La chica peculiar

Capítulo 18: Hermanas gemelas

20/09/1987

Querido diario, hoy fue un día triste:

El sol se escondía entre las nubes grises. Nosotras lo imitábamos jugando a las escondidas y, cada vez que perdía, me enojaba y le gritaba a Malva cosas como: jirafa, gigantona o patas de tero. Ella solo se ponía a mosquear y a sollozar, pero nunca de los jamases me llevaba la contra, ni para responderme ni por nada. Siempre quise sacarle esa mala manera de ser.

Habíamos llegado a la estancia de nuestro abuelo; con vestidos y pequeños sombreros negros que se caían a cada rato de nuestras cabezas debido al juego.

—¿¡Cuándo va a empezar!? —refunfuñé a mi mamá, quien suavemente me pegó en la trompa con la mano abierta.

—Silencio —susurró—. No le faltes el respeto al padre de tu padre, que está muy afligido.  

Le jalé por el vestido y le pregunté mirándole desde abajo:

—¿Qué es afligido?

—¿Para qué te mando a la escuela? —contestó ella.

Realmente sabía el significado de esa palabra, pero me gustaba verla enojarse, era de las pocas veces que me prestaba más atención que a mi hermana.

Cuando llegó mi tío de parte de mi papá, vino acompañado de su esposa y sus hijos, que, para mi sorpresa, aunque lo había escuchado con anterioridad, sus hijos eran como Malva y yo: gemelos. Los presentaron de una manera que parecían ser tan esplendidos e inteligentes, que daba la impresión de que nos querían hacer ver mal a nosotras. Malva se escondió a medias detrás de mí cuando uno de ellos se acercó para dar la mano. Hice una reverencia con mi vestido y al niño se le salieron los ojos, estaba confundido, tan así que buscó refugio en la mirada de su padre. Rápidamente le dije:

—Era una broma. —Me reí, provocando las risas de los adultos a mí alrededor. El niño llamado Facundo fingió una sonrisa, lo que dibujo una mueca fantasmagórica en mi ademan. Nadie se percató de ello, porque me cubrí con mi sombrero en el momento exacto, dejándosela ver únicamente al niño frente mío. Frandom, el hermano que era un reflejo de Facundo, hizo una señal de acercarse y, antes de que siquiera lo pensara, me adelanté —. Vayamos a jugar, me caen bien —los invité. Jugué de muy mala gana, con mi cara de pocos amigos durante toda esa tarde.

Llegada la noche, tras ser pellizcadas en los cachetes por todos nuestros parientes, tras hacer silencio durante un minuto y de pedir a Dios que al abuelo lo tenga en su gloria, Malva y yo nos escondimos detrás de una mesa cubierta por un mantel donde había uno que otro bocadillo, esperando a los gemelos para asustarlos. No venían, tampoco nos percatamos en qué momento habían desaparecido, si quiera porque los habían dejado irse cuando tanto mi padre y su hermano estaban abatidos frente al abuelo, vestido de traje y duro como un palo en su lecho de muerte.

Nunca nos importó el abuelo, siquiera papá o mamá. Si ellos no se preocupaban por nosotras, nosotras menos íbamos a darles importancia.   

Nos escabullimos sigilosamente entre las piernas de los presentes hasta que nos libramos del bodrio en donde estábamos.

—¿Estás segura, Violeta? Si madre nos encuentra fuera, nos va a castigar. Y sabes cómo es ella, ira corriendo a contarle a padre y nos ahorcara.

—¡Cuánto exageras! —exclamé, levantando mis manos para estirar los músculos y escuchar el sonido de mis antebrazos—. Y tú sabes con cuanto desaire nos tratan. Menosprecian todo lo que hacemos y si no hacemos nada se quejan de ello. Nuestros padres son unos perros —le respondí, enfureciéndome entre más hablaba sabiendo que era todo cierto.

—Dios te oye, se enojará contigo —añadió Malva, con el ceño entre fruncido y lastimero.

—Si Dios se enoja, también se enfurecerá contigo...—le repliqué burlona, tomándola del brazo y saliendo a correr por el camino de tierra de la casa en donde estábamos.

Luego de haber caminado siguiendo las hojas de los olmos, perdiéndonos entre el silencio, sentí angustia y mucha rabia. Me costaba respirar con normalidad. Por alguna razón miré hacia uno de los lados del camino, algo me guiaba. Malva intentaba sin éxito detener mi avance hipnótico. La chisté y le pedí que me siguiera, todo en voz baja. Estábamos a hurtadillas entre el pasto. Cruzamos un alambrado deteriorado y sucio. Mi hermana no paraba de preguntar: ¿Qué viste? ¿A dónde vamos? Y sobre cuanto miedo le causaba andar a estas horas de la noche entre la oscuridad. Aun así, el cielo nocturno se había despejado y las estrellas iluminaban con esmero y dedicación, pero por sobre la inmensa cantidad de puntos luminosos, la luna era el plato fuerte en el firmamento que estaba más inmenso y más claro que nunca, con cada cráter y mancha a flor de piel.

El sonido de un perro; su llanto me detuvo. Malva gimió de pena al ver como Frandom le atravesaba el pelaje a nuestro perro Amadeo. Le tapé la boca con rapidez y empezó a gimotear. Traté de consolarla, pero, ¿qué podía hacer? Yo también estaba a punto de hacerlo. Ese perro era más que una mascota para nosotras, nos cuidaba cuando las personas que deberían hacerlo no lo hacían. Poco a poco sentimos el suelo en nuestras rodillas, esperando como podíamos a que se fueran.

—¡Estás loco! —le reprochó Facundo a su hermano. Y al darse cuenta que Frandom seguía riéndose como estúpido, le dio un puñetazo que lo dejo en el suelo—. Me dijiste que no lo ibas a lastimar. ¡Me mentiste otra vez!

Facundo se alejó corriendo. Frandom clavó su navaja una vez más en Amadeo y se echó a perseguirlo. Esta vez, Malva gimió más fuerte. El niño se detuvo de sopetón. Con la cabeza quieta, fijada hacia nuestra dirección, merodeando con sus ojos entre la oscuridad y los matorrales.

—¿Quién está ahí? —preguntó. Pasado unos segundos regresó a lo suyo—. ¡Espérame Facundo!

Cuando me procuré que se habían marchado, nos acercamos a Amadeo. Mi pobre compañero lloraba ensangrentado, esforzándose por respirar... hasta sus últimos momentos. Mi hermana se había calmado, pero no de alivio, si no, porque estaba paralizada tomando mi mano. Al reincorporarme levanté a mi hermana tirando de su brazo y recogí la navaja para arrojarla con todas mis fuerzas hacia donde nadie pudiera hallarla.




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