La Chica de las lágrimas azules

Capítulo dos: Caos

Blue

Una noche la vida que había tenido durante años, simplemente se desmoronó frente a mi. Como un terremoto de gran magnitud que hizo temblar hasta la pieza más estable de mi ser; mi corazón. Y no pude hacer nada, sólo me quedé ahí, inerte, observando como todo colapsaba. Muchos me cuestionaron ¿Quién eres? ¿Eres un desastre? ¿Eres sorprendente? Entre más preguntas... Honestamente no sé que carajo soy ahora mismo, a veces soy un maldito caos sin solución que vive en la equivocación y se castiga con su conciencia y otras soy una genio la cual realiza a la perfección todo y se alaba así misma como toda una narcisista. Soy un poco de todo lo bueno y todo lo malo, similar a muchos, pero con un toque distinto.

Solo soy yo, un desastre sorprendente.

A veces solo tomas el encendedor y lo dejas caer, las llamas arden y solo das pasos hacia atrás admirando su color, su emanación de energía, mientras todo se consume... mandas al carajo todo, a todos ellos que saben que hay un monstruo dentro de ti , lo saben y por eso quieren liberarte sin embargo no saben el caos que trae consigo podrá parecer muy inocente pero en realidad es todo lo contrario"...

En cierto momentos sucede que encontramos a alguien el cual creemos que es la otra mitad, el clic, ese amor que todos esperamos y el cual creemos que fue hecho solo para nosotros, y bajamos la guardia, y sin importar las advertencias que nuestro cerebro nos dice, bajamos las guardia y en corazón se sienten en las nubes, el estómago se llena de mariposas imaginarias que estimulan nuestra imaginación y nos hacen creer que todo estará bien y que siempre tendremos a esa persona con nosotros, y así es como llega, el golpe.

Un golpe seco, que no sangra ni deja marca visible, ni moretón ni señal de existencia, solo es un golpe, el cual te hace pensar ¿Todo valió la pena? ¿Di todo por nada? ¿Cómo permití que esto llegara tan lejos? ¿Cómo le permití llegar tan lejos?. Y es donde la confusión se toma de mano con la tristeza y la ira, y crean un abismo emocional el cual no tiene principio ni fin, sólo te ves cayendo a un pozo sin fondo mientras no puedes parar de llorar y preguntarte todo lo anterior.

¿Es que acaso yo merecía algo así? Resuena tu cabeza una y otra vez, mientras observas un mundo que no se detiene y sigue su curso, incluso te culpas por creer que no dabas el ancho o no eras suficiente para la otra persona, donde la depresión y la inseguridad son tus mejores amigas y aliadas mientras te observan caer y romperte en pedazos sin intención de querer reconstruirte o renacer de ese dolor.

Merecía ser amada con la fuerza de mil huracanes, ser valorada cual diamante, merecía ser tocada dulcemente expresando amor en cada caricia, merecía ser besada con las ganas de un hombre enamorado, dispuesto a bajar el sol, la luna y las estrellas, merecía ser observada con plena atención y escuchada con respeto, merecía sonrisas tiernas, abrazos cálidos, palabras amigables, y que me hagan el amor cada noche con el divino final en el que se cree haber tocado las estrellas, y si afirmo todo esto no es por la belleza que adorna mi cuerpo, sino por todo lo demás que me hace la mujer merecedora de un hombre dispuesto a amar. Dichoso aquel que vuelva a despertar en mi el deseo insaciable de correr millas tras un beso, aquel que me haga tomar la decisión de quedarme incondicionalmente a su lado vivirá la eternidad agradeciéndole al cielo haber compartido el amor conmigo. O tal vez, no lo merecía. Pero no debiste lastimarme de aquella forma.

¿Quién tuvo la culpa? Cuando el dolor da paso a un pensamiento más critico y millones de ideas se acumulan en tu cabeza. No mi pequeño/a lector/a, aquí no hay culpables, la culpa es subjetiva, hay tantos ojos y tantas maneras de pensar que si le cuentas la historia a 100 personas, cada una tendrá su punto de vista y cada quien tendrá un argumento lo suficientemente válido, y eso es algo que les pasara ambos, en el camino se darán cuenta que muchas de sus amistades consideraran culpable a uno y viceversa,  nunca encontrarás mucha afinidad en esas opiniones.

Así estos primeros días, llora y llora, todo lo que tengas que llorar, deja que esas lágrimas limpien todo rastro de tristeza que hay en ti, no, no te vas a deshidratar pero no olvides dejar de tomar agua. Poco a poco le irás encontrando el sentido a todo, crecerás y aprenderás, de mientras ámate muchísimo y consiéntete el doble, lucha por esa persona que nunca dejará de valer la pena.

Pero algo aprendí de ti, la lección que me dejaste...

"Las personas emocionalmente inaccesibles son expertos en crear distancias, construir muros y levantar murallas para evitar el contacto íntimo con los demás, la mayoría de las veces de forma inconsciente. De ahí que sea tan complicado salir de esa especie de ostracismo emocional".

Ahora entiendo que quién quiere estar simplemente está, entendí que si tú realmente me hubieras querido un poco lo hubieras intentado, te hubieras arriesgado, por fin entiendo que yo no hice nada mal, simplemente tú no pusiste nada de tu parte. Tu alma gemela no es alguien que entra a tu vida específicamente. Es aquella persona que viene para que te cuestiones las cosas, que cambia tu realidad, alguien que marca un antes y un después. No es el ser humano que todo el mundo ha idealizado, sino una persona que parece normal pero que es distinta, que logra revolucionar tu mundo en un segundo.

Hoy entiendo que por tu bien, por nuestro propio bien, la distancia nos dejó  libres. No soy lo que deseas, aunque lo parezca, aunque creyeras que así es o si alguna vez pasó por tu mente. Para ti el amor es una cosa muy distinta de lo que es para mí, y eso está bien, es válido. Ninguno está obligado a aceptar esas ideas, perderse en otro, olvidarse de sí mismo, negar sus propias versiones. Yo sigo en una búsqueda y esa búsqueda por saber lo que soy, lo que quiero, por encontrar mi verdad, necesita soledad, libertad y tiempo. He vuelto a mi centro, mi estado natural: la soledad, los libros, la escritura, la ciudad cuando cae la tarde. No puedo mirar atrás ahora, no quiero hacernos daño. Me cambiaste la vida el día en el que me destruiste, y no me arrepiento de lo que alguna vez sentí, ni todo lo que hice para que fueras feliz. No, al menos no tuve miedo del caos que me traería haberlo hecho, lo intenté, y estoy conforme con eso. 




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