La ausencia de mí

CAPITULO 1 DESHUMANIZADO

Después de esa búsqueda de emociones y sentimientos, solo me queda decir: en el fin o en el comienzo, no dejaré de sentirme así... deshumanizado.
No sé qué hacer.
¿No sentir nada es algo de preocupar? ¿Me siento vacío? ¿Acaso estoy vivo?
Preguntas tras preguntas… y lo peor es que no tengo respuestas.
Pero si me siento así, ¿debería buscar ayuda?
La respuesta es sí.
Pero mientras llega ese día, solo toca seguir… y aferrarme a la idea de que eso me ayudará.
¿El ser humano de verdad ama?
Si es así, ¿por qué yo no puedo?
Tal vez, en la más fina capa de mi superficie, algo dentro de mí quiere sentirlo.
No sabes la intriga que me da ver cómo los demás son felices…
cómo otros lloran, aman, se preocupan.

Eso me hace sentir más solo, porque siento que no merezco tener a nadie.
Pienso que todo vínculo debe tener algo mutuo, sea amoroso o amistoso.
Me siento perdido cuando alguien me demuestra cariño, afecto o interés.
No es que no lo intente…
Es que no puedo.
Cuando me he visto obligado a decir algo sentimental, ha sido en mis relaciones amorosas.
En cada una, me han preguntado por qué no digo ese tipo de cosas.
Yo siempre esquivo el tema, bromeo…
Y luego, empiezo a decirles cosas bonitas.
Después de todo, son solo palabras.
Palabras fáciles de escribir. Fáciles de decir.
Y aun con todo esto que he escrito, puede que suene extraño lo que te voy a contar que tal vez yo sí amé a alguien.
O tal vez fue solo mi mente, haciéndome creer que amaba…
durante aquella búsqueda desesperada por sentir algo.

Ella estaba ahí, sentada en esa banca del parque.
Al principio pensé que sería solo otra charla, como tantas otras que he tenido con mujeres con las que intenté salir… y que al final no terminaban en nada.
Pero al verla de frente, entendí que esta vez era distinto. No, no era como en las fotos.
Era aún más bonita.
Su belleza era real, más viva, más presente.
Aun me acuerdo de sus labios rojos,
de su cabello corto,
de sus ojos un poco saltones detrás de esos lentes,
de ese olor a colonia de bebé,
y sí, también de la herida en su pierna.
Esa noche hablamos de más.
Me dijo que le gustaba ir a parques a dibujar.
Me causó gracia porque en ese parque no había ni luz…
pero igual, me pareció tan ella. Después de un rato charlando, terminamos besándonos.
Un beso que posiblemente olvidé.

Después de recordar aquella noche en el parque, me di cuenta de que nada cambió. Esa conexión no fue suficiente para salvarme. Sigo igual...tal vez peor




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