06/05/2016
La decisión era nuestra. Nos encontramos en la casa de Lila a discutir sobre nuestro próximo movimiento. Sábita estaba sentado en la silla del computador, Lila sentada a mi lado, recostadas en la pared. Teníamos nuestra ropa escolar ya que salimos y nos fuimos directo a aquí.
—Sábita, ¿qué propones? —inicié la charla difícil. Esperando a que él lo diga una vez más, todo para decir que la idea no fue originalmente mía y “limpiar” mis manos. Supongo que por el hecho de no querer parecer un monstruo frente a Lila. Levanté la vista que se me perdía entre la decoración floreada de las sabanas—. Puede ser que Violeta este esperando un descuido...
—Hay que matarla —sentenció Sábita, despejando cualquier otra posibilidad.
Pude escuchar la saliva pasar a través de la garganta de Lila. Yo me contuve.
—N-no, tiene que haber otra opción —contestó Lila, se notaba a simple vista que no tenía la intención de asesinar a nadie y lo único que quería decir era: "Llamemos a la policía", pero sabía, en el fondo, que no era una solución razonable. Aunque todo esto de razonable no tenía nada.
—Yo lo haré —se ofreció Sábita levantando la mano, haciéndose totalmente responsable. Fue tenebroso, con una expresión impasible, sin titubear un solo segundo...
—¡Estás loco! Apuesto que no sabes lo que es quitarle la vida a otra persona, ¡no debe ser tan fácil! —espetó Lila, despegando de la cama de golpe. Prosiguió bajando el volumen de su voz—. No hables como si ya lo hubieras hecho antes.
Pude percatarme de que dirigió sus ojos, como refugiándose y buscando apoyó en mí, pero en el fondo yo creía lo mismo que Sábita. Me quedé en silencio.
—¿Qué otra forma? Esa mujer está loca... —acoté.
—¡Se van de mi casa! —Lila me interrumpió gritando—. Si están con esas locuras de matar se pueden ir. Si por casualidad se retractan, avísenme.
Lila se encaminó a la puerta de su cuarto y la abrió con brusquedad, sosteniendo el picaporte y evitando hacer contacto visual con alguno de nosotros.
—Pero Lila...
—¡Se van! —grito una vez más, haciéndome sentir la persona más horrenda del mundo. De no ser por la tristeza que acarreaba en ese momento, me hubiera disculpado de rodillas si era necesario, pero me fui. Sábita me siguió el paso hasta la salida.
Una vez fuera Sábita me tocó el hombro.
—Dame más de tu poder y para el lunes la profesora Violeta no será un problema nunca más —me planteó—. Sabes muy bien que esto termina con ella del otro lado; es eso o nosotros saboreando la tierra. No digas nada, solo hazlo.
Suena tan convincente, suena sencillo, suena como algo que quiero que haga, porque no quiero matar a nadie y menos que Lila salga lastimada por mi culpa. Si le paso mi poder a Sábita, ¿sería lo mismo que haberla matado con mis manos? Me convenzo de que no. Cada quien es dueño de lo que hace y, si Sábita va a matarla, no tiene nada que ver conmigo. Me aseguro de que nadie esté observando, levanto mi mano y Sábita me copia. La magia ocurre una vez más.
Sábita está feliz, sonríe maquiavélicamente. Dice que hice lo correcto.
—Somos iguales. Dueños de nuestros destinos, sabemos lo mejor... Lo que hay que hacer en el momento indicado. —Antes de que me suba a mi bicicleta y me ponga de camino a mi casa, me frena por la parte trasera de esta. Lo miro extrañado y le pregunto por qué lo hace, a lo que responde —. Me estoy enamorando de ti, Celeste. Somos los protagonistas.
Se acerca a mi cara y me da un beso en la mejilla. Automáticamente me pongo colorada, parece que estoy por reventar.
—¿Te parece gracioso? —lo juzgo, solo para evitar el silencio incómodo.
—¿Quieres saber el motivo por el que no te bese en los labios?
Primero le respondo con un: Mmm. Revoloteo los ojos.
—Déjame adivinar... ¿Ya no eres tan idiota? —trato de enviar la conversación a algo más distendido.
Sábita larga una carcajada pegajosa, la cual hace que me ría.
—Si fuera un idiota no me daría cuenta.
—¿Sobre qué? —le miro confundida.
—Ya lo sé todo. —Se aleja corriendo y despidiéndose—. ¡Hasta luego, Cele! ¡No olvides estar atenta a las noticias locales!
08/05/2016
La televisión no es un entretenimiento habitual en mí día a día, por lo que la noticia me llegó en principio por mi mamá, quien me hizo bajar las escaleras a medio vestir luego de bañarme.
—¡Celeste! ¡A una mujer le pasó algo muy malo! ¡Aquí, en Welttob! ¡Ven a ver, rápido! —me gritaba mi mamá impactada.
Bajé a toda prisa para alcanzar a escuchar al conductor del noticiero, a eso de las siete y cuarto de la noche.
“Tragedia en Welttob. Una mujer fue asesinada en la comodidad de su casa. Sin robo... Sin abuso. Solo una persona sin respeto por la vida. Su nombre era Malva, vivía...”
Apagué la televisión antes de seguir escuchando las palabras que me caían como una patada al hígado.
—¡Hija! ¿Por qué la apagas? —me retó mi mamá.
—Mamá, no quiero escuchar esas cosas —le contesté, subiendo a mi habitación repitiéndome para mí misma: "Se equivocó ¡El tarado se equivocó!"
No quería aceptar que en parte fue mi culpa, a pesar con anterioridad de haberme asegurado de que eso no era verdad, pero mi mente me castigaba con el tormento de las palabras de Lila. Ella tenía razón, matar a alguien no es fácil. De todas maneras, no lloré, de cierta manera me hubiera gustado, sin embargo, no podía darme el lujo de hacerme la víctima.
¿Cómo voy a verle la cara a Lila? Me va a odiar. Me recriminaba entre las cobijas de mi cama, mientras esperaba que repasen la noticia a media noche. Los ojos se me quedaron abiertos de par en par cuando pasaron la foto de la mujer llamada Malva.
Reparé en que Ernesto me dijo que no se llamaba Violeta... ¿Hay alguna posibilidad de que Sabita no se equivocara? Espero que sí.