Abel
El motor del auto resonaba mientras avanzaba por la autopista, las luces de los faros iluminando el asfalto mojado. Era tarde y las calles estaban casi desiertas. Alice llegaría en menos de quince minutos, y como siempre, odiaba la idea de hacerla esperar.
Miró de reojo el asiento vacío del copiloto, donde un ramo de flores descansaba. Sabía que era un gesto simple, pero Alice lo apreciaría. Ella siempre lo hacía sentir como si esas pequeñas cosas fueran todo.
Sin embargo, mientras conducía, su mente divagaba. Un destello cruzó su memoria: una risa, cálida y familiar, pero no era la de Alice. Se tensó en el asiento, tratando de concentrarse en la carretera. No era la primera vez que le ocurría algo así desde el accidente. Pequeñas imágenes, fugaces y fragmentadas, que no podía situar en su vida actual.
Sacudió la cabeza, intentando disipar esa sensación extraña. “Concéntrate”, se dijo a sí mismo. Alice merecía toda su atención, y no estos fantasmas de algo que no lograba recordar.
Llegó al aeropuerto justo a tiempo. Estacionó el auto y se bajó, el ramo de flores en la mano. Cuando Alice apareció entre la multitud, su sonrisa brillante logró, como siempre, calmarlo un poco. Ella corrió hacia él y lo abrazó con fuerza, como si no lo hubiera visto en años.
—¿Me extrañaste? —preguntó con una risa suave, mirando las flores.
—Siempre —respondió Abel, aunque sus palabras se sentían un poco mecánicas.
Cargó su maleta y la ayudó a subir al auto. Durante el camino de regreso, Alice hablaba animadamente sobre su viaje, pero Abel apenas podía concentrarse. La misma sensación incómoda seguía rondándolo, una sombra de algo que no podía identificar.
---En el apartamento---
Después de dejar la maleta de Alice en el dormitorio, Abel salió al balcón para tomar aire fresco. Alice ya estaba acomodándose en el sofá, encendiendo la televisión como si fuera lo más normal del mundo. Pero para él, nada se sentía normal.
Apoyó los brazos en la barandilla y miró hacia las luces de la ciudad. Esa risa de antes seguía resonando en su mente. Cerró los ojos y, por un segundo, volvió a ver el destello: un parque, una figura femenina, una voz que decía su nombre con ternura.
—¿Todo bien? —preguntó Alice desde la puerta, con una copa de vino en la mano.
Abel abrió los ojos de golpe y se giró hacia ella, esforzándose por sonreír.
—Sí, solo… pensando en cosas del trabajo.
Alice se acercó y le acarició la mejilla.
—Bueno, deja de pensar tanto. Estoy aquí ahora.
Abel asintió y dejó que ella lo abrazara, pero su mente seguía en otro lugar. Mientras Alice hablaba sobre sus planes para el fin de semana, él se preguntaba por qué sentía que estaba traicionando a alguien. ¿Pero a quién?
---Liv---
A kilómetros de distancia, Liv hojeaba un libro en su sala de estar, aunque no estaba realmente leyendo. Su mente seguía atrapada en la reunión con Abel. No podía evitar preguntarse cómo estaba ahora, qué pensaría al regresar a casa con Alice, la mujer que estaba a su lado mientras ella seguía siendo solo un recuerdo borroso.
Suspiró y cerró el libro. Se levantó y miró la única fotografía que aún guardaba de ellos dos, abrazados en un día soleado junto al lago. Aunque le dolía, no podía deshacerse de ella. Era todo lo que quedaba de la historia que Abel parecía haber olvidado por completo.
Miró por la ventana, preguntándose si algún día esos recuerdos volverían a él. ¿Y si lo hacían? ¿Qué pasaría con Alice entonces?
--- Abel---
Esa noche, mientras apagaba las luces del apartamento, una pregunta lo atormentaba más que nunca:
¿Quién era Olivia Miller? ¿Por qué sentía que, aunque tenía todo con Alice, algo en su vida seguía incompleto?
La reunión con Olivia había sido… inesperada.
Había algo en ella que lo desarmaba. Su seguridad, su manera directa de hablar, esa mezcla de dulzura y determinación que siempre había sido su sello personal. Pero esta vez, ella no era la niña que recordaba. Ahora era una mujer que sabía lo que quería, y eso lo inquietaba.
"Liv", pensó, repitiendo en su mente el apodo con el que la había llamado tantas veces en el pasado. No recordaba cuándo fue la última vez que lo usó. Tal vez después de sus quince años, justo antes de aquel viaje que lo había alejado de todo y de todos. Había pasado tanto tiempo que casi parecía una vida diferente.
Un destello de memoria apareció en su mente: Olivia corriendo hacia él, con una sonrisa que podía iluminar el mundo, mientras le contaba algún plan alocado o una idea que había tenido. Recordó cómo solía reírse de sus ocurrencias, pero también cómo siempre terminaba cediendo a sus caprichos. Ella tenía esa capacidad única de hacer que todo pareciera posible.
Pero ahora, después de tantos años, había cambiado. No solo físicamente —aunque era imposible ignorar lo hermosa que se había vuelto—, sino también en su manera de comportarse. Había madurado, y eso lo hizo sentir… ¿culpable? ¿Nostálgico?
Sacudió la cabeza, intentando concentrarse en lo que tenía frente a él: su vida actual. Alice, su prometida, ella era la mujer con la que había decidido construir un futuro, la mujer que había estado a su lado cuando las cosas se complicaron en los negocios. Entonces, ¿por qué la presencia de Olivia lo hacía dudar?
"Es solo el pasado", se dijo a sí mismo. "Y el pasado no tiene cabida en el presente."
Pero mientras se repetía esa frase como un mantra, no podía ignorar la sensación de que algo había quedado inconcluso.
GRACIAS!!!!
Los animo a que comenten lo que van pensando de nuestros personajes y como les va pareciendo la historia
Que pasen bien y besos con sabor a miel <3
ATT: Angeles Risco….