La chica del cabello blanco (reescrito)

CAPITULO 2

—Estoy bien, gracias —le respondí, sin apartar la vista de su cabello blanco, casi hipnotizado por su brillo.

—Espero que realmente estés bien —me dijo, acompañando sus palabras con una pequeña sonrisa, apenas visible, como si se esforzara en mostrarse amable.

Tomó asiento en la butaca frente a mí, y no pude evitar aprovechar la oportunidad para seguir admirando su cabellera. Era como si estuviera bajo un hechizo, tratando de encontrar el origen de ese color tan peculiar. ¿Era natural? ¿O simplemente se lo había teñido? A medida que mis ojos recorrían cada mechón, llegué a la conclusión de que no había rastro alguno de tintes o raíces oscuras. El cabello caía con elegancia hasta la mitad de su espalda, y su apariencia reflejaba un cuidado meticuloso. Se notaba que lo mantenía en perfectas condiciones: brillante, liso y con las puntas perfectamente alineadas, como si acabara de salir del salón.

Mientras seguía perdido en esos pensamientos, caí en cuenta de algo importante. Esta chica... ¡era el estudiante transferido! No un chico, como me habían dicho Karina y sus amigas. Me pareció extraño que se hubieran confundido de esa manera, pero no le di más vueltas al asunto, demasiado absorto en los detalles de su aspecto.

Sin poder contenerme y aún con la mirada fija en su cabello, le toqué suavemente el hombro, sin pensar demasiado en lo que hacía, y pronuncié las palabras más estúpidas que jamás pude haber dicho:

—Lo siento, parece que tú eres el estudiante transferido, pero... pensaba que sería un chico —solté una risa torpe, sintiendo que acababa de decir una tontería monumental.

Ella no tardó en responder, con una voz baja y un toque de molestia apenas perceptible:

—Vaya, parece que prestaste mucha atención desde que el profesor me presentó. Sí, soy yo la nueva estudiante —dijo sin siquiera voltearme a ver, su tono tranquilo, pero con un leve reproche.

"¡Qué idiota!", me reprendí internamente. "¿Por qué dije eso? Sonaba como un completo imbécil". Mi mente intentaba rebobinar la escena, tratando de recordar cómo había sido su presentación. ¿Cómo había dicho el profesor que se llamaba? ¿De dónde venía? No tenía idea. Mi cerebro había estado demasiado ocupado pensando en... otras cosas. Cosas como Karina y lo que me había contado sobre su novio.

Esa palabra, "novio", seguía rondando mi cabeza. Me hacía sentir incómodo, incómodo y, al mismo tiempo, un poco derrotado. ¿Por qué me afectaba tanto? Claro, Karina me gustaba, pero siempre me había dejado claro que solo éramos amigos. "Friendzone", así lo llamaban, ¿no? Nunca me vería de la manera en que yo la veía a ella, y quizá ya era hora de que lo aceptara y dejara de torturarme con esa idea.

Mis pensamientos seguían dándome vueltas. "¿Por qué ahora? ¿Por qué me estoy dando cuenta de todo esto justo en este momento? ¿Será porque ya es definitivo? ¿Porque eligió a alguien más y yo me quedé en segundo plano?" Mis reflexiones seguían fluyendo, una tras otra, mientras mi mirada continuaba fija en el cabello de la chica nueva. Era como si, en medio de toda esta confusión interna, solo pudiera aferrarme a ese detalle insignificante, pero tan hermoso.

Me di cuenta de que, en medio de mi trance mental, no había dejado de mirarla ni por un segundo. ¿Se habría dado cuenta de lo extraño que estaba actuando?

Sentí un tirón leve en mi chamarra, como si alguien quisiera arrancarme de mis pensamientos. Al girar la cabeza, ahí estaba Miguel, mi mejor amigo. Su expresión era un mezcla de diversión y fastidio. Me habló en voz baja, casi susurrando para que el profesor no lo notara, aunque conociendo a Miguel, no le importaba mucho si lo descubría.

—Oye, Dan, ya deja de mirarla como un tonto. Vas a espantarla o algo —me dijo, arqueando las cejas como si estuviera dándome un consejo de vida o muerte.

Su comentario me hizo volver bruscamente a la realidad. Llevaba rato perdido observando a la chica nueva sin siquiera darme cuenta de cuánto tiempo había pasado. Miré el reloj, la clase ya casi terminaba y no había sacado ni un solo cuaderno, ni una pluma, nada. Mi escritorio estaba tan vacío como mi cabeza en ese momento. ¿De qué iba la clase? No tenía idea. Traté de hacer memoria, pero fue inútil; lo único que rondaba mi mente era ese cabello blanco brillante que había capturado toda mi atención. Ahora era demasiado tarde para intentar ponerme al corriente, así que solo me dejé caer en el respaldo de la silla, resignado.

El profesor, un hombre que siempre tenía una broma bajo la manga, terminó de escribir algo en el pizarrón y se giró hacia la clase. Sus ojos se pasearon por todos nosotros hasta que, por supuesto, se posaron directamente en mí. Era imposible que no se diera cuenta de que no había hecho nada más que admirar a la chica nueva.

—Bueno, muchachos, eso es todo por hoy —anunció con una voz que resonaba en todo el salón. Su tono siempre tenía esa mezcla de autoridad y relajación que lo hacía caer bien, incluso cuando regañaba—. Recuerden que la próxima clase tenemos un examen. Así que estudien, no quiero verlos fallar.

"Examen", pensé. Genial, otro desastre en camino.

El profesor siguió hablando, pero entonces hizo una pausa, y yo ya sabía que algo venía dirigido hacia mí. Una sonrisa traviesa apareció en su rostro, y en cuanto abrió la boca, supe que estaba a punto de hacerme quedar en ridículo frente a toda la clase.

—Señor Daniel, espero que haya puesto atención en la clase. —Hizo una pausa dramática, como quien disfruta preparar una broma—. Y por favor, en el examen, no me vaya a contestar en todas las preguntas solo el nombre de su nueva compañera.

Hubo un silencio que duró solo una fracción de segundo antes de que todos estallaran en risas. Sentí cómo el calor subía por mi cuello hasta mi cara. Me encogí de hombros, medio sonriendo, pero por dentro quería desaparecer. El profesor, por su parte, parecía satisfecho con su golpe de humor. Recogió sus cosas del escritorio, se dio media vuelta con una sonrisa socarrona en el rostro y salió del salón, como si acabara de hacer la buena obra del día.



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En el texto hay: mexico, romance, frienzone

Editado: 19.09.2024

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