La Chica de las lágrimas azules

Capítulo cinco: Losing my Mind

Blue

“Llegas a un punto donde el cansancio que sientes es tanto que todo lo que creías importante deja de ser relevante.”

Estoy al frente de mi computador escribiendo lo que siento y pienso, no estoy feliz, estoy muriéndome por dentro de poco a poco, las noches son muy nublados porque tú alumbrabas mi camino, ahora estas atormentándome, no sé que hacer, si seguir con mi vida o seguir contigo. Quizás tu no estés mal, pero yo si, quiero salir corriendo y alejarme de todos para que no me encuentres y tampoco me busques. Quiero libertad por favor. ¿Puedo ser feliz?

 

"Las personas heridas, solo hieren a otras personas", no creía en la veracidad de esa frase hasta que me topé contigo y tus heridas me hicieron sangrar.

A veces estás tan mal que no lloras porque no tienes lágrimas, no piensas en nada porque no tienes en que pensar, solo no sientes nada y ese es otro tipo de dolor, uno que te destruye de poco a poco y no puedes hacer nada pues no sabes específicamente por dónde empezar.

Crecer ha sido un proceso difícil de asimilar para mí. Ser adulta, a veces me cuesta muchísimo, tanto así que, en las noches sueño que soy aquella niña feliz que vivía en su mundo lleno de fantasía, pero lastima que las noches no son eternas y cuando despierto la niña de mis sueños no está. Se ha ido y me ha dejado con una persona de 22 años que es la inútil de la familia. Se fue aquella niña y me encontré con aquella que no aprende nada.

Aquella que no encuentra refugio en lo que muchos llaman "hogar". Su hogar se convirtió en infierno y ella estaba apunto de morir en la hoguera. Sus silencios fueron gritos que no son escuchados. Ella era la que no tenía voz ni voto, no era nadie y se quería ir lejos. Quería salir corriendo, ella quería huir y comenzar con ella misma un nuevo hogar donde no había cabida para su familia ni para nadie más. Ella al final del día, era su única y fiel amiga.

Entonces un día cumples 18 y te das cuenta que todo sigue igual de jodido. Te das cuenta que el tiempo está pasando muy rápido. Te das cuenta que todos avanzan y tú sigues estancado en los viejos recuerdos... Sigues en el acantilado al que habías caído hace 3 años. Un día cumples 18 y ya no eres la nenita de los ojos de papi y tampoco la princesa de mami, ya no hay ningún talento y la inteligencia que antes tenías ha desaparecido.

Cumples los 18, sales de la escuela y se supone que debes seguir, avanzar, evolucionar... Pero yo aún quiero quedarme aquí. Cumples los 18 y tienes ganas de rendirte, pero al mismo tiempo sigues esperando algo, una señal... Aún quieres ser salvado, porque no tienes la fuerza suficiente para salvarte por tu cuenta. La vida sigue, después serán 19, 20 y 21... Los años pasan, la muerte jamás deja de perseguirte y parecer tentadora. Porque cada vez que observo aquel puente, aún siento las inmensas ganas de saltar y caer en el abismo, dónde aquella vieja amiga me toma en sus brazos y simplemente ya no sientes.

Morir... Tan tentador y aterrador.

Morir a los 18.

Porque cuando cumples los 18 y todo sigue igual, las ventanas, las cuerdas y las tijeras se vuelven cada vez más atractivas.

¿A esto se le llama crecer? No sé a donde voy, pero cualquier dirección parece tener el mismo final, siempre con el alma más sola que nunca abrazando lo que nadie quiere, lo que soy. Lo que encuentro en la vida, es una irremediable sucesión de eventos pasajeros, una temporada de dulzura y otra de amargura, a veces juntas, indescriptibles, pero todo digno de ser olvidado, de caducar antes de tiempo.

Lo recuerdo como si fuera ayer; la calle estaba levemente mojada, el olor a humedad era relevante y ahí estaba, pérdida en medio de la nada, sola en una banca en un parque poco transitable, mis únicos acompañantes: el viento, los árboles y el silencio.

Me sentía completamente pérdida sin rumbo alguno, ya nada era suficiente, ya nada era necesario, siempre terminaba con la misma duda "¿Qué hice para que todo saliera mal?" y lo peor, necesitaba respuestas, pero nadie era capaz de encontrar las palabras correctas, pero en esa plaza todo tenía respuesta, todo era grato, todo era acogedor...

Sé que toma tiempo sanar, pero tengo miedo de que nadie me esté esperando cuando salga del encierro que necesito.

Somos los que nos paramos inadvertidamente en medio del camino, a puerta cerrada, atascados en los giros, ni a la derecha ni a la izquierda, esperando lo que no llega, colgados con cuerdas de la imaginación, aprisionados en lámparas que no encienden. , temerosa de acercarse, incapaz de alejarse, firme ante la noche, volviendo de las decepciones y acercándose a ella. Nunca olvidaré esta bala perdida que recibí de ti con toda su ferocidad y brutalidad, golpeó mi pobre corazón y traspasó mi muro impenetrable.

Es del todo cierto que cuando más pensamos, más nos angustiamos, nos volvemos una sombra por nuestros pensamientos. Por eso, debemos tener la fuerza suficiente para sobrellevarlos en nuestras vidas, todo era mejor cuando solíamos ser solo unos niños inocentes. No parábamos de reír, tampoco de correr por todo el vecindario y ni de hacer travesuras. Éramos tan inocentes. ¿Por qué no mantenernos de esa manera? En esta vida solo podemos disfrutar de correr, reír, y hacer travesuras.

"No sigas encerrándote en tus pensamientos. Evita el miedo y el rencor. Arriésgate porque... " el mañana" quizás ya no sea "mañana"... -Gray




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