Capítulo V

Sin tiempo que perder, Hudson llamo al resto de los invitados, Lady Hetfields abrazaba a la inconsolable Lady Levert, así mismo, Agnes y Roseanne se consolaban una a la otra. Sólo la señorita Lestrange estaba apartada, parecía preocupada.

- ¿Va a decirnos que pasa? –interroga Roseanne, su voz tiembla un poco.

- La casa Lambert tiene una gran historia –dice la señorita Lestrange poniéndose de pie–, dicen que todo aquel que habita esta casa, muere en circunstancias sospechosas, mi padre fue uno de ellos –dice cerrando los ojos ante el duro recuerdo–. Había venido a visitar a unos parientes, por alguna razón esta casa fungía de hotel. Estaba lloviendo, debía parar, esta casa fue lo primero que se topó –dice sacando un pañuelo de su manga para secarse las lágrimas, se aclara la voz antes de continuar–. En la mañana el mozo fue a despertarlo, él no se encontraba en su habitación, lo buscaron sin encontrar rastro alguno, no fue hasta que se adentraron al bosque, no fue sino hasta varios metros más adelante que encontraron el cadáver, sin las manos –dice lo último rompiendo a llorar, un trueno cae ocasionando otro apagón, se escuchan los gritos de las mujeres y después silencio.

- Calma, digan sus nombres –ordena Hudson con voz fuerte.

- Lady Levert y Lady Hetfields aquí –dice una de las mujeres.

- Agnes y Roseanne aquí –dice la primera.

- ¿Señorita Lestrange? –le llama Hudson, un empleado irrumpe con una linterna. Justo esta por llamar a la mujer de nuevo cuando la luz vuelve, en el lugar donde debería estar la joven, había una nota.

A ella ya no la veréis, pero conmigo os enfrentareis, muero por vernos una vez más.

Saludos cordiales desde el infierno mi querido Charles.

«¿Una vez más?» Había sido un idiota, el asesino estaba en aquella casa.

Era hora de indagar un poco más, y remover el pasado.