La bella y la bestia - by H. Link P.

VI

Las últimas semanas siguieron su curso, encaminando los últimos pasos de la primavera. Stella pensó que aquel día sería como todos los demás, así que procedió a arreglarse para salir, mas un golpe en la puerta la llevó a entrar en alerta. Era Bastian.

—Madame Stella, la reina Belia solicita que la vea de inmediato.

—¿Qué sucede?

—Apenas acuda con ella, todo quedará claro.

Con aquellas palabras, Stella asumió lo peor, mas poco podía hacer, en especial tras ver cómo varios soldados acompañaban a Bastian. Las mellizas murmuraron, pero Camille tuvo miedo, pues supuso que a su hermana no le aguardaba nada bueno. Pese a su deseo de acompañar a Stella, los guardias le impidieron la salida de sus aposentos, dejando a la chica con la única compañía de los soldados. Ya en la sala del trono, la verdad se reflejó a través del cristal.

—Majestad, ¿a qué se debe su solicitud?

—Has de hablar ahora, Stella.

—Señora mía, he aquí la evidencia —comentó Bastian, sacando el espejo de Belia.

—Así que has estado con la bestia —dijo Belia, viendo las ilusiones que el objeto ilustró.

—Sé que luce horrendo, pero es tierno.

—¿Tierno? Él ha sido el responsable de mis penas, ¿cómo pudiste confiar en aquel ser?

—¿Qué fue lo que le hizo? Porque creo que…

—Mucho cuidado con lo que crees saber —interrumpió la reina—. Eres inteligente, pero creo que deberías darle mejor uso a esa virtud, Stella.

—¿Qué propone, Majestad? —dijo uno de los soldados.

—Enciérrenla, y llévenla a los bosques mañana. Nos ayudará a dar con la bestia.

—¡No se atrevan a tocarlo!

—No temas, cariño. Has de agradecer que no acabe contigo después.

Fúrica, la doncella clavó su mirada en los soberbios ojos de Belia, pero el instante fue breve, pues los soldados escoltaron a Stella hacia los calabozos. Cuando sus hermanas pudieron salir de nuevo, vieron que varios soldados analizaron el cuarto de Stella, reforzando su incertidumbre.

Apenas Camille vio el cuaderno de su hermana, creyó que algo tenía que ver. El instinto la llevó a asumir que tal acto no era justificante por lo sucedido, así que quiso acudir con la reina, hasta que un par de soldados le impidieron el paso.

—Caballeros, solicito acudir con la reina Belia.

—Entendemos su necesidad, pero la reina está indispuesta. De hecho, ha pedido que usted y sus hermanas salgan un rato al pueblo.

—¿Al menos pueden explicarme dónde está mi hermana?

—Creemos que está involucrada en los ataques al reino.

—¿Con qué evidencias lo asumen?

—Usted y yo sabemos lo peligroso que es ahondar en esta situación. Si de algo sirve, esperamos que su hermana sea inocente.

—Comprendo.

Aunque la respuesta de Camille fue sencilla, su interior guardaba muchas preguntas, a la par que abrazaba las notas de su hermana. Mientras ella y las mellizas eran escoltadas a su carruaje, Stella fue encerrada en lo más profundo del castillo, en los olvidados calabozos. La luz del día apenas ingresaba por un pequeño ventanal, mismo donde Stella podía insertar su mano, mas de poco le pudo servir.

—¿Hay alguien aquí? ¡Sáquenme, soy inocente!

Stella continuó gritando, mas sus gritos no recibían respuesta. Solo resonaba su propio eco, junto al paso de los soldados que se alejaban para abandonar la sala. A pesar de eso, la doncella quiso buscar cómo salir, recorriendo la celda y buscando algún palo u objeto.

Mientras tanto, Camille y sus hermanas se encontraban recorriendo el pueblo. Con el fin de evitar más problemas, los guardias no le quitaron la vista a las mellizas, mientras Camille decidió acudir a una librería, asumiendo que ese era el lugar que Stella podía visitar en Saint-Roux. De ese modo, pudo dar con la morada de Wilfried.

—Buenas tardes, señorita, ¿qué se le ofrece?

—Sé que no es de buena educación responder una pregunta con otra, pero, ¿sabe quién es Stella?

—Por supuesto. Solía venir de vez en cuando.

—Ya veo. Dígame, ¿qué solía buscar por aquí?

—Un poco de todo —respondió el bibliotecario—. A veces buscaba sobre plantas, aunque también tenía interés en saber todo sobre los antiguos reyes de Saint-Roux.

—¿Y para qué?

—No tengo idea.

Con aquella respuesta, la incertidumbre aumentó en la mente de Camille. Si Stella había descubierto algo tras el poder que la reina manejaba, entonces también supo algo que la hiciera enojar. Después de todo, ya había visto cómo Belia lideraba interminables jornadas bajo su propio castillo.

—¿Pasa algo?

—N-no —dijo Camille— ¿Le molesta si me quedo un rato?

—Para nada. También es bienvenida a averiguar más al respecto.

Apenas Camille se introdujo a las estanterías, quiso averiguar si había más información respecto a lo que Wilfried le comentó. Sin embargo, poco pudo hallar sobre la historia de Saint-Roux, así que quiso averiguar si el libro de Stella decía algo importante, mas solo había descripciones de las flores que había recolectado.




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