La Bruma

Capítulo 1

La maravilla de esa boca...

Maldita canción, a quien se le ocurre despertar con ella; pero claro todas las mañanas despierto con ella y prometo que la cambiaré por una más agradable. Claro que dormir cinco minutos más siempre le gana la contienda a esa pequeña tarea.

-Pablo despierta ya, no quiero que tus veinte alarmas hagan que nuestro día empiece con el pie izquierdo; y te juro por lo más sagrado que no tendrás las maravillas de esta boca por todo lo que dure el viaje

Naty mi bella esposa, esa hermosa mujer de ojos color miel era mi razón para despertar todos los días.

-Buenos días bonita, contesté con una sonrisa de oreja a oreja mientras nos olvidábamos del mundo en un beso del más sincero amor

-Sé que no te emociona, pero tenemos que prepararnos para llegar antes que la mudanza- me decía Naty mientras acariciaba mi pelo

La verdad es que me emocionaría una mudanza a la ciudad donde nací y viven mis padres si no fuera porque estamos huyendo, cuando vine a estudiar a la ciudad de México sabía que no era la ciudad más segura del mundo y tan solo tres meses de haber llegado; un asalto con lujo de violencia fue la gran bienvenida que me dieron.

Pero ni si quiera la paranoia y el dolor de estomago que me provocaba cuando alguien caminaba detrás de mí cuando salía de un vagón del metro se compara con la angustia que sentí cuando oí por el teléfono que Naty la mujer que amo, estaba en el hospital con una herida de navaja en su costado derecho.

El mal parido que la asaltó no le bastó con bajarla de su auto con jalones de cabello y puñetazos, por qué cuando ella se atrevió a pedir ayuda se bajó y la hirió con una navaja; y pues una cosa es que yo aguantara cuatro asaltos con dos respectivas golpizas y otra muy diferente que le hagan daño a ella.

Yo no quería regresar a mi ciudad natal, mis padres me lo pedían desde hace tiempo pero yo decidí irme de ahí no solo para estudiar una ingeniería en la ciudad de México si no porque para mí, Cholula era el lugar donde descubrí que la maldad habitaba en todos, hasta en quienes se supone deberían ser símbolos de virtud.

Ya estábamos subiendo la última caja a la cajuela de la Duster cuando mi teléfono sonó:

-Pablo sería mucha molestia sí cuando llegues pases primero al hospital, tu madre quiere que estés a su lado cuando le den los resultados de la biopsia.

Una razón más por la que no quería regresar, me alcanzaba inevitablemente

 




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