La chica del cabello blanco (reescrito)

CAPITULO 5

Mis hermanas me observaron de inmediato al escuchar el inconfundible sonido de la notificación de WhatsApp. En ese instante, todo en la mesa quedó en pausa, como si el simple sonido hubiera alterado la atmósfera.

Karla fue la primera en hablar, con ese tono autoritario y sereno que la caracterizaba, una mezcla de madre y hermana mayor que no admitía discusión.

—Sabes muy bien que mientras estamos en la mesa está prohibido el uso del teléfono —me lanzó una mirada dura, esa que normalmente reservaba para Dylan cuando hacía alguna travesura.

Sentí una punzada de culpa atravesarme. Sabía que tenía razón, pero el impulso de ver quién me había escrito era más fuerte. Así que, antes de que Karla pudiera seguir con su reprimenda, intenté justificarme.

—Lo siento, lo siento. Solo voy a checar quién es y qué quiere, puede ser Miguel —mentí rápidamente, mientras sacaba el teléfono del bolsillo—. Tal vez quiere que me conecte ya por Facebook para hacer un trabajo que nos dejaron.

Levanté la mirada mientras hablaba, esperando que mi excusa fuera lo suficientemente convincente. Karla, sin decir una palabra, frunció los labios en una clara señal de desaprobación, pero no insistió. Su atención volvió al plato frente a ella, dándome una pequeña ventana de respiro.

Sin embargo, Nohemí no era tan fácil de engañar. Al contrario, me lanzó una mirada que dejaba en claro que no se creía ni una sola palabra de lo que acababa de decir. Era imposible ocultarle algo, y la forma en que alzó una ceja me lo confirmó. Ella sabía exactamente quién era en realidad.

Con su estilo siempre desenfadado y burlón, esperó a que Karla estuviera distraída y luego, sin previo aviso, estiró sus manos hacia sus ojos, jalando de las comisuras hacia los lados, haciendo una mueca que, en su propio y retorcido código, me indicaba que sabía perfectamente que no se trataba de Miguel, sino de Suki.

Intenté mantener la compostura, resistiendo la tentación de reírme o reaccionar de manera demasiado evidente. En lugar de eso, le respondí con un gesto de la mano, un simple movimiento de dedo hacia los labios, rogándole en silencio que no dijera nada. Si Karla llegaba a enterarse de quién me había escrito realmente, la mesa se convertiría en un campo de interrogatorio. Y eso era lo último que necesitaba.

Nohemí, que disfrutaba demasiado viendo cómo me metía en problemas, esbozó una sonrisa traviesa, pero al menos comprendió mi mensaje. Regresó a su plato, aunque no sin antes soltar una pequeña patada debajo de la mesa. El golpe me sorprendió, y tuve que contenerme para no soltar un quejido de dolor. Le lancé una mirada fulminante, pero ella simplemente siguió comiendo, como si nada hubiera pasado.

Respiré hondo y volví mi atención al teléfono. Sentía el peso de la mirada de mis hermanas sobre mí, incluso si en ese momento Karla parecía más interesada en su sopa y Nohemí estaba fingiendo estar completamente concentrada en su comida. Desbloqueé el celular y allí, en la pantalla, apareció el nombre de Suki, iluminado en letras blancas contra el fondo negro.

Sentí una mezcla de nervios y curiosidad al ver su nombre. A pesar de la situación con Karina, Suki siempre había sido una especie de misterio para mí, alguien que aparecía en los momentos más inesperados. No es que tuviera algo en su contra, pero justo en ese momento, su mensaje añadía una capa más de complicación a una situación ya de por sí confusa.

—¿Quién es? —preguntó Nohemí en un susurro casi inaudible, con una sonrisa maliciosa.

—Nadie, solo un amigo —contesté rápidamente, tratando de sonar lo más despreocupado posible, aunque sabía que no estaba engañando a nadie.

Volví a bloquear el teléfono y lo guardé en el bolsillo, decidido a no darle más importancia por el momento. Pero sabía que, tarde o temprano, tendría que enfrentar las preguntas de mis hermanas, porque con ellas, nada quedaba sin respuesta.

Me quedé en silencio por unos segundos, escuchando los sonidos de los cubiertos contra los platos y sintiendo cómo la tensión en la mesa comenzaba a disiparse lentamente. Sin embargo, en mi mente, el mensaje de Suki seguía dando vueltas, y no podía dejar de preguntarme qué querría decirme justo ahora.

El mensaje de Suki apareció en la pantalla, sencillo pero cargado de una especie de inquietud que no podía ignorar:

"Hola Dan, espero no molestarte, pero como no nos despedimos hoy y vi que estabas ocupado, ya no pude decirte que mañana no podré ir a clases."

Leí el mensaje varias veces, como si intentara encontrar algún significado oculto en esas palabras. En apariencia, solo me estaba informando que no iría a clases al día siguiente, algo que, en otra ocasión, no habría tenido la necesidad de mencionar. Después de todo, otras veces había faltado y solo me enteraba al verla el día siguiente o cuando me contaba después de haber faltado.

Pero esta vez era distinto. La forma en que lo dijo, "vi que estabas ocupado", me golpeó como una señal evidente de que Suki me había visto con Karina. Seguramente se había sentido incómoda o incluso molesta, sabiendo todo lo que le había contado sobre mis complicados sentimientos hacia Karina. Había compartido con Suki muchas de mis frustraciones, el maltrato emocional que a veces recibía de Karina, y cómo, a pesar de todo, no lograba sacármela de la cabeza. Era casi irónico que justo hoy, después de todo lo que le había confiado, me viera con Karina, y peor aún, ni siquiera tuve la decencia de despedirme de ella.

No pude evitar recordar lo que me había dicho Miguel hace apenas unas horas, sugiriendo que Suki sentía algo por mí. Al principio, lo había descartado, pensando que solo estaba siendo amable conmigo, pero ahora, el mensaje parecía un eco de todo lo que Miguel me había insinuado. ¿Por qué, si no, me habría mandado ese mensaje? Nunca antes me había avisado con antelación cuando faltaba a clases. Algo había cambiado.



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En el texto hay: mexico, romance, frienzone

Editado: 19.09.2024

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