La Alumna Vacía y El Profesor Solitario

PRÓLOGO: Soledad

El Profesor carga con una pesada coraza de soledad.

No es algo que pueda tirar a voluntad, ni tampoco algo que desaparezca con algo de compañía.

Es una soledad natural que se creó a partir de la ausencia de Dalia.

Hoy esa ausencia duele aún más, quizá porque es la segunda vez que se va de su vida.

Que estupidez. Y el que ya se había acostumbrado a la soledad.

Ojalá nunca hubiera reaparecido. Que idiota fue al pensar que siete años de separación enmendarían las heridas.

El Profesor camina hacia el Aula 6A porque olvidó el cargador de su laptop. La verdad ni siquiera sabe si está ahí. En todo caso, si no lo encuentra, comprará otro.

Es viernes por la noche. A esa hora ya no hay un alma en el campus, tan solo el sonido de sus zapatos crujiendo sobre el empedrado y el ligero rumor de los árboles meciéndose.

Se detiene frente a la puerta del Aula 6A. La obscuridad se expande desde adentro como si llameara un intenso fuego negro.

—¡CRRRIIIIICK!

En cuanto da algunos pasos dentro del aula, se escucha algo.

El sonido viene de su derecha, al fondo de la fila. Aquello fue el sonido de una banca arrastrándose por el suelo. Hay algo o alguien ahí.

Pero… ¿A esa hora y con la luz apagada?

De inmediato el Profesor se pone en alerta. ¿Un gatito? Muchos suelen pasearse por el campus, así que no sería raro que anduviera uno por ahí. Aunque…

También cabe la posibilidad de que se trate de un ladrón o de alguien con malas intenciones.

Sin pensarlo, el Profesor estira el brazo a toda prisa hacia el interruptor de la pared. En cuanto las lámparas se encienden, una voz aguda grita a todo pulmón:

—¡NOOOOOOOOOO!

Al final del pasillo, desnuda, sobre el frío suelo, está una de sus alumnas.

No.

No es cualquier alumna, es La Alumna.

¿De entre todas las personas, porque tenía que ser ella?

La Alumna cierra las piernas en cuanto la luz baña su cuerpo, pero el Profesor alcanza a ver su sexo húmedo y los pezones endurecidos. Una sudadera negra está a su lado, como la mullida piel de un oso hibernando.

Ese fue el día en que todo cambió para los dos.




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