Terminaba de leer "A Walk to Remember " de Nicholas Sparks , las lágrimas corrían por mis mejillas y mi corazón estaba hecho un nudo en el pecho. ¿Acaso es posible amar tanto a alguien que no importan las circunstancias, solo piensas en hacerlo feliz?, la pregunta rondaba por mi cabeza. Me desprendí suavemente de mis gafas de leer, y las puse sobre el libro en la mesita de noche, había sido un buen libro.
Nunca había experimentado el amor, sabía sobre él porque había leído mucho, y era fan #1 de las novelas románticas y los dramas, ¿masoquismo?, llámalo como quieras, pero nop, a mis dieciocho años no conocía sobre el amor en carne propia, y eso me llenaba de impotencia.
¿Y si no era normal?
¿Y si el amor no estaba hecho para mí?
¿Y si moriría sola y rodeada de gatos?
¿Y si un extraterrestre se había metido en mi cuerpo y estaba muy ocupado intentando dominar el mundo cómo para pensar en mi vida amorosa?
Ok no, eso no, pero podía ser, era una explicación inteligente.
Y sumergida en esos pensamientos, me quedé profundamente dormida.
***
"So I, I bet my life, I bet my life
I bet my life for you
I, I bet my life, I bet my life
I bet my life for you
I've been around the world and never in my wildest dreams
Would I come running home to you
I've told a million lies but now I tell a single truth
There's you in everything I do"
Amaba esa canción de Imagine Dragons, las personas solían decir que si ponías una canción favorita de alarma, pues esta dejaba de gustarte, y en mi caso, no era cierto, la amaba. Quisiera decir que había soñado con las vacaciones perfectas o con algún chico, pero no, había sido una noche sin sueños, deprimente, lo sé.
Me levanté, caminé hacia el gran espejo que había en mi cuarto. Tenía el cabello hecho un desastre, y los ojos se me notaban soñolientos. Estaba cansada, no había dormido lo suficiente.
Ñej.... pensé y procedí a hacer mis actividades matutinas. Lo mismo de siempre: tomar una ducha, vestirme con el uniforme de la escuela, ponerme un ligero maquillaje, rizar mi pelo y bajar a desayunar... día por día, lo mismo, ¿Costumbre o monotonía?...
Bajé las escaleras de mármol, evitando que sonaran demasiado, y allí en la cocina estaba toda mi familia: mi padre, mi madre, los gemelos, y el bebé.
¿Gran descendencia no?, sí, yo también lo pienso.
— Buenos días familia —dije con la esperanza de alegrar su mañana, que por alguna razón sus caras eran la irritación encarnada— ¿Pasa algo?
— Buenos días, cariño —mi madre fue la primera en hablar, estaba alimentando a Jimmy con algo que parecía ser avena— No pasa nada, es solo que María tuvo que salir a recoger a su hijo al aeropuerto y no pudo hacer el desayuno.
— ¿Puedes conducir hasta la escuela?, o ¿quieres que alguien te lleve? —mi padre era muy atento, sobretodo cuando se trataba de su familia, estaba muy orgullosa de él.
Emmet, uno de los gemelos, se había quedado dormido sobre la mesa y Emelie le hacía cosquillas con una servilleta, la escena era graciosa, sobretodo por la parte en que eran tan idénticos que parecían clon del otro.
— No te preocupes —dije haciendo un gesto de despreocupación con la mano— puedo hacerlo.
— Vale, solo ten cuidado.
Les lancé un beso de despedida y salí apurada hacia el garaje.
Ahí estaba, mi pesadilla, mi terror, mi fobia, disfrazado de un descapotable rojo. Le tenía pánico a conducir, los atascos y los carros pitando me daban ansiedad, pero debía intentarlo, nada malo podría pasar.
Subí y encendí el motor.
— Puedes hacerlo —me dije a mi misma en voz alta.
***
— Porfa, porfa, tienes que venir, y esto no es una petición, es una orden, una súplica —Carla, hacía gestos muy dramáticos y graciosos— Será la mejor fiesta del año, debes venir, fracasas como persona del Instituto Luna si no vienes a esta fiesta.
— Vale —dije entre risas— Me lo pensaré.
— ¿¡Qué?! —la cara de mi amiga expresaba impotencia
— Eso es un sí — dijo Lucía, y la seguridad era obvia en sus ojos cafés
— Ey, ey, no he dicho que sí —protesté
— Tú vendrás, no es una suposición, es una realidad, y ¿sabes por qué? —dijo con seguridad
Negué con la cabeza, Carla observaba en silencio y los ojos bien abiertos.
— Porque Hugo irá —dijo triunfante.
Sentí el rubor en mis mejillas, supongo que ahora querrán que le explique quién es Hugo, ¿no?. Pues Hugo García, era el chico que me traía boba desde hacía unas semanas, sí, boba. Cerca de él se me enredaban las palabras, todo se ponía color rosa con brillitos y en cámara lenta cuando lo veía pasar. Me faltaba el aire y me ponía nerviosa solo de escuchar su nombre, yo era un caso perdido.
— ¿O sea que sí es verdad? —Carla me sacó de mis pensamientos— ¿Cómo no me di cuenta antes?
— Solo somos amigos —dije en un susurro
— ¿Y? —Lucía arqueo una ceja.
— Tiene novia —hice una mueca.
— ¿Y? —dijeron las dos al unísono.
— Me decepcionan —dije moviendo la cabeza de un lado a otro y estallamos en risas— Vale, iré.
Ambas celebraron con un choque de palmas.
— Hagan silencio, señoritas —la bibliotecaria nos regañó haciendo que todos los del lugar girasen sus cabezas hacia nuestra mesa.
— Te pasamos a recoger a las ocho, más te vale estar lista.
Iría a mi primera fiesta, finalmente.