Georgina
Estuve todo el resto del día con Dani, Bea no apareció ni dió señales de vida, creo que le afectó demasiado, nunca en todo el tiempo que la conozco la había visto así.
Acabo de llegar a la casa son las 10 de la noche, literalmente me corrieron de la clínica.
Entré de la manera más silenciosa posible ya que todo estaba oscuro.
-Señorita- uno de los guardías de Arturo se puso en mi camino.
-¡AH!- grité.
-Lamento haberla asustado-
-Está bien-
-El señor la espera en su oficina-
-Ok ya voy-
Subí a mi cuarto dejé mi cartera encima de la cama y fui en directo a su oficina.
Y si entré como si fuera mi casa, digamos que ya hay la confianza.
Estaba sentado en su escritorio con una expresión un tanto enojada pero igual se veía sexy.
<¿Qué pendejadas dices?>
-Hola- lo saludé con la mano.
-¿Por qué no atendías mis llamadas?- se escuchaba un poco enojado.
¿Qué llamadas?
Me pusé a pensar por un momento.
-Te pregunté algo-
-No vi las llamadas porque se me descargó el teléfono-
Creo que es cierto porque la última vez que ví mi teléfono tenía 20%.
Se levantó y por una fracción de segundo me sentí intimidada.
-Espero que no se vuelva a repetir- le dió un sorbo a su whisky y caminó a la puerta.
-¿Qué carajos te pasa?-
-He tenido un día de mierda-
-¿Por?-
-Quiero estar solo- me abrió la puerta e hizo una seña para que saliera.
-No de acá no voy hasta que me digas exactamente que te pasa-
-No me hagas perder la poca paciencia que tengo- se jaló el cabello con enojo.
-Piérdela porque de aquí no me voy- me crucé de brazos.
-Ahg-
-¿Es porque llegué tarde?-
No respondió.
-¿O por las llamadas?-
Sin respuesta.
-¿Sabes que? JÓDETE- justo cuando iba a salir me tomó del brazo, me giró y me pegó a su pecho.
¿Por qué los hombres son tan bipolares?
-Arturo me voy- me solté pero me volvió a sujetar.
No entiendo ni mierdas.
-No te vas a ir-
Nos miramos fijamente por unos segundos, hasta que me tomó por la nuca y estampó su boca contra la mía.
No es un beso suave, es un beso cargado de necesidad y lujuria, me besa con tanta desesperación, su lengua entra violentamente y yo justosamente la acepto, lo tomé del cabello para profundizar el beso.
Sus manos empezaron a bajar lentamente hacia mis caderas, tomándome de ellas para pegarme más a él y sentir su enorme bulto palpitar; bajó sus manos hasta la parte de atrás de mis rodillas para levantarme, yo me sujeté de su cuello sin parar de besarlo.
Me subió sobre su escritorio, yo empecé a desabotonar su camisa rápidamente, mientras que él de un solo tirón rompió mi camisa.
-Me debes una camisa- lo volví a besar.
-Las que quieras baby- susurró en mi oído y empezó a dejar besos húmedos hasta mi cuello.
Yo me dediqué a disfrutar, sentí como bajaba el cierre de mis jeans.
<Hoy si tendré acción, claro que si>
Lo ayudé a quitarme los jeans, le quité la camisa y empecé a tocar este cuerpo magistral hasta llegar al cierre de su pantalón, bajé el cierre y enseguida salió disparada su tremenda erección.
Me pegué más a él para sentirlo, creo que eso lo prendió más porque los besos se volvieron más salvajes, rompió mi brasier y se metió uno de mis senos a la boca, eso me prendió más de lo que ya estaba, empezó a chupar y morder mis senos sin control alguno, haciendo que echara mi cabeza hacia a atras.
-Hermano la carga...-
Ambos volteamos a la puerta y ahí estaban sus dos hermanos.
<Ok esto es incómodo>
Él dejo mis senos de lado y me puso su camisa encima.
Arturo
He tenido un día de mierda una de las cargas fue interceptada cuando estaba a punto de llegar a su destino y tuve que deshacerme de algunas personas, darle unas advertencias al gobierno para que no me hagan jugadas sucias porque con la mafia oriental nadie se mete.
Sumandole más estrés a mi día Georgina no aparecía desde la mañana y no contestaba mis llamadas, luego aparece como si nada pasara.
Quiero pensar que lo único que siento por ella es deseo y después de lo de anoche ¿quién no?, lo positivo es si le pude dar una probada a ese cuerpo y cuando ya iba a romperle la pantie mis hermanos entran como Pedro por su casa.
Justo en este momento es cuando más detesto a mis hermanos, siempre creen tener el derecho de entrar a mi casa cuando se les da la puta gana.
-Mamá y papá estarán felices cuando sepan que al fin estás con alguien-
-Veníamos a hablar de negocios pero veo que estás ocupado, igual podemos esperar a que terminen- ambos rieron.
-Ya lárguense-
-Se enojó el hombre-
-Dejen de hacerse los chistosos y larguense-
-Llamanos cuando termines porque de verdad es importante lo que tenemos que hablar-
-Bien- rodé los ojos- ahora vayanse-
Los guié a la puerta.
-Toma supongo que no tienes- Andrés me extendió un preservativo.
-Gracias-
-Suerte jefe- Antony hizo un saludo militar.
Les tiré la puerta en la cara y le pasé el seguro a la puerta porque esto no me vuelve a pasar otra vez.
-¿En qué estabamos?- la tomé de las caderas.
-Estabamos en que me ibas a meter esto- me agarró el pene y me miró desafiante.
-Creo que romperé esto- agarré un extremo de su pantie y lo rompí.
-Y yo bajaré esto- me bajó el bóxer dejando expuesto mi duro miembro.
Me pusé el preservativo mientras que ella me observaba.
Luego la jalé de las rodillas y me puse en medio de sus piernas.
-No me tortures- me besó el cuello.
-¿Quién dijo que lo haría?- no esperé a que respondiera solo la penetré de una.