, por lo que perdimos otros cinco minutos más. Así que ahora estamos aquí, rodeados de un ambiante demasiado tenso. A decir verdad, esto no lo había sentido desde hacía bastante tiempo.

Tomo aire por quinta vez antes de hablar.

- Escucha Klaus, esto podrá parecerte difícil y aunque no lo creas para mí también lo es. Lo haremos de esta manera, yo hablo y tu callas. ¿Entendido? - termino de redactar las sencillas reglas y lo miro a los ojos.

- Está bien. - dice titubeante.

Vamos Kristeen, tú puedes. Él ha demostrado ser paciente, hay una pequeña esperanza de que él entienda tu situación.

- Hace dos años, mis padres y yo íbamos de camino al hospital, no lo sabía en ese momento, mi madre estaba embarazada de cinco meses y le tocaba esa revisión que hacen para saber el sexo del bebé. Recuerdo cómo los tres estábamos tan alegres. - una sonrisa triste se dibuja en mis labios, mientras miro al suelo con los codos apoyados en las rodillas. - Lástima que esa felicidad durara tan poco. Estábamos riendo por algún chiste malo que mi padre siempre contaba, tan concentrados debíamos de estar paro no notar que un coche venía a toda velocidad, solo para chocar contra nuestro vehículo. - lágrimas empezaban a caer de mis ojos, él solo escuchaba atentamente.

>>Luego de ese accidente solo recuerdo despertar en un cuarto blanco, me dolía todo el cuerpo y mi cabeza no paraba de dar vueltas. Me levanté con prisa, ignoré todo el dolor de mi cuerpo, busqué mi ropa en el armario y salí de esa sofocante habitación. Fui a la sala de recepción y pregunté por mis padres, la mujer me dijo que ellos ya habían muerto hacía unos días atrás. No sé en que momento volví a la realidad. No pude acordarme de nada porque al parecer había sufrido un gran golpe en la cabeza, por lo que tuve que entrar en coma durante cuatro meses y medio.

>>Salí huyendo del hospital, aunque no sabía donde tenía que ir, había olvidado incluso la dirección de mi casa, por poco y me acordaba de mi nombre y mi edad. Un hombre me encontró en la calle y me ofreció trabajo y un hogar donde vivir, acepté porque no tenía a donde ir. El lugar era una porquería, pero no podía quejarme, mas el trabajo. Tuve que trabajar de camarera en su bar, me obligó a ponerme faldas cortas, botas largas... Eso solo aumentaba su negocio y lo peor era que yo no era la única. Al final, recaudé suficiente dinero para salir de ahí y encontrar un mejor lugar donde vivir. Encontré un mejor trabajo y un buen apartamento. Cuando cumplí los dieciocho, me inscribí a un colegio y traté de vivir una vida normal.

>>Estuve investigando por meses el dichoso accidente, sentía que había algo más. Hasta que un día me enteré de que el accidente de mis padres había sido intencionado. En ese momento no pude evitar enfadarme, alguien iba detrás de mis padres y posiblemente de mí. Desde ese día, presté más atención a mi alrededor, me sentía observada. Me apunté a unas clases de defensa personal y le compré un arma a un comercio de mala muerte. Hasta que decidí encarar a la persona que me seguía y lo maté. Maté a todas las personas que él enviaba, para declarar que él no me daba miedo. Me llamaba casi todos los días y en una de esas llamadas me dijo el sitio en donde él había enterrado a mis padres. Fui sin dudarlo. Tiempo después, mientras caminaba de noche por la calle, sentí que me seguían. Me metí en un callejón y lo maté. Antes de morir, el hombre me dijo que su jefe estaba buscando a mi hermano, yo no recordaba que tenía uno, también dijo que nos querían matar a él y a mí.

>>Luego de eso mi madre apareció en uno de mis sueños y me mencionó la existencia de mi hermanito. Ella dijo que él estaba en un orfanato en Rusia, que tenía que ir por él, pero antes debería buscar ayuda. Busqué información sobre él y su nombre es Nikolay.

Termino de relatar todo mi historia desde el accidente hasta ahora, saltándome algunos detalles. Alzo mi vista par mirar su reacción.

- Juro que no me esperaba eso. - murmura ido.

- Eso era lo que querías escuchar, ¿no? - digo secándome las últimas lágrimas.

Suspiro. La pregunta clave.

- Entonces, ¿me ayudarás? - digo mordiéndome el labio, nerviosa.

- Tú me ayudaste antes, ¿no? Pues ahora me toca a mí - dice encogiéndose de hombros con una pequeña sonrisa, un poco afligido por toda la información que le solté de golpe.

Levanto una de mis cejas y pregunto:

- ¿Así de fácil? ¿No vas a cuestionar nada?

Suelta un suspiro.

- No me queda más remedio, no quiero volver a casa y creo que me siento más seguro a tu lado - dijo eso último más bajo, haciendo que sus mejillas se tiñeran de rojo.

Sonrío y asiento agradecida.

Verdaderamente no me esperaba esa reacción por su parte, aunque muy en el fondo estoy muy agradecida con él.

- ¿Así que aceptas ir a Rusia conmigo, matar al que lideró el accidente y recuperar a mi hermano? - pregunto alzando las cejas y cruzándome de brazos.

- Sí, es lo que estoy diciendo. - dice echándose para atrás en el sofá, cruzando sus brazos por detrás de la cabeza, haciendo notar sus músculos.

- ¿Serás lo suficientemente fuerte para lo que se nos viene encima? - pregunto con rostro serio.

- No me subestimes, Kristeen Lavrov. - dice guiñando un ojo.

Sonrío negando con la cabeza. Me sorprende que eso de ser una asesina no le haya afectado, no digo que serlo me enorgullezca, al contrario lo aborrezco. Mas me alegra que vaya a ir conmigo.