Narra John...
Todo iba bien... hasta que Patrick despertó
Al salir de la cabaña, ninguno tenía palabras, todos chocamos mirada que describían la confusión que sentíamos en ese momento. No había reparado en lo tétrica que era la cabaña, el crujir de la madera negra llena de agujeros iba a juego con las tejas de color marrón que se agitaban con el viento, agrégale a eso un vidente de dos mil años y tenías el paquete completo de la casa de los sustos. Mi problema de atención hacía que me perdiera estos detalles muy a menudo, un segundo estaba estudiando para el examen de matemáticas, y al otro me tenías analizando la inmortalidad del cangrejo. ¿Dónde me quedé? A si, la cabaña (¿ves lo que te digo?). Tampoco había reparado en la colina sobre la que estábamos, era la segunda más alta, desde ahí se podía observar toda la aldea, la magia que la ocultaba en el bosque de Fairbanks debía ser muy poderosa para ocultar un lugar del tamaño de una ciudad mediana.
Chris intentó hablar, pero le temblaba la voz.
-N-no creo que sea buena idea
-¿A qué te refieres?- preguntó Alice, que a diferencia de nosotros , era la única que parecía tranquila. Las quemaduras habían desaparecido, dejando su bello y delicado rostro como si nada hubiera pasado, el viento agitaba su cabello y la luz del Sol se reflejaba en sus hermosos ojos. El overall que llevaba puesto estaba hecho pedazos luego de su batalla.
-A todo esto- replicó Chris-. La expedición, dejar la aldea sin una protección mágica, yo como líder... es demasiado para mí.
-Creí que ya habíamos hablado de esto- Alice se llevó las manos a la frente-. No te subestimes, si lo haces, moriremos.
-Si, amigo- intervino Edward, inclinando su cuerpo ligeramente hacia adelante-. Eres de lo más increíble, nos encontraste, encontraste esta cosa- Edward sacó el cristal de su camiseta-. ¿Había alguien encontrado esto antes? ¡No! Hiciste más de lo que cualquiera ha hecho jamás.- Edward era muy bueno dando ánimo a las personas, su personalidad optimista era muy contagiosa, cuando estaba frustrado (cosa que me pasaba cada dos segundos) podía contar con él para animarme, pero no parecía estar funcionando con el lobo. Su rostro había envejecido cincuenta años en cuestión de diez minutos, sus profundos ojos irradiaban preocupación.
Chris gruñó.
-Mis decisiones serán la caída de la expedición, morirán por mi culpa, ya perdí...- se le quebró la voz-. Ya perdí a una familia, no quiero perder a otra.
Llevábamos menos de veinticuatro horas en la aldea, y en todo momento Chris se había portado como si llevaramos toda la vida ahí, sin dudas era un gran chico.
-Nadie es infalible, Chris- dije-. Ni siquiera un anciano vidente de dos mil años, puede estar equivocado, debe estar equivocado, triunfarás en la expedición, ya lo verás.
El humano insignificante, el eslabón débil, me habían llamado así en muchas ocasiones, claro, sin el "humano" de por medio. Mi fuerza física era nula, literalmente, lo único que tenía era una mente prodigiosa, pero si eso no podía ayudarme en las tierras lejanas, no podría hacer nada para evitar nuestro inminente futuro.
Un ave enorme y extraña empezó a volar sobre nosotros, no conocía a esta especie, y no parecía normal en lo absoluto, su pelaje era de todos los colores del arcoíris, sus ojos brillantes eran del color de esmeraldas y su pico estaba curvado hacia adentro
-Debemos irnos- Anunció Alice-. Los Icnir son espías para el consejo de ancianos, son sus ojos y oídos, será mejor que apresuremos el paso, deberemos partir antes del toque de queda, los centinelas no son muy agradables que digamos.
Empezamos a descender, las personas empezaban a ser cada vez más notorias de nuevo, las cabañas empezaban a tomar terreno nuevamente y el aire empezaba a ser menos tétrico. Los niños salían de sus cabañas a jugar con sus amigos, mujeres y hombres charlaban y bebían en un lugar parecido a una taberna. Una niña se acercó a nosotros, y puso un brazalete en nuestras muñecas.
-Son un gesto de bienvenida- dijo Chris, que parecía más tranquilo-. No suele haber gente nueva a menudo.
Me puse en cuclillas para estar a su altura.
-Muchas gracias, pequeña-. Dije sonriendo, ella puso su mano en mi mejilla que generó una sensación de calor en mi rostro, acto seguido puso una flor en mi cabello y se alejó, mezclándose con el resto de los niños. Otro Icnir pasó sobre nosotros
-Debemos apurar el paso- sugirió Alice- Patrick debe haber despertado ya, mientras más rápido nos pongamos en marcha, mejor.
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