Desde pequeña Verónica veía a su padre trabajar en su pequeño pero efectivo restaurante en Madrid. Su padre Matías era el dueño pero le encantaba cocinar e interactuar con los clientes.
Después de que terminara el trabajo, Verónica y su padre siempre quedaban los últimos para cerrar el restaurante. Muchas veces se quedaban unas horas más para enseñarle a su hija recetas de cocina que preparaba con tanto amor y desempeño.
Matías era padre soltero ya que la madre de Verónica los abandonó cuando la niña tenía tan solo un año de edad. Desde entonces no quiso casarse sino solamente centrarse en su hija y en su trabajo. Ahora ya pasaron once años desde entonces. En unos días iba a ser el cumpleaños de Verónica pero lo que no sabía era que iba a pasar una gran desgracia que nunca olvidaría.
Ella siempre tenía preguntas acerca de su madre pero nadie nunca le contestaba, ni sus tías y tampoco su padre. No sabía ni siquiera cómo era su apariencia, si estaba viva o muerta.
El día de su cumpleaños su padre había preparado todo, desde la decoración, invitados hasta el pastel (que había hecho él mismo).
Pero cuando Verónica iba a salir del Instituto escuchó a las madres de sus compañeros hablar sobre ella y su situación familiar diciendo :
Madre 1: La verdad es que me da un poco de pena la situación de Verónica, su madre no la quiso en absoluto.
Madre 2: ¡Es verdad, es una pena! No sabemos si fue la culpa de él o si fue culpa de ella. Se dice que le gustaba mirar a otros hombres y que tenía varios amantes.
Madre 1: Otros dicen que ella se fue porque él era muy celoso de que ella fuera una mujer muy atractiva y entonces él la golpeaba.
Madre 2: En cualquier caso, si hubiera sido así... ¿por qué no tomó a la niña con ella? Es EVIDENTE que era una cualquiera, una ramera y punto. La verdad es que es una vergüenza, no me imagino cómo deberá de sentirse esa niña.
Cuando Verónica escuchó eso se fue llorando. Corrió con todas sus fuerzas al restaurante de su padre, entró en la cocina y empezó a gritar en frente de todos:
-¡¡Papaaaaá!! Eres un mentiroso... Dime, ¿es tú culpa que mamá se haya ido? ¿Es porque la maltratabas? ¿Es por tu culpa que mamá me abandonó?
-¿De dónde sacaste esas tonterías? Deja de gritar y cálmate.
-¿Que me calme?- entonces cogió un plato y lo rompió dejándolo caer al suelo.
-¡Verónica estás castigada!
-NO ME IMPORTA... ¡DESEARÍA DE TODAS MIS FUERZAS NO VERTE NUNCA MÁS!- Entonces se dio la vuelta y se fue llorando.