Cap. 19

Nuestras manos se detuvieron al instante y nos miramos sorprendidos al darnos cuenta de hasta donde habíamos llegado.

El timbre sonó una vez mas y era como si hubiésemos salido del trance, nos levantamos rápidamente del sofá  y como pudimos nos abotonamos nuestras respectivas camisas, yo me dirigí hacia el baño rápidamente pues necesitaba un tiempo a solas, él, pude observar fue a abrir la puerta para evitar una tercera timbrada.

Me lave la cara y cuando vi mi reflejo en el espejo, una chica con ojos brillantes, labios ligeramente hinchados y un poco despeinada sólo pude decir "guao".

Me tomó un par de minutos salir de allí, quería estar en perfecto control de mis emociones y de mi cuerpo. No sabía lo que mi hombre estaría pensando pero tampoco iba a averiguarlo le dejaría un poco de espacio.

Cuando lo vi, se encontraba mirando por la ventana, llevaba sus manos metidas en los bolsillos de su pantalón militar, su expresión era neutra, muy lejana; cuando me escuchó entrar señaló a la mesa y en ella se encontraba una bolsa de supermercado, me imaginé que era.

- Era Cabo con tus chocolates - me dijo, pasó su mano por la cabeza como señal de frustración y como queriendo disculparse dijo - mira...

Sabía que me diría y  corte sus palabras antes que dijera algo.

- No Teniente, no digas nada solo prometeme que estarás bien, que te cuidarás y que no te harás el héroe en batalla.

Me miró con ternura, se acercó a mí y me besó suavemente como si temiera romperme.

-Te lo prometo.

Ese día le notificaron que tenía que presentarse a las fuerzas armadas, sería nuestra despedida, yo lo esperaría el tiempo que fuera necesario.

Al final de la tarde nos abrazamos como si fuéramos el ancla del otro y nos besamos como si necesitaramos el hálito del otro para subsistir. No dijimos un te quiero,  ni un te extrañare pero nuestros gestos, miradas y comportamiento lo hicieron por nosotros.