Abel se encontraba en su departamento esa noche, mirando el horizonte desde la ventana, como si en la oscuridad pudiera encontrar respuestas. El silencio en la habitación lo envolvía, pero en su mente, el ruido era ensordecedor. Olivia había estado allí, frente a él, tan cerca, y sin embargo, había algo que lo mantenía alejado. El amor, ese que había creído haber dejado atrás, se había despertado con fuerza, pero el compromiso que tenía con Alice lo mantenía atrapado en un mundo que ya no podía ignorar.
¿Cómo había llegado a este punto? La imagen de Olivia bajo la casa del árbol, su primer beso, la pasión que compartieron... todo seguía presente en su memoria, sin importar cuántos años hubieran pasado.
A veces, Abel pensaba que la vida lo había puesto en un camino diferente, pero no podía evitar preguntarse qué habría pasado si las cosas hubieran sido diferentes.
Alice. Esa palabra, que hasta hace poco le daba una sensación de seguridad, ahora le pesaba. Alice lo amaba, confiaba en él, y le había dado una vida estable. Había sido su compañera durante tanto tiempo, y aún así, él no podía evitar compararla con Olivia. ¿Era justo? ¿Era justo para Alice seguir en una relación que no estaba siendo completamente sincera?
Abel se pasó una mano por el rostro, como si intentara despejarse de la niebla que lo envolvía. Finalmente, se sentó en el sillón, el peso de sus decisiones aplastándolo.
En su teléfono, una notificación apareció: Lina, su hermana, había enviado un mensaje.
“¿Estás bien? Olivia me contó que te vio hoy. ¿Todo en orden?”
Abel miró el mensaje, dudando por un momento antes de escribir.
“Estoy bien. Gracias por preguntar. Solo... pensando en algunas cosas.”
El teléfono vibró poco después.
“Lo entiendo. No es fácil, Abel. Pero creo que tanto Olivia como tú necesitan un poco de claridad. O tal vez, solo tiempo. ¿Has hablado con Alice?”
Esa última frase lo golpeó con fuerza. ¿Hablar con Alice? ¿De qué? ¿De lo que sentía por Olivia? Abel no podía imaginar esa conversación.
"No aún. Creo que necesito más tiempo." respondió, apretando los dientes al enviar el mensaje.
De inmediato, Lina respondió.
“Está bien. Solo ten en cuenta que tanto Olivia como tú no pueden vivir en un estado de indecisión por mucho más tiempo. A veces, enfrentarse a la realidad duele, pero al final, es la única forma de encontrar paz.”
Abel dejó el teléfono a un lado, sus palabras resonando en su mente. La paz... ¿era esa la respuesta? Había pasado tanto tiempo evitando enfrentarse a la verdad, pero tal vez Lina tenía razón. No podía seguir viviendo en la ambigüedad, ni para él ni para Alice, ni para Olivia.
El Encuentro con Alice
El siguiente día, Alice lo encontró sentado en la mesa de la cocina, mirando fijamente su café. Abel había decidido que ya no podía postergar más la conversación. Aunque su corazón latía desbocado, sabía que debía hablar con Alice, por su bien y por el suyo.
Alice entró, y lo vio pensativo, pero no dijo nada al principio. Se acercó lentamente, como si supiera que algo estaba por cambiar.
—Abel... ¿qué pasa? —su tono era suave, pero cargado de una preocupación que no se podía ocultar.
Él levantó la mirada hacia ella, viendo en sus ojos el reflejo de lo que siempre había sido para él: su compañera, su futuro. Pero, al mismo tiempo, algo había cambiado en él.
—Alice... —Abel comenzó, su voz temblorosa. — Necesito ser honesto contigo. No sé cómo empezar esto, pero... hay algo que no te he dicho. Algo que ha estado dentro de mí por mucho tiempo.
Alice se sentó frente a él, mirando sus ojos con una mezcla de ansiedad y paciencia. Sabía que algo estaba por venir, pero no esperaba lo que escucharía.
—No es fácil para mí decir esto... pero creo que es el momento de ser sinceros —continuó Abel, luchando por ordenar sus pensamientos. — Olivia... ella ha estado en mi mente más de lo que debería. No sé si debería contarte esto, no sé si es lo correcto, pero... creo que debo ser honesto contigo.
El aire entre ellos se tensó, como si todo lo que habían construido estuviera a punto de desmoronarse. Alice se quedó en silencio, procesando las palabras de Abel.
—¿Olivia? —su voz era casi inaudible, pero en sus ojos había una mezcla de shock y algo más profundo: una herida que acababa de abrirse. — ¿Qué significa eso, Abel?
Abel bajó la mirada, sin saber si había hecho lo correcto. Pero no podía seguir guardando el peso de sus sentimientos, de sus dudas.
—No sé si lo que siento por ella es amor o simplemente un recuerdo del pasado. Pero lo que sí sé es que no puedo seguir ignorando lo que ha estado pasando en mi corazón. —Abel respiró hondo, con la mirada fija en el café, como si no pudiera mirarla a los ojos. — Necesito entender lo que esto significa. Y lo más importante, necesito entender qué quiero para mi futuro.
Alice permaneció callada por unos segundos, asimilando las palabras de Abel. Finalmente, miró hacia abajo, su voz quebrada.
—¿Y qué pasa conmigo, Abel? ¿Qué significa esto para nosotros? —preguntó, su tono lleno de dolor.