La chica del cabello blanco (reescrito)

CAPITULO 1

Era muy temprano por la mañana, y el frío era tan brutal que parecía que el invierno había decidido quedarse para siempre. El aire era como un cuchillo afilado, cortante y helado, que se colaba a través de mi chamarra negra. A pesar de que la chaqueta era gruesa, el frío se sentía como si intentara perforarla. El cielo estaba completamente negro, sin ni un rastro de estrellas o luna, como si un enorme y monstruoso lobo estuviera a punto de devorar todo a su paso.

Sentí las gotas de agua caer sobre mi abrigo, frías como si fueran pedacitos de hielo que se estrellaban contra mí. Cada gota parecía traicionera, haciendo que el frío se colara aún más. La luna y las estrellas estaban escondidas detrás de una manta de nubes tan densas que parecía un muro oscuro y sólido. Esta oscuridad envolvía todo como una manta pesada y opresiva, haciéndome sentir pequeño y perdido en medio de la desolación. Cada paso que daba crujía bajo el peso del frío, y el ambiente a mi alrededor era tan sombrío que hasta el silencio parecía pesado y cargado.

Caminaba decidido hacia la avenida, con la esperanza de alcanzar uno de los dos transportes que me llevarían a la escuela. Aquel día, iba con unos diez minutos de retraso, un margen que sabía perfectamente que solo aumentaría mi problema. Pero, para ser honesto, no tenía ninguna intención real de asistir a la clase de Física. Había llegado a un punto en el que los retrasos se habían convertido en una especie de rutina para mí.

Ya había acumulado cuatro retrasos, y el profesor, con su aire de autoridad intransigente, nos había advertido que después de tres llegadas tarde no se nos permitiría entrar a la clase. Nos había dicho que era mejor que nos pusiéramos a estudiar por nuestra cuenta, porque nos vería en el ETS, que en mi mente ya era una especie de castigo inminente. A esas alturas, ya estaba resignado a perderme esa materia, como si la Física se hubiera convertido en una causa perdida. Mi única motivación para salir temprano de casa era evitar que mis familiares se dieran cuenta de que algo andaba mal.

Cada paso que daba hacia la avenida estaba marcado por un sentimiento de resignación, como si el frío y la oscuridad de la mañana se fusionaran con la certeza de mi fracaso académico. La mañana era tan gris y opaca que parecía reflejar mi estado de ánimo, y el simple acto de caminar hacia el transporte se sentía como una especie de travesía sin sentido. Mis pensamientos estaban llenos de excusas para justificar mi ausencia y de cómo podría manejar la situación sin levantar demasiadas sospechas en casa. Al final del día, todo se reducía a un juego de apariencias, mientras yo trataba de mantener la ilusión de que todo estaba bajo control, cuando en realidad, la Física y yo estábamos cada vez más distantes.

Cuando subí a la combi, la primera cosa que noté fue el caos total que reinaba en el interior. Todos los asientos estaban ocupados, y la gente estaba tan apretada que parecía que íbamos a reventar en cualquier momento. La mayoría de los pasajeros estaban profundamente dormidos, con las cabezas inclinadas en ángulos que solo un contorsionista podría lograr, mientras que otros estaban inmersos en sus teléfonos, tecleando con una concentración que me hizo preguntarme si habían descubierto el secreto para mantener el equilibrio en medio del desorden.

Me abrí paso con dificultad, moviéndome entre cuerpos adormecidos y miradas vacías, hasta que finalmente encontré un asiento libre. Me dejé caer en él con un suspiro de alivio, agradecido de poder descansar un poco. A mi lado, un estudiante, que afortunadamente olía a una mezcla ligera de colonia fresca y detergente, me apretujaba hacia el borde del asiento. Al otro lado, sin embargo, el contraste era brutal: un señor corpulento emanaba un olor que combinaba loción barata con un sutil toque de sudor, creando una fragancia que era todo menos agradable.

A pesar del apretujamiento y de la incomodidad, cerré los ojos con la esperanza de aprovechar la oportunidad para tomar una siesta corta. El constante movimiento de la combi hacía que mi cabeza se balanceara de un lado a otro, y en varias ocasiones me despertaba de golpe, sobresaltado por el vaivén. Cada vez que abría los ojos, el interior del vehículo parecía girar a mi alrededor, como si estuviera atrapado en una montaña rusa lenta y siniestra. Intentaba ubicarme, tratando de distinguir las paradas por la ventana para no perderme la que me dejaría justo frente al colegio.

No quería que se me pasara la parada y tener que hacer el largo viaje de regreso, así que mantenía un ojo medio abierto, fijándome en cada señal y cada cambio en el paisaje mientras la combi seguía su tortuoso recorrido. La sensación de desorientación y el miedo a perderme la parada hacían que mi siesta fuera más un estado de medio sueño que un descanso real, pero al menos el tiempo pasaba más rápido de esa manera.

Mientras me sumergía en el mundo de mis sueños, una serie de murmullos y sonidos de asombro comenzaron a llegar a mis oídos, como ecos distantes de un evento inesperado. La gente en la combi estaba murmurando y exclamando en un tono que transmitía sorpresa, y me preguntaba qué podía estar pasando. ¿Había subido alguien con una presencia tan fuerte que atraía todas las miradas? Tal vez un vagabundo con un olor tan fuerte que rivalizaba con una tormenta de verano, o quizás alguien famoso que había decidido hacer una aparición inesperada. Mi apuesta personal estaba en la primera opción, pero en ese momento, la curiosidad no fue suficiente para sacarme del abrazo de Morfeo.

Así que, en lugar de abrir los ojos y averiguar qué causaba tanto alboroto, opté por seguir durmiendo. Mis pensamientos se deslizaron lentamente hacia un sueño más profundo, mientras el vaivén de la combi me mecía de un lado a otro como si fuera una cuna en movimiento. El viaje se sintió interminable, pero el sueño era tan reconfortante que ni siquiera el cambio de ambiente a mi alrededor me sacó de mi soporífero estado.



#977 en Fantasía
#4061 en Novela romántica

En el texto hay: mexico, romance, frienzone

Editado: 19.09.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.