Había pasado un año desde su devastadora desaparición. Un año de auténtica tortura pensando qué había sido de él.
Dónde estaría.
Quién habría sido.
Por qué.
Y la pregunta que más me había hecho durante ese periodo:
¿Estaría vivo?
¿Habría alguna casualidad, por remota que fuera, de que él siguiera con vida?
Fue esa noche, cuando mis amigos y yo, después de salir de fiesta pudimos responder a una de aquellas preguntas.
Estaba vivito y coleando.
Nadie supo cómo llegó hasta allí.
Cómo podía ser que estuviese vivo después de un año.
Qué fue lo que pasó.
Dónde estuvo.
Quién lo hizo.
Y a pesar de que esas preguntas no pararon de bombardearlo, él solamente tenía una respuesta para todas ellas:
"No recuerdo nada."
Quizá yo debí aceptar que no podíamos hacer nada para ayudarle a recordar y quedarme con la agradable sensación de que él había vuelto a casa.
Quizá debí quedarme quieta.
Quizá no debía haber metido a mis amigos en todo aquel marrón.
Pero él empezó a actuar raro.
Más extraño de lo normal.
No era el mismo chico del cual me había enamorado hacía dos años.
Y menos por la noche, porque ese era el momento en el que...
Espera, no seré yo quién te lo diga.
¿Quieres saber más?
Pues entonces ya puedes estar al tanto de tus cinco sentidos, porque así empezó todo...