La chica de mis sueños

El Juego de las Intenciones

Esa misma noche, mientras Olivia terminaba su revisión de los informes financieros, una notificación en su teléfono interrumpió sus pensamientos. Era un mensaje de Lina:

—"¿Sigues viva? Hace semanas que no te veo. Te espero mañana en el café de siempre. 3 p. m. No acepto un no como respuesta."

Olivia sonrió. Lina siempre lograba desconectarla, aunque fuera por un rato, de las intrigas en las que vivía inmersa.

A la tarde siguiente, Olivia llegó puntual al café. Lina ya estaba ahí, removiendo un capuchino con su característica energía inagotable.

—¡Por fin! ¿Qué pasa contigo, señorita "desaparezco en mi mundo de joyas"? —dijo Lina, levantándose para abrazarla.

—He estado ocupada —respondió Olivia con una sonrisa, tomando asiento frente a ella.

Lina la miró con suspicacia, cruzando los brazos.

—Eso no me lo creo. ¿Es tu empresa o es mi hermano? Porque tengo ojos y no soy tonta.

Olivia levantó una ceja, sorprendida por la franqueza de su amiga.

—¿De qué hablas? Abel y yo no tenemos nada que ver. Él está comprometido, ¿recuerdas? —respondió, intentando sonar indiferente.

Lina la señaló con el dedo.

—Justo eso es lo que me preocupa. Siempre que hablas de él, pones esa cara de "no me importa nada", pero yo te conozco mejor que nadie. ¿Qué estás tramando?

Olivia suspiró, sabiendo que no podía engañar a Lina tan fácilmente.

—No estoy tramando nada... exactamente. Pero no puedo evitarlo, Lina. Abel siempre ha sido especial para mí.

Lina rodó los ojos, aunque su expresión se suavizó.

—Te lo diré de una vez: cuidado, Olivia. Mi hermano no es perfecto, pero Alice puede ser implacable. No quiero verte lastimada.

—¿Te preocupa que ella me lastime o que yo la lastime a ella? —preguntó Olivia, medio en broma, medio en serio.

—Ambas cosas —respondió Lina con un tono serio.

La conversación cambió a temas más ligeros después de eso, pero Lina no dejó de observar a Olivia con cierta inquietud, como si intuyera que algo estaba por suceder.

Esa noche, cuando Olivia regresó a casa, encontró a su hermano Samuel esperándola en la sala. Él, con su porte siempre elegante y su bata de médico todavía puesta, la recibió con una sonrisa cálida.

—¿No me vas a abrazar o prefieres ignorar a tu hermano favorito? —bromeó Samuel, extendiendo los brazos.

—¡Samuel! ¿Cuándo llegaste? No me dijiste nada —exclamó Olivia, corriendo a abrazarlo.

—Hoy en la mañana. Vine directo del aeropuerto. Pensé que una visita sorpresa sería mejor.

Olivia se sentó junto a él, estudiándolo con detenimiento. Había perdido algo de peso, pero su expresión era tranquila, serena.

—¿Cómo fue la cirugía en el extranjero? ¿Estás bien? —preguntó, dejando entrever su preocupación.

—Todo salió perfecto. Era más estrés mental que físico, pero estoy como nuevo. Ahora puedo volver a mi rutina y, sobre todo, a cuidarte. ¿Cómo estás tú?

Olivia dudó por un momento antes de responder.

—Digamos que estoy... manejando varias cosas al mismo tiempo. Pero nada que no pueda resolver.

Samuel arqueó una ceja, sabiendo que su hermana rara vez compartía sus preocupaciones.

—Espero que esas "cosas" no incluyan a alguien llamado Abel. Mamá me dijo que Lina está preocupada por ti, y ya sabes que si estás jugando con fuego, tarde o temprano te puedes quemar.

Olivia suspiró, apoyándose en el respaldo del sofá.

—No estoy jugando con fuego, Samuel. Solo estoy... viendo qué pasa.

Samuel la miró con desaprobación, pero decidió no insistir.

—Bueno, yo estoy aquí para recordarte que mereces algo más que "ver qué pasa". Y si necesitas mi ayuda, sabes que cuentas conmigo.

—Lo sé. Gracias, Sam —dijo Olivia, apretando su mano.

Un nuevo factor en el tablero

Al día siguiente, cuando Olivia se reunió con Abel en su oficina, notó que él estaba más tenso de lo habitual. Después de su conversación sobre Gabriel, Abel pareció dudar antes de mencionar algo más.

—¿Samuel está de vuelta en la ciudad? —preguntó Abel, sin poder evitar una leve mueca.

Olivia asintió, notando el leve cambio en su tono.

—Sí, llegó ayer. Estaba en el extranjero realizando una cirugía a un paciente. Ya está de regreso, parece que todo salió bien.

Abel se quedó pensativo por un momento. Aunque conocía a Samuel desde siempre, las circunstancias de su regreso no pasaban desapercibidas.

—Claro, lo recuerdo. Es un excelente cirujano —comentó Abel, intentando sonar casual, aunque en su voz había una ligera tensión.

—Sí, siempre ha sido muy dedicado a su trabajo. Es un poco protector conmigo, ya sabes cómo es —respondió Olivia, sonriendo ligeramente.

Abel asintió con una leve sonrisa, aunque sus pensamientos parecían estar en otro lugar. La llegada de Samuel podría significar más de lo que él quería admitir. Aunque nunca había tenido una relación estrecha con él, su presencia ahora, en medio de todo lo que estaba sucediendo, añadía una capa más de complejidad a la situación.




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