La asistente indomable del jefe

Capítulo 5.3

Nadie me da una respuesta. Veo a Podolskyi y a mi padre entrar en la casa. Me siento como una niña. Si ya han decidido involucrarme en el negocio, que lo hagan de una vez, ¡pero me dejan en el porche! ¡Esto es un circo!

—Natalia, luces muy cansada —interrumpe el silencio la voz suave de mamá—. ¿Te quedaste hasta tarde anoche con las chicas?

—Ajá —respondo, y añado—. Si esos «bichos» no quieren que me entere de los detalles del asunto, entonces vamos a tomar un café.

—Por supuesto —dice con una sonrisa, acomodándose un mechón claro detrás de la oreja.

Entramos a la cocina y mamá se pone a prepararme la bebida. Yo solo pienso en una cosa: dormir. Pero entonces me llega el aroma del café. Me despierta. Y el sabor... ¡Qué delicia! ¿Por qué la máquina de la oficina no puede hacer algo así?

—¿Cómo va el trabajo? —pregunta mamá al sentarse a mi lado. Ella también sorbe un poco de café—. ¿No se te está haciendo difícil? ¿Vas bien?

Buena pregunta, pero mi respuesta suena gris:

—Normal.

—Bueno, eso ya es algo.

De nuevo, el silencio. Siento algo incómodo en el aire. Miro a mi madre.

Creo que la razón es... Pero no... Es la presencia de mi hermano, que aparece

inesperadamente en la puerta

—Hola —dice—. ¿Papá está?

—Sí, hijo —responde mamá, girándose hacia él—. Está hablando con Podolskyi. Será mejor que no los interrumpas. Quédate un rato con nosotras.

—Vale —dice Mykola, avanzando hacia la mesa y sentándose frente a mí—. ¿Y bien, Natalia? ¿Qué tal tu primer día de trabajo? ¿Ya dominas el arte de preparar café?

Siempre tiene que soltar alguna pulla.

—Mykola, soy asistente, no secretaria —le aclaro con energía—. Me encargo de cosas más importantes.

—Uy, como si fuera tan diferente —dice mientras alarga la mano hacia un jarrón de cristal lleno de bombones—. Asistente o secretaria… poca diferencia hay.

—Mykola, no te comportes como un niño pequeño —le reprende mamá—. Tu hermana tiene un cargo importante.

—¡Era broma! —responde él, desenvolviendo un bombón y metiéndoselo en la boca.

—Y sí que eres un niño —me río—. A ver, Mykola, confiesa… ¿todavía ves anime? ¿Sakura y Naruto lograron traer de vuelta a ese tal Sasuke? Todavía recuerdo cómo sufrías por él.

—Sí, lo trajeron —resopla, poniendo los ojos en blanco mientras mastica el dulce.

—¿Y también lloraste cuando terminó?

—Ay, déjame en paz —dice, agitándome la mano.

—Y, ¿seguramente ayer te fuiste temprano de la fiesta para no perderte el nuevo episodio de otro dibujo animado?

—Déjame ya —murmura con fastidio.

Obviamente, me encantaría seguir fastidiando a mi hermano, pero la mirada de mamá me lo impide. Vuelvo a concentrarme en el café. Entonces Mykola dice:

—Mamá, Katia no vuelve hasta dentro de dos semanas… Ya entonces te la presentaré.

—Me parece bien —responde ella, mientras también se estira para alcanzar un dulce.

—¿Y quién es Katia? —pregunto, intrigada, porque no sé nada al respecto.

—Le pedí que se casara conmigo —responde él, sin rodeos.

—¿Te vas a casar? —alzo una ceja—. Me sorprendes. ¿Ahora me vas a decir que ya no andas de bar en bar?

—Ya no ando. No tengo tiempo… y eso.

—¿También vas a decir que maduraste?

—Pues imagínate que sí…

Asiento con la cabeza, aún sorprendida. No me lo esperaba: Mykola casándose. Solo tiene veintitrés. Recuerdo que hace apenas dos años, justo antes de irme a Alemania, mi hermanito era un completo huracán. Se la pasaba en los bares y cada noche traía una chica distinta del brazo… Y ahora va y se casa.

—Pues felicidades —le digo, terminando mi café.

Mykola abre la boca para decir algo —y por su cara sé que va a ser una respuesta filosa—, pero justo en ese momento aparecen papá y Podolskyi.



#425 en Novela romántica
#189 en Chick lit

En el texto hay: humor, romance, amor

Editado: 06.08.2025

Añadir a la biblioteca


Reportar suscripción




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.