Verónica se fue y no volvió hasta después de tres horas. Desde lejos se escuchaban gritos de lamentos y lloro y cuando entró se quedó atónita:Eran sus tías que lloraban amargamente. Entonces preguntó:
-Tía Consuelo y tía Valeria...¿qué está pasando? ¿Por qué están llorando?
Entonces su tía Consuelo le respondió:
-¡¡¡Eres una desagradecida, tú padre te cuidó durante todos estos años solo porque tu madre os abandonó y ahora tú te fuiste de casa olvidándote de tu padre y ahora él está muerto!!! ¡¡¡Mi hermano está muerto!!!-dijo entre lloro y lamento.
-¡No,no puede ser! Dime que no es verdad...
Después de acabar esas palabras Verónica se desmayó. Cuando se despertó a su lado se encontraba su tía Valeria. La vio despertar y le habló diciendo:
-¡Verónica, cariño estás despierta!
-Tía,¿dónde está mi papá?
-Tú papá sufrió un accidente de coche cuando te estaba buscando. Lo llevaron al hospital pero no pudo aguantar y falleció.
-Es mi culpa, por mi culpa mi padre falleció... no me lo voy a perdonar jamás- dijo llorando.
-No fue tu culpa cariño, fue un accidente. Por favor, recuerda que tu padre siempre te amó.
Después del funeral, Verónica se prometió a sí misma que nunca más iba a celebrar su cumpleaños y nunca más volvería a buscar ni a mencionar a su madre. Ese día Verónica cambió.
El tutor de Verónica fue su tía Consuelo. Su tía Valeria no pudo hacerse cargo de ella ya que estaba enferma y en silla de ruedas, su marido la ayudaba en todo así que no pudo ser el tutor de ella.
Verónica debió aprender a callar y hacer todo lo que su tía y su prima Lea (la hija de su tía Consuelo) dijeran. Fue un camino de soledad y dolor hasta que cumplió la mayoría de edad. El marido de Valeria murió y nadie pudo hacerse cargo de ella.
Después de cumplir Verónica los dieciocho años se fue a vivir con su tía Valeria para apoyarla y estar con ella en todo.
Con respecto al restaurante de su padre, Consuelo lo vendió y cuando Verónica cumplió la mayoría de edad le dio lo que le correspondía del dinero.