Olivia
La oficina de Olivia estaba iluminada solo por la suave luz de su escritorio. Era casi medianoche, pero el cansancio no la alcanzaba. Su mente estaba demasiado activa, planeando cada paso que debía dar. La revelación de Lina la había sacudido, pero también la había impulsado. Abel estaba comprometido, sí, pero Olivia conocía a Abel mejor que nadie. Sabía leer entre líneas.
Tomó un sorbo de su café frío y miró las notas que había escrito sobre el proyecto que compartía con Lina. Los números eran sólidos, las proyecciones prometedoras, pero no podía concentrarse del todo. Cada vez que intentaba enfocarse, su mente volvía a él: Abel Petrov.
Habían pasado tantos años desde que lo vio por última vez, pero ahora que había regresado, no podía evitar sentirse como una pieza de ajedrez esperando el movimiento correcto. No era una sensación nueva; Olivia siempre había sido estratégica. Pero esta vez, el tablero era personal.
Se levantó de su silla y caminó hacia el ventanal. La ciudad seguía despierta, llena de luces y vida, reflejando lo que sentía en su interior: una energía imparable. Respiró hondo y se obligó a mantener la calma.
“No puedo permitir que las emociones me nublen el juicio”, se dijo, ajustando mentalmente su enfoque. “Esto no es solo sobre Abel. Es sobre mí. Sobre lo que quiero y merezco.”
Decidida, tomó su teléfono y marcó un número que conocía bien.
—Lina, necesito que me ayudes con algo.
La voz somnolienta de Lina respondió al otro lado.
—Liv, ¿qué hora es? ¿Qué pasa?
—Nada grave. Solo necesito detalles. ¿Alice… dónde trabaja, qué hace? —Su voz era suave, pero había una firmeza que Lina reconoció de inmediato.
—Liv… no creo que esto sea buena idea.
—No voy a hacer nada malo, Lina. Solo quiero entender con quién estoy lidiando.
Lina suspiró, sabiendo que no podía convencerla de lo contrario.
—Trabaja en marketing para una empresa internacional. Viajó mucho antes de establecerse aquí. Es… —vaciló, buscando las palabras adecuadas— ambiciosa.
—Ambiciosa —repitió Olivia, saboreando la palabra como si estuviera descifrando su significado más profundo.
—Y, Liv, es muy buena en lo que hace. Pero Abel… no sé. Hay algo en su relación que nunca me ha convencido.
—Gracias, Lina. Eso es todo lo que necesitaba escuchar.
Olivia colgó antes de que Lina pudiera replicar. Caminó de regreso a su escritorio, anotando un par de ideas que se le ocurrían sobre cómo manejar esta nueva pieza del rompecabezas.
---Días después---
El viernes por la tarde, Olivia estaba en la sala de reuniones esperando a Abel. Había preparado cuidadosamente todo: una presentación impecable, una imagen profesional, y una actitud relajada pero segura. Cuando él entró, su mirada se cruzó con la de ella, y por un momento, el tiempo pareció detenerse.
—Señor Petrov, gracias por venir —dijo Olivia con una sonrisa, utilizando el tono profesional que sabía lo desarmaba.
—Olivia —respondió él, con esa mezcla de seriedad y curiosidad que había mostrado desde que se reencontraron.
Durante la reunión, todo transcurrió sin problemas. Ambos discutieron los puntos clave del proyecto, pero Olivia podía notar que Abel no estaba completamente enfocado. Lo atrapaba mirándola, como si buscara algo en su rostro, algo que no lograba recordar del todo.
Cuando la reunión terminó, Abel se quedó un poco más, fingiendo revisar unos papeles. Olivia lo observó desde su lugar, preguntándose si debía decir algo o esperar a que él hablara.
Finalmente, él rompió el silencio.
—Liv… —dudó, como si el apodo hubiera salido sin permiso.
—¿Sí? —respondió ella, apoyando sus manos en la mesa y mirándolo directamente a los ojos.
—Solo quería agradecerte por todo esto. Has hecho un trabajo increíble.
—Gracias, Abel. Pero sé que eso no es lo único que querías decirme.
Él pareció tensarse por un momento, como si estuviera debatiendo internamente.
—Es curioso… siento que debería recordarte más. Que hay cosas que olvidé.
Olivia sintió que su corazón se detenía, pero su rostro permaneció sereno.
—Quizá solo necesitas tiempo —respondió con calma—. A veces, los recuerdos regresan cuando menos los esperas.
Abel asintió, pero su expresión seguía siendo confusa, como si estuviera intentando descifrar un acertijo.
—Debería irme. Alice me espera.
El nombre de Alice era como un balde de agua fría, pero Olivia no dejó que eso la afectara.
—Claro, nos vemos en la próxima reunión.
Lo acompañó hasta la puerta, pero cuando él se giró para despedirse, no pudo evitar mirarlo con esa mezcla de nostalgia y determinación que había aprendido a ocultar tan bien.
Cuando la puerta se cerró, Olivia volvió a su escritorio y tomó la fotografía que guardaba en el cajón.
—Esto apenas comienza —murmuró, mirando la imagen de ella y Abel en tiempos más simples.
GRACIAS!!!!
Los animo a que comenten como les va pareciendo la historia
Que pasen bien y besos con sabor a miel <3
ATT: Angeles Risco….