Vera había logrado arreglar su vestido para las grabaciones de los días siguientes, pero mantenía una actitud distante y un tanto austera contra María, durante la noche de la primera grabación decido llevarse algunas de sus cosas mientras está dormida y en las clases procuraba alejarse lo más posible. María se preguntaba ¿cuál era la causa de su repentina decisión? Ella no ignoraba el hecho de que a todo el mundo no se le cae bien sin embargo ella había sentido una conexión sumamente especial con ella. Lastimosamente fue por las palabras de Roger se enteró Vera estaba durmiendo en el cuarto de Fernando esto no la sorprendió, pero le había gustado enterarse por ella.
—¿Qué paso entre ustedes dos para que ella decidiera irse? —pregunto Roger con sumo interés.
—Me gustaría saberlo —respondió María jugando con el tenedor—. Tal vez le molesto la confianza que tome con Fernando para hablar de mi sangrado menstrual.
—No tendría mucho sentido es proceso natural por el que pasan todas ustedes.
—Lo mismo opino yo.
Hubo un momento de silencio mientras ambos terminaban sus desayunos
—María —dijo Roger un poco apenado al dejar la bandeja en su lugar.
—Sí, dime
—Yo sé que mi actitud inicial hacia ti no fue la mejor —dijo rascándose la nunca en señal de su pena—. Esa no suele ser mi actitud solamente que yo… no supe cómo actuar frente a los sentimientos que produces… eres una mujer sumamente interesante, bonita y… y…quiero ofrecerte una disculpa por eso supongo que solo quería impresionarte.
María se quedó aturdida ante tal declaración nunca se le hubiera pasado por la cabeza que la actitud de Roger era consecuencia de que ella lo anonadara, pero había visto un cambio paulatino en su actitud desde que la ayudo en Stonehenge. Enserio no ¿sería tan egocéntrico?
—No sé qué responderte, pues no te niego que tu actitud si me molesto mucho hasta el punto que desee nunca más trabajar contigo —al decir esto vio que Roger se sonrojo un poco y agacho la cabeza—. Sin embargo, reconozco que tu actitud ha mejorado y eso me gusta.
Una ligera sonrisa se posó en su rosto
—Me alegra saberlo —dijo con timidez
Luego un silencio se hizo en el aire, mientras salían de la cafetería
—Sabes hoy no tengo clase y por lo tanto trabaje todo el día en Cotton
—¿Trabajas ahí? —tras un gesto de afirmación por parte de ella continuo—. No lo sabia
—Sí, hace una semana ya que Matilde dio a luz y se encarga de Carlitos, su madre Kate me contrato para ayudarle en lo que necesite; como preparar la merienda de las costureras o atender clientes en el mostrador.
—Me alegro por ti.
—Gracias, sabes suelo salir hambrienta del trabajo —dejo caer esas palabras como quien no quiere la cosa.
—¿Qué insinúas? —dijo Roger alzando una ceja en modo coqueto —. ¿Es una invitación a comer?
—Si.
—¡Qué directa!, eso me gusta —dijo esbozando una sonrisa en su rostro —. Será un placer.
—Entonces a la 19:00.
—A esa hora te recogeré en el trabajo — alcanzo a decirle mientras ella bajaba a toda prisa las escaleras hacia la salida.
No podía creerlo acaba de invitar a salir a el chico con el que no quería volver a coincidir en su vida ¿tan desesperada estaba? No era así claro estaba, solo le estaba brindando una oportunidad a él y así misma. Sin embargo, la idea de algo normal en su vida como una cita le daba un respiro a los temas que rondaban su atormentada cabeza: La mala actitud de Vera, la exigencia de las clases, sus recientes dolores de cabeza, acompañados de lo que ella llamaba alucinaciones auditas y visuales; esto le preocupaba de sobre manera ¿se estaría volviendo esquizofrénica? Pero lo dudaba porque se sentía tan real cuando veía aquel hombre de túnica y cuando la melodiosa voz la llamaba por su nombre María sentía que veía de su interior; era algo que escapaba su lógica, pero debía averiguar que estaba pasando no soportaba no saberlo. Tanto si era que algo mágico pasaba en su vida o si estaba ya deschaveta, pero debía saberlo.
Y esa mañana había tenido la primera pista para saberlo, sacó de su bolso una libreta de dibujos observo el que había hecho de la flor que encontró sobre la cama de Vera; sin duda era hermosa de pétalos morados azulados en forma de corazón alargado, una extraña combinación entre una dalia y una margarita, cuatro enredaderas salían de su tallo y su aroma un tanto dulce pero también cítrico. Decidió dibujarla y posteriormente guardarla en una de las novelas que su compañera guardaba en la mesilla. Camino a el trabajo entraría en las florerías para preguntar por ella.
Así lo hizo y en ninguna de las muchas que visto le dieron razón de dicha flor, algunos de los floristas sugirieron que no era nativa de esa zona o simplemente no existía y eso la desconcertó aún más claro que exista ella la tenía ¿Cómo fue a olvidarla? Debió llevarla consigo, pero mañana lo haría.
—¡Wow! no pudo creer que hubieras echo eso —recalcaba Roger entre risas—. ¿Quién en su sano juicio se trepa en un árbol para bajar un gato así nada más?