La chica del cabello blanco (reescrito)

CAPITULO 3

Había pasado ya un mes desde que Suki y yo cruzamos nuestras primeras palabras, y aún me sorprendía lo rápido que mi vida había cambiado desde ese momento. Cada día a su lado parecía una pequeña aventura, llena de momentos sencillos pero significativos. Las mañanas habían dejado de ser monótonas; en lugar de eso, despertaba emocionado, con el corazón latiendo al pensar en verla, en escuchar su risa ligera y, sobre todo, en observar cómo su cabello blanco caía libremente sobre sus hombros, creando ese contraste fascinante con su piel.

Desde ese primer día, nuestras conversaciones habían fluido de manera natural, como si nos conociéramos de toda la vida. En clase, nos sentábamos juntos, aunque admito que la mayoría del tiempo apenas prestaba atención a los profesores. Estaba demasiado ocupado viendo cómo Suki jugaba con un mechón de su cabello o cómo fruncía el ceño cuando algo le intrigaba. Nos pasábamos horas hablando de todo y de nada, desde tonterías como qué animal sería el más fuerte en un apocalipsis hasta temas más profundos como sus sueños de viajar por el mundo, sus recuerdos de Japón y España, y mis antiguas obsesiones con Karina, de las que ya ni quería acordarme.

De hecho, desde que Suki apareció en mi vida, Karina dejó de ocupar mis pensamientos. Lo que antes parecía un amor imposible ahora me parecía casi insignificante. Las noches, que antes estaban llenas de sueños rotos y frustraciones por Karina, ahora estaban llenas de imágenes cálidas de Suki. Sueños en los que su cabello blanco brillaba bajo la luz de la luna, sus labios rosados estaban tan cerca de los míos que podía sentir su respiración. Mis pesadillas, que solían atormentarme en el pasado, se desvanecieron como el humo, reemplazadas por sueños dulces donde todo parecía perfecto.

Una tarde, nos quedamos charlando más allá de la hora de salida. Como era nuestra costumbre, no entramos a la última clase. Nos quedamos sentados en las gradas del campo de fútbol, viendo cómo el cielo se teñía de naranjas y rosas mientras el sol se escondía detrás de los edificios de la escuela. Había algo en la calma de esos momentos, en la simplicidad de estar con ella sin necesidad de hacer grandes cosas, que me hacía sentir en paz. Mientras el viento helado revolvía su cabello y hacía que sus mejillas se sonrojaran, me di cuenta de que lo que sentía por ella ya no era una simple atracción. Me gustaba de verdad.

Ese día, cuando finalmente llegó la hora de despedirnos, sentí un nudo en el estómago. Odiaba la sensación de verla alejarse. Cada vez que me daba la vuelta para caminar a casa, me asaltaba la misma duda: ¿qué estaba sintiendo Suki por mí? ¿Era solo una amistad o algo más? Quería decírselo, quería confesar lo que estaba empezando a crecer dentro de mí, pero no sabía cómo.

Entonces, el día en que Karina reapareció fue como un balde de agua fría. Estaba esperando a Suki para irnos juntos, como hacíamos siempre. Mi mente estaba en otro lado, imaginando las cosas que podríamos hacer ese fin de semana, cuando de repente, escuché una voz que me sacó de mis pensamientos.

—Hola, Dani. —Era Karina, sonaba casi como antes, con esa familiaridad que alguna vez me hizo pensar que había una posibilidad entre nosotros. La sorpresa me golpeó. No esperaba que ella se acercara después de tanto tiempo. —¿Cómo estás? Hace mucho que no hablamos. Ya ni pareces el mismo de antes… ¿Me cambiaste por la nueva amiga albina? —Su tono era juguetón, pero había algo más detrás, un ligero rastro de incomodidad.

Me tensé. El solo hecho de escuchar su voz me hizo recordar todas las horas que pasé suspirando por ella, esperando alguna señal que nunca llegó. Pero ahora, todo eso parecía tan distante.

—Hola, Karina. Estoy bien, de hecho, mejor que nunca. —Respondí con calma, tratando de mantener las cosas casuales. No quería volver a caer en lo mismo, y mucho menos cuando ya sabía que ella estaba con otro. —Lo siento por no hablarte en estos días, pero pensé que estarías ocupada… con tu novio y todo eso.

Su expresión cambió ligeramente, como si no esperara que mencionara a su novio tan pronto. —Bueno, sí… pero eso no significa que ya no podamos ser amigos, ¿verdad? —Dijo mientras me miraba con esos ojos que solían hacerme sentir confundido. —Siempre te he considerado mi mejor amigo, y no quiero que eso cambie, aunque ahora parezca que tienes a alguien más.

Sentí cómo una especie de ira latente comenzaba a surgir dentro de mí. ¿Por qué ahora? ¿Por qué me decía estas cosas cuando ya era demasiado tarde? —Karina, me di cuenta hace tiempo. No soy ciego. —Mis palabras salieron con más dureza de la que había planeado. —Siempre estabas con él, siempre juntos… no hay mucho más que decir.

Ella dio un paso hacia mí, como si quisiera arreglar la situación. Su voz se suavizó, pero había algo en su tono que no podía ignorar. —Lo siento si te hice sentir así… Pero espero que sepas que siempre puedes contar conmigo. —Su sonrisa parecía genuina, pero algo dentro de mí me decía que había más de lo que estaba diciendo. Antes de que pudiera responder, dio un paso hacia adelante y, de la nada, me dio un beso. No fue en los labios, pero fue demasiado cerca. Sentí su aliento y el calor de su piel.

El impacto de ese beso me dejó sin aliento. Mi corazón latía descontroladamente, pero no de la manera que solía hacerlo con Suki, sino de confusión. —¿Por qué? —Le dije, mi voz apenas un susurro. —¿Qué significa esto?

Ella no respondió de inmediato. Sus ojos se encontraron con los míos, y por un momento, pensé que iba a decir algo importante, pero en su lugar, simplemente me sonrió de manera enigmática.

Con las mejillas ligeramente enrojecidas y jugando nerviosamente con sus manos, Karina retrocedió un poco, evitando mi mirada. Su voz, suave y vacilante, rompió el silencio mientras trataba de explicar lo que acababa de suceder.

—Dani, no sé si debería disculparme por lo que acabo de hacer... o por todo lo que te he hecho pasar antes —dijo, su voz apenas un susurro. Sus ojos seguían fijos en el suelo, como si temiera mirarme directamente. —Estas semanas me han hecho darme cuenta de algo… tal vez malinterpreté mis sentimientos hacia ti.



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En el texto hay: mexico, romance, frienzone

Editado: 19.09.2024

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