La chica (im)perfecta

Capítulo 1

           

—No entiendo por qué tengo que venir a este grupo

—No entiendo por qué tengo que venir a este grupo. —le comento yo a la directora algo frustrado mientras caminamos y ella tuerce los ojos, claramente fastidiada de tener que acompañarme ella misma hasta la reunión del grupo "Acompañados" al que estaba siendo básicamente forzado a asistir como si no tuviera otras cosas mejores que hacer.

Y es que según mi tutora María necesitaba tener unas influencias más sanas ahora que me acababa de cambiar de instituto. No tenía muy claro yo a que se refería con eso, las amistades que había hecho hasta ahora en el instituto nuevo no me parecían tan malas. No eran las más provechosas académica ni moralmente a los ojos de los adultos seguramente, pero no estaban tan mal como ellos decían, eso seguro.

—Si dejaras de quejarte y le dieras una oportunidad al programa capaz y te sorprenderías. —respondió ella con un tono entre crítica y burla, tajante.

Decidí que era mejor quedarme callado y dejar de quejarme si no quería tener una amonestación en la plataforma digital del instituto.

La directora dejó de caminar justo en frente de una gran puerta blanca y con su cabeza me hizo un gesto para que entrara. Lo hice. Esperaba encontrar una sala llena de estudiantes tímidos reunidos en roble leyendo algún libro o hablando de algo profundo e impactante (he visto demasiadas películas) pero, al contrario, me encontré con una sala llena de adolescentes que preparaban mesas con juegos.

No parecían adolescentes tímidos e inseguros, por lo menos no en su mayoría. Eran adolescentes diversos y eso se notaba en la manera de vestir que tenían, los colores del cabello, la manera de moverse, etc.

Mi sorpresa fue notable a los ojos de la directora, que no dudo en decir:—No esta tan mal, ¿no? —pregunto ella, cerrando la puerta tras de sí y dejándome solo en la sala.

Que Dios la aguarde señora, que estaba deseando perderme de vista.

Un hombre calvo y con unos ojos saltones verdes —que después me enteré que se llamaba Víctor— me recibió con efusividad y me invitó a que me uniera a su partida de Trivial para niños (sí, niños) con otra chica pelirroja y de pecas que se encontraba en la silla frente a la suya. La chica, lejos de ser tímida resultó ser muy extrovertida y el juego se me hizo completamente ameno.

Estaba en medio de contestar que Adolfo Suárez fue el primer presidente de la democracia española tras el franquismo cuando mis ojos cayeron en una chica castaña de rulos largos que le caían por los hombros que acababa de entrar por la puerta. Llevaba una sudadera blanca —con unos puntos suspensivos a la altura de su busto— tres o cuatro tallas más grande que su cuerpo, una coleta alta levemente torcida hacia la derecha y unos pantalones militares también anchos. No podía distinguir sus facciones muy bien desde la distancia pero sus ojos se veían levemente hinchados y parecía que llevaba llorando un buen rato antes siquiera de entrar a la sala.

Víctor también tenía su atención en ella y se despidió de nosotros rápidamente para acercarse hasta donde estaba. Mantuvieron lo que parecieron ser no más de tres o cuatro frases y la chica se tapó la cara con las manos como si estuviera muy avergonzada de algo.

—¿Quién es esa? —le pregunté yo a la chica pelirroja señalando disimuladamente a la chica castaña.

—Adara Montero. Es bastante... peculiar.

—¿A qué te refieres con peculiar?

Como si todos aquí fuéramos normales, sabes.

—Es introvertida, demasiado. No habla mucho, o más bien no habla nunca, y parece siempre estar metida en sus cosas y mundos; aunque se preocupa mucho por los demás constantemente y trata de asegurarse de que estén bien siempre que puede. Recibe ayuda psicológica por parte de todo el equipo del programa, cosa poco común ya que de normal solo tenemos un psicólogo y eso es solo en casos extremos... pero nunca participa en las terapias en grupo, ¡y eso que es obligatorio para todos los que van a terapia!

La miré intrigado, analizando sus expresiones y movimientos corporales.

Parecía que temblaba mientras trataba de hablar y explicarle a Víctor algo.

No conocía de nada a aquella chica castaña de coleta torcida, pero algo me decía que con el tiempo lo haría.

No conocía de nada a aquella chica castaña de coleta torcida, pero algo me decía que con el tiempo eso iba a cambiar




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