La Bruma

Prólogo

 

Desde tiempos antiguos la noción que tenemos del bien y el mal ha cambiado según nuestra conveniencia, lo que para una persona es malo para otra puede no serlo.

Sócrates planteaba que el bien se identificaba por la virtud de un hombre al igual que su saber y sus valores éticos; en consecuencia el mal era la ausencia del conocimiento.

En la mitología griega, Pandora al abrir una caja (o vasija dependiendo la fuente) desató caos y todos los males del mundo, así mismo en el fondo solo quedo Elpis la diosa de la esperanza.

El gran poeta Dante Alighieri en su poema infierno, primera parte de tres que conformaban la divina comedia, le da rostro y sentido al mal en su noveno círculo donde habita Lucifer la máxima expresión del mal, nos describe al malvado ser con tres cabezas y en la que corresponde a la de en medio engulle eternamente a Judas, el personaje traidor que en la tradición judeocristiana vendió a Jesús por treinta piezas de plata; dejándonos entre visto que los traidores eran parte de la representación pura del mal. Así mismo en la tercera parte llamada paraíso nos describe que en su novena esfera habitan los ángeles y el Mismísimo Dios, símbolo del bien y la creación misma.

Por lo que podríamos definir que Lucifer representa el mal y Dios el bien.

Esta es la percepción del bien y el mal que hemos tenido por mucho tiempo, al grado de entender que todas estas afirmaciones son solo metáforas del verdadero bien y mal que existe dentro de cada uno de nosotros; que por más caras que queramos ponerles, estas se limitan a nuestras acciones y nuestra propia conciencia.

Pero; ¿Qué pasaría si la maldad fuera algo tangible? algo que puedas ver y sentir

 




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