— ¿Ir a una fiesta? —dijo mi madre extrañada
— Es algo tranquilo, con los chicos de la escuela —era la primera vez que hablaba con ella para ir a una fiesta— Carla, Lucía... y toda la escuela estará ahí.
— Mmm supongo que puedes ir, pero no vuelvas tarde —acarició suavemente mi mejilla y se marchó de mi habitación.
Nunca había ido a una fiesta, no había sentido la necesidad de ir a un sitio con música alta y adolecentes bebiendo alcohol, prefería siempre quedarme en casa leyendo, o viendo alguna peli. Quizás era un poco aburrida, pero así me sentía bien.
Tenía entendido que sería frente al mar, en un pequeño puerto privado de la familia García, no quería ir llamando mucho la atención, así que usé un vestido de hilo blanco con escote "V-neck", de largo hasta un poco por encima de las rodillas, y zapatos Prada abiertos mostrando los pies. El cabello, como de costumbre, lo rizé solo en las puntas, el maquillaje era sencillo, los labios rojos. Era guapa, pero hoy estaba espectacular.
Sentí mi teléfono vibrar en el bolso, miré por la ventana y ahí estaban ellas, de lo más sencillas, en una limusina, súper sencillas.
Bajé las escaleras lo más rápido que pude, al salir por la gran puerta había aparcado un coche que nunca había visto, era negro, de un modelo viejo, pero elegante, pensé que mi padre tendría visita y lo ignoré por completo.
— Estás preciosa —Carla caminó hacia mí y me dio un abrazo cálido
— Tú también — dije admirando el look de mi amiga, estaba radiante, un vestido rojo y de gran escote se ajustaba perfectamente a su figura, el peinado hacía que sus finas facciones se hicieran notar aún más.
— ¿Y a mí que me parta un rayo, no? —Lucía sonaba enfadada, pero no lo estaba, más bien tenía una sonrisa amplia.
— Estás guapísima —dijimos al mismo tiempo mi amiga y yo. Tenía un estilo particular, propio de ella, su cabello era corto, verde en las puntas, siempre vestía de negro y hoy no era la excepción: el vestido era corto, tenía unos finos tirantes, se veían casi todos sus tatuajes, que no eran pocos, en brazos y piernas, pero aún así se veía muy elegante y para nada vulgar.
— ¿De quién fue la idea? —pregunté con seriedad mientras señalaba el enorme carro
— No fue mía —dijo Lucía y subió a nuestro medio de transporte
— ¿Es sarcasmo? —pregunté arqueando una ceja
La risa de las chicas respondió mi pregunta, puse los ojos en blanco y entré.
Dentro era inmenso, había luces led de color azul y una botella de champán que Carla tomó en sus brazos y destapó al instante.
— ¿Y si esperamos hasta llegar? —
— Y si colaboras y te bebes esto —Lucía me pasó una copa llena del líquido mientras que llenaban las demás.
— Ahora sí —Carla tomó un pequeño control, apretó algunos botones y de la nada empezó a sonar la canción Out Out de Joel Corry y Jax Jones— ¡Brindemos! —dijo mientras se acercaba a nosotras
Un cosquilleo se apoderaba de mi cuerpo me sentía muy nerviosa, todo esto era nuevo para mi, era inevitable que la adrenalina me consumiera.
— ¡Chin chin! —dijimos las tres a la vez que hicimos sonar nuestras copas
***
Habíamos llegado al lugar. ¿Recuerdan cuando dije que sería en un "pequeño puerto privado"? Vale. Olviden eso. Había inmensa cantidad de personas, todos demasiado elegantes, maldije en mi interior por haber ido tan sencilla. El lugar estaba adornado con luces que colgaban de una esquina a la otra, camareros iban y venían llevando aperitivos y bebidas, una enorme barra tenía a un cantinero preparando tragos especiales, sobre un yate tocaba Euphoria: una banda juvenil de pop-rock que se estaba haciendo muy famosa. Todo indicaba que la familia García se había gastado buena pasta en concentir a su hermoso hijo.
— Supera por mucho a la fiesta de Iván, ¿No creen? —dijo Carla a la vez que cogía una copa con un líquido azul y varios adornos frutales
— Eso creo —Lucía miraba a los alrededores estudiando el lugar
La fiesta de Iván, según las redes y mis amigas, había sido en la cima de un edificio súper alto, sus padres alquilaron una discoteca y montaron tres piscinas enormes. Todo el mundo había ido, pasaron semanas hasta que el comentario por fin desapareciera.
— Chicas, vuelvo en un momento —Lucy se perdió entre la multitud
— ¿Cómo se siente tu primera fiesta? —preguntó mi amiga esbozando una amplia sonrisa
— Era tal y cómo me lo esperaba —
— Supongo que eso debe ser bueno —asentí con la cabeza y la vista perdida— Mira, mira... el Ken y la Barbie han llegado
A pesar del disimulo de mi amiga sabía a quienes se refería. Hugo y Bárbara, la pareja perfecta desde el kinder, los más populares de la escuela y posiblemente de todos los jóvenes de España. Aunque dolía un poco debía admitir que estaban hechos el uno para el otro, andaban en combinación, ella con un hermoso vestido color vino, él con una camisa negra desabotonada, un juego de pantalón con saco rojo oscuro. Parecían sacados de una revista People.
— Se ven tan bien juntos —dije con melancolía
— Cari, no te sientas mal, seguro tú te ves igual de bien algún día con alguien —puso una mano sobre mi hombro y me sonrió con pena
— Eso espero —suspiré— pero quisiera que fuese pronto, ya sabes, conocer a un chico de mi tipo
— ¿Tienes un tipo de chico? —preguntó dando un trago de su nueva bebida, esta vez roja
— No sé, solo pido a alguien amable que me dé paz, que le guste leer y ver películas ¿Es mucho? — sonreí con esperanza
— No es mucho, es lo suficiente —me abrazó— solo debes ser paciente —tocó la punta de mi nariz con su dedo índice
— ¿Es posible encontrar una bebida–no alcohólica por aquí? —enfaticé lo de no alcohólica pues evidentemente mi amiga solo contaba ya con tres de sus sentidos
— Claro, creo que en la barra tienen Coca-Cola
— Vale, espérame aquí y no hagas nada tonto—besé su frente