Después de ese incidente, Julia llevó la máquina a arreglar pero ningún técnico supo explicar bien por qué la máquina había arrancado sola, las cosas transcurrían prácticamente bien. Los chicos iban a la escuela y Tomas y Julia iban al trabajo.
Ya casi llegando la primavera, fines del Invierno, Julia se pidió la tarde libre para pasarla con sus hijos. La idea era jugar un rato en el patio, preparar un picnic en el jardín y jugar un rato en el par de hamacas y en el tobogán de madera que ya estaban en la casa cuando ellos se mudaron.
Todo estaba tranquilo, era una linda tarde de invierno con casi veinte grados de temperatura, el sol dominaba el cielo y las nubes blancas se veían muy lejos de allí. Los chicos jugaban y Julia se reía con las monerías de Franco y Mía.
Hasta que un ruido fuerte que parecía provenir de la cocina los asustó. Julia le dijo a los chicos que se quedaran jugando en el jardín que ella iba a ver que se había caído.
Cuando entró en la cocina vio que todo estaba en su sitio, los platos, los cubiertos y los vasos estaban secándose en el escurridor, en el comedor también estaba todo bien y lo único raro eran tres cuadros del living- comedor que parecían movidos.
El cuadro central era un paisaje, parecía representar la casa donde ellos vivían ya que era un chalet de dos plantas con un jardín adelante con flores hermosas y árboles en los costados. A los costados había dos cuadros de payasos, el payaso de la derecha reía irónicamente y el de la izquierda tenía una lágrima enorme en la mejilla, imagen que sorprendió y asustó a Julia pues no recordaba que los cuadros fueran tan aterradores.
Ellos supusieron que estos cuadros eran de los dueños anteriores porque ya estaban en la casa y tanto a ella como a sus hijos les había gustado la idea de conservarlo. Tomas fue un poco más reticente, no le gustaban los payasos porque se acordaba del payaso maldito de It.
Salvo los cuadros todo lo demás estaba en su lugar, aprovecho a buscar unas galletitas y una botella con jugo y salió al jardín a jugar con sus hijos.
Estuvieron jugando un rato más en el jardín hasta que se volvió a sentir un golpe brusco, como si algo fuerte hubiera caído al suelo. Julia volvió a entrar y fue directo al living. Los cuadros estaban caídos y habían cambiado. El cuadro de la casa ya no era más un día soleado que iluminaba una casa con un jardín lleno de flores sino una imagen oscura, con las flores todas marchitas y una figura oscura que dominaba la escena. Los otros dos cuadros también eran distintos el payaso que reía tenía una sonrisa macabra de esas que dan mucho miedo y el payaso que lloraba también había cambiado ahora no solo lloraba sino que además se reía irónicamente como divirtiendose de la situación. Julia tomó su careta y salió al jardín, agarró a los chicos, se subió al auto y se fue rápido a la plaza a pasar la tarde con sus hijos.
Ya en el auto, llamó al sistema alarma pero no sabía bien que decirles, les dijo que al llegar a casa con los nenes, sintió un fuerte golpe como si alguien estuviera en la casa y prefirió no entrar y llamarlos primeros a ellos para que fueran a revisar.
Para no asustarlo a Tomas, le mando un mensaje avisandole que había llamado al sistema de alarma porque sintió ruidos raros en la casa y que ella y los chicos estaban en la plaza jugando un rato y que después iban a ir a comer algo a Mostaza. También le avisó que había llamado a ADT, el sistema de alarma para que fueran a revisar la casa y los alrededores.
Los empleados de la alarma fueron, revisaron la casa y el jardín pero no encontraron nada roto, tanto las puertas como la ventana estaban sanas, ninguna había sido forzada.
Cuando Julia y Tomas llegaron, bajaron del auto a los nenes dormidos y entraron a la casa todo estaba en su lugar, no habían robado nada, los cuadros estaban en su sitio y con la imagen intacta. Mientras Tomas acostaba a Mia y a Franco en sus respectivas camas, Julia miraba hipnotizadas los cuadros ni un rastro quedaba de las imagen horribles que ella había visto esa misma tarde.